miércoles, 7 de julio de 2010

Directed by 4: AL FILO DEL MUNDO. DE VENTISCAS Y DESAMORES (Arturo Espinoza) - México

Nombre  AL FILO DEL MUNDO. DE VENTISCAS Y DESAMORES

Directed by Arturo Espinoza

Género: Drama

Reparto:

Claudio Lafarga – Rafael Azcorra
Cecilia Suárez – Mercedes
Gael García Bernal – Hugo
Luís Felipe Tovar – Lic. Jiménez

Fernando Lujan – Xavier
Diego Cataño - Andrés

Banda Sonora:

Y aunque te duela, Fidel Rueda

Pool Days, Thomas Newman

Hopeless Emptiness, Thomas Newman

Aunque no sea conmigo, Celso Piña & Rubén Albarrán

Summer (久石譲), Joe Hisaishi

Memory, Joe Hisaishi

Sinopsis
Al filo del Mundo. De Ventiscas y Desamores habla sobre una pareja (Rafael y Mercedes). Mercedes descubre un secreto acerca de su marido, sus vidas empiezan a desmoronarse y complicarse, ninguno sabe que hacer. Lo único que les queda es empezar a deambular con personas de su presente. Mientras ambos se encuentran separados por ellos mismos, su hijo Andrés, enviado lejos para protegerlo del problema, encuentra a un hombre que con sus propios demonios le cambiara la vida a Andrés de la manera más inocente.

Argumento:

Pantalla en Negro. La imagen aparece: un hombre esta siendo grabado por una cámara de video. Vemos gente ir y venir, el solo esta sentado. Ahora, después de algunos momentos, vemos todo desde la cámara de video.

-         Hable – una voz femenina lo dice de manera amable
-         Mi nombre es Rafael Azcorra… hace ya quince años que, pues, deje de hacer lo que hacia. No me pregunte como es que estoy aquí, ni por quien. – aclara su garganta y prosigue – Bueno. ¿Qué es lo que quiere saber? – pregunta casi inocente.
-         ¿Cómo inició en el negocio? ¿Como fue todo? – pregunta serena
-         Pues como todos; por amor, ¿no? – lanza una risa nerviosa – Empiezas robando una tiendita – hace una pausa, una mueca, esta pensando - …y acabas matando a la esposa de algún matón de oposición. Todo cuesta, la gente piensa que es una asquerosidad, o algo así. No tiene ni puta idea.


La imagen se corta. En Negro otra vez. Se abre la toma de manera aérea. Estamos en una fiesta de rancho. Una banda toca: ‘Y Aunque te Duela’ de Fidel Rueda. El vocalista dedica la canción a aquellos traicionados, según sus palabras. La cámara observa a una mujer de cabello negro luminoso [Mercedes] bailando con un hombre tosco, de sombrero y hebilla amplia. También observamos a Rafael, años mas joven, con la mirada sigue a la otra pareja; mientras el toma una cerveza. Mientras la canción transcurre, él toma la bebida y ella baila, el hombre que la acompaña se percata y lanza una mirada recia. La canción acaba, se oyen aplausos, se sueltan y explotan lo cohetes. Pantalla en negro.

Amplia vista que sobrevuela a la Ciudad de México. En el cielo en letras negritas aparece el titulo: “Al Filo del Mundo”. En la entrada de un edificio, están Rafael y Mercedes, mientras un joven de unos catorce años suba a un carro negro. La cámara observa como el adolescente se despide de sus padres, que están abrazados. El coche se aleja por la vía transitada. Aparece el resto del titulo: ‘De Ventiscas y Desamores’. La cámara enfoca a los padres, ella le quita el brazo de su hombro, su cara cambia a molestia, entra en el edificio. El se queda calmado, solo escupe y entra tras ella.

Frente a una casa modesta de color azul se estaciona un carro negro del que baja un joven, abre la cajuela y saca una maleta negra. Una familia sale a recibirlo, la cámara se acerca sigilosa.

-         Se retrasaron, ¿O que? Mas de una hora tenían que estar aquí – dice el hombre
-         Hola tío – saluda irónico – Si, se poncho una llanta y nos quedamos en el camino un rato, mientras la cambiaba.
-         Ya déjense de tarugadas y métete a la casa. Fue lo primero que dijo tu madre – dice la tía del joven. Entramos a la casa, igual de modesta que su fachada.
-         Y tu tampoco sabes a que debemos tu visita Andresito – pregunta el hombre serio y malhumorado
-         Si supiera, hubiera elegido otro sitio – dice con tensión y desdén
-         Pues para que conste, tienes prohibido salir de la casa: a órdenes de tu mamá – dice con una sonrisa victoriosa.
-         Si que te voy a divertir – sonríe y contesta el gesto

En una sala mucho más elegante y adinerada, Marcela y Rafael, sentados en diferentes sillones casi discuten. El ambiente esta tenso.

-         ¿Cómo chingados piensas resolver lo que hiciste? – pregunta ya furiosa, se para del sillón y se acerca a el.
-         Lo que yo hice, o lo que hicimos – responde con el mismo sentimiento, también se para.
-         Yo no tenia ni idea de lo que significaba toda la mierda en la que estas metido – se aleja de el unos pasos.
-         ¿No sabias? ¿O te hacías Pendeja? Llevamos viviendo quince años juntos y me vienes a decir que no te diste cuanta – grita de manera irónica
-         ¿Qué piensas hacer? – le pregunta definitiva - ¿Vas a matarlo?
-         Te quiero, y lo sabes ¿verdad? – dice y la mira. Marcela lo mira con sus ojos llorosos, recorre un pasillo, y antes de entrar al cuarto dice:
-         Asegura su vida, por favor.

Rafael se sienta en el sillón. Pone sus manos en la frente, se talla los ojos, toma el teléfono que esta en la mesa a su lado derecho. Comienza a marcar.

-         ¿Esta Luís? – pregunta preocupado
-         Si aquí espero – dice al instante
-         Luís, ¿Esta todo listo?
-         No me jodas, pues soluciónenlo. El jueves salgo para allá.
-         Te veo el jueves.

La cámara lo contempla preocupado. La imagen se hace borrosa y distante. Estamos otra vez en la escena del baile. Rafael se acerca a una joven y deslumbrante Marcela. La toma de la cintura y la lleva a la pista de baile. Bailan un poco, ella se intenta retirar, el la toma del brazo decidido y la jala entre la multitud, salen del baile; la gente los mira, algo esta mal. Todo esta mal.

En una habitación desordenada, Andrés tirado e la cama, con su cuerpo de adolescente, se pone una playera y sale del cuarto. Cámara en mano le sigue. Sale de la casa en la que presuntamente no están su tío ni tía. Camina unas cuadras alrededor. Llega a un parque, esta vacío. Se siente húmedo, sombrío. Da una vuelta y se interna en el. Halla una banca (esta ocupada) mira y se decide. Se sienta en la banca donde un señor come cacahuates. Hay nerviosismo de los dos. El señor, después de un tiempo razonable comienza a hablar.

-         Nunca te había visto por aquí. ¿Nuevo en el vecindario? – dice nervioso, oxidado.
-         Vengo a pasar un tiempo con mis tíos. A tener mi pedacito de infierno – dice ingenioso y simpático. Confiado
-         Y que haces para pasar el tiempo – comenta de manera mas relajada
-         Jugar futbol, comer, dormir: lo normal. Hasta masturbarme – añade de manera inocente y quisquillosa. – No me ha dicho su nombre…
-         Mira que torpe – dice con un gesto serio y nervioso, esta tenso – Me llamo Xavier. Con ‘X’
-         Yo soy Andrés. Con ‘A’ y con acento – ambos ríen. El sonido se corta, la cámara los observa de más lejos: desde la calle frontal. Una mujer con un niño en carriola pasa por la calle. Los observa platicar, empuja con más fuerza. Camina más aprisa.

Marcela divaga por una calle amplia y transitada; mientras el viento aloca su cabello negro. Va vestida de manera normal. Con el pelo suelto y brilloso. Saca una tarjeta de su bolso negro. La observa unos segundos. La tira al suelo y entra a un edificio viejo en remodelación. Sube las escaleras y en el primer piso recorre un pasillo largo, entra sin avisar por una puerta de madera. Un hombre sin camisa escucha la radio.

-         Tenemos que hablar Hugo – dice rápidamente sin cordialidades ni saludos
-         Creo que habías dicho que no volverías por aquí – dice de manera intrépida, se para del sofá y se acerca a ella – Siempre vuelves. Siempre lo haces.
-         Las cosas empeoraron de manera inmedible – dice un poco molesta – empeoraste todo- lo mira de manera iracunda -  ¿Por que confió en ti?
-         Por que no tienes en quien más confiar – dice con una mirada ya triste – Ya agotaste tus recursos, es hora de terminar esto… - es interrumpido súbitamente.
-         ¿Qué no te has visto? Parece que vives entre ateos y aleluyas. – dice para desviar la conversación.
-         Y ahora bien. ¿Qué ha hecho Rafael? Aunque a estas alturas todo el cartel sabe lo que han hecho – enfatiza en el plural - ¿Dónde esta Andrés? O no has aprendido nada en estos años.
-         ¿Qué si no he aprendido? – dice molesta – me han enseñado más mundo del que me gustaría conocer – hace una pausa, se contiene – ojala y me hubiera quedado con él. Nada de esto hubiera, siquiera, empezado.
-         ¿Te acuerdas todavía del baile? – pregunta curioso, por primera vez se le nota muy interesado.
-         Ayúdame, una ultima vez. Por favor. – dice con un tono de voz elevado - ¡Que no vez que estamos de mierda hasta las rodillas! – suelta un grito ahogado. Comienza llorar.


El la trata de abrazar, ella lo empuja de manera enérgica. Lanza un grito ahogado. Hugo la toma con más fuerza y la besa, se esta calmando, ella le esta desabrochando el pantalón. El la desnuda de manera más tierna. Caen al piso de manera brusca. No lo intenta, lo logra de manera tosca. Se sube en el y comienza con su faena frenética. Esta se prolonga de manera grotesca durante un tiempo razonable, la cámara inmóvil contempla la escena, parece que luchan, se liberan (¿de que?). Cuando el sexo acaba, ella toma su ropa y se viste de manera tranquila, no hay pudor. Antes de irse le sentencia una suplica más: ¡Socórrenos, una última vez! Hugo rueda hacia su derecha, se hace bolita, llora desconsoladamente.

En un parque, Rafael y Mercedes pasean a su hijo de cuatro años, que camina agarrado al vestido de su madre. Caminan a lo largo del parque excesivo y verde. El niño trae un globo azul marino con helio. Encuentran a un fotógrafo. Se acomodan en una banca verde frente a él. Se toman una foto familiar. Después de un flash exagerado, el globo se eleva al cielo, Andrés comienza a llorar.

Xavier, sentado en el columpio oxidado del parque, espera. La cámara contempla y desdibuja el ajetreado trayecto de Andrés, mientras cruza el camino que lo lleva a los columpios. Agitado, y jadeante se siente en el columpio que esta a un lado al de Xavier.

-         Hay algo raro. Mis tíos no tienen ni la remota idea de que estoy aquí – dice de manera sonriente
-         ¿No te dejan salir, o no te dejan salir por que vienes conmigo? – pregunta de manera tranquila.
-         Mis padres les prohibieron dejarme salir – dice tranquilizante.
-         ¿Por lo que escuchaste esa noche? – pregunta un tanto curioso
-         Ni siquiera notaron que los escuchaba – dice melancólico.
-         ¿Les quieres mucho? – pregunta de manera dudosa: retórica.
-         Nadie me ha enseñado a querer. – dice de manera amarga. Lo mira a los ojos por un instante, aleja su mirada.
-         Eso no se enseña: simplemente se corre el riesgo. – concluye de manera esperanzadora.   

Un Rafael de traje espera en un sillón negro de cuero afuera de un despacho. La secretaria lo hace pasar. Toma un portafolio negro, y pasa a una estancia amplia y rustica. Allí un hombre lo espera sentado en el escritorio. El se acerca, deja el portafolio al alcance de la mano el hombre y se sienta. El toma el portafolio. Y lo mira, lo desafía. Comienza a hablar.
-         Como esta mi estimado licenciado Azcorra – dice burlón, de manera negra.
-         Allí esta todo, lo que acordamos y algo extra, para unos chescos – le contesta en el mismo tono.
-         Pero mira que cabrón me saliste, pinche Rafael – lo provoca – ya estoy hasta la madre de tus apendejadas. Si vuelves una vez mas con una de estas mamadas, te juro que mi ahijado es el que la paga – dice con un tono esquizofrénico, pero sereno en su físico; contenido.
-         Le juro, es la última vez que recurro a usted, Licenciado Jiménez – dice más bien derrotado – a la otra, prefiero las consecuencias. Por cierto su ahijado le manda saludos.
-         Cuantos años dices que tiene. Por lo que veo tienes cara de estar muerto y en abstinencia. – dice mirándolo fijamente – Después de todo lo que arriesgaste cuando te robaste a Mercedes, me vas a decir que no coge de maravilla – dice buscando problemas, risueño.
-         No busques cabrón, por que me vas a encontrar – dice amenazante
-         Todavía estas en pañales por aquí – le dice irónico – ¡Ve a limpiarte la mierda del pañal! Y deja de chingarme.

Se levanta rápido y sale del despacho. Toma el ascensor, se le ve mareado, preocupado: vomita antes de llegar a su destino. Sale del elevador. Sigue confundido, deambula por la calle frontal. La cámara contempla como se aleja del edificio. A veces ladeándose, mareado. Se cae en medio de la acera, la calle desolada se torna pesada. No hay nadie. No habrá nadie.

Andrés y Xavier deambulan por el parque de la colonia. La cámara los sigue, el ruido de su conversación es inaudible, solo se escucha como sus zapatos destrozan las hojas secas de los árboles. Siguen un trayecto de tierra con hojas muertas. Se detienen en una banca frente a los juegos infantiles, están vacíos (¿Dónde están los niños?).

-         [Indistinto]… después de la conversación todo empezó a ponerse… confuso. ¿crees que estén en serios problemas? – pregunta con una confianza suprema.
-         ¿Cuál es tu pregunta real? Crees que no he notado tu forma engañosa de adquirir información – le da una palmada en el hombre furtiva y cómplice. Tranquilo, no hay rastro de enojo en su voz
-         No te jactes de conocerme tan bien, todos estamos llenos de sorpresas. – le dice cómplice – Creo que la pregunta real que estoy buscando es el como todo esto no me esta afectando. No se si me doy a entender
-         Claro que lo haces – le dice feliz – La familia es una imposición, pero tu, no desarrollaste empatía por ellos. ¡Te has ganado el cielo! – le dice emocionado en voz
-         Y tú el Infierno – instintivo, no planeado, inocente: Andrés besa a Xavier en los labios, furtivo, empeñado, Xavier lo rechaza, luego lo acepta, se separan. Xavier da un paso atrás y se mira las manos, se las guarda en los bolsillos. Aturdido camina tras los juegos infantiles, desorientado se sienta a la sombra de un árbol, toma una muñeca vieja abandonada, la aprieta, sus ojos contienen indecisión e impotencia. De pronto comienza a agitarse, mira hacia donde unos momentos estaba Andrés (ahora ha corrido) enfoca su mirada, descansa su cabeza sobre su hombro derecho. Destroza a la muñeca.

La cámara sigue a Andrés que corre, atraviesa el parque, y luego cruza la calle principal. Recorre una privada, se detiene frente a la casa de sus tíos. Agotado se siente en la banqueta, toca sus labios, su mano recorre su pecho y luego su estomago, al final su entrepierna. Comienza a llorar.


Mercedes entra a su departamento, va a su cuarto y se quita los zapatos, se sienta en la cama y se frota los pies. Esta cansada. Se nota. Se quita la blusa blanca y el collar. Se pone una blusa más fresca y cómoda. Revisa su closet y separa su ropa de la de su marido. De manera rápida revisa los roperos y cómodas. Alista sus cosas sobre la cama. Entra al baño y recoge productos de higiene personal. De debajo de la cama, saca una maleta amplia y negra. Comienza a meter su ropa y utensilios detalladamente. De manera escrupulosa, ya terminada va al cuarto de su hijo. Y hace lo mismo. La puerta se abre, sin sobresaltos, sale a revisar al pasillo. Rafael ha llegado. Se quita el saco, y la corbata, desabrocha los primeros botones de la camisa. La ve, con ternura, con obsesión.

-         Entonces te vas – su voz casi rompe, pero logra salvar la ultima nota
-         Mañana a las nueve sale mi vuelo. Recojo a Andrés en casa de mi hermana y desaparezco del mapa. ¿Te parece? – dice un poco molesta, triste – No oirás de nosotros otra vez. Como debe de ser.
-         No llames. Nunca – sentencia la ultima palabra – Solo tu sabes cuanto te amo -  se le nota muy triste, se acerca a ella, la besa de manera intoxicante – Haz lo que debas hacer. No dudes. - Ella lo abraza
-         Estaremos bien. Siempre lo estamos. ¿Qué no? – le sonríe, no hay ni rastro de amor en la mirada solo alivio.
-         ¿Hacemos lo correcto? – pregunta no a ella, al viento.
-         Cuídate. Siempre. – dice entre un resoplido, se frota el rostro, se quita la exaltación. El empieza a tararear una canción conocida (‘Y aunque te duela) sus manos entrelazadas, nunca abrazados. Bailan. Toda la pieza.
-         Y por algún motivo siempre supe que terminaría como empezó: bailando. – dice Rafael.

Se separan, ella se va a su cuarto. Se quita la ropa y se pone un camisón. Va al baño, tarda unos instantes: se lava los dientes y hace sus rituales. Sale exhausta. Se introduce en las cobijas. Coge el telefono de la mesa de noche, maraca un numero, espera unos segundos.

-         Mi amor ¿Cómo estas? – pregunta preocupado, con un nudo en la garganta. Apunto de llorar
-         Mañana llego. A eso del mediodía estoy por ti.
-         Ya llevo tus cosas, no te preocupes de nada
-         Te quiero. Mañana
-         Adiós.

Se mete en las cobijas completamente y se queda dormida, inocente como un ángel. Rafael en la estancia mira una foto. Toda la familia en un parque. Y un globo a medio vuelo. Hace una mueca triste. Se le enrojecen los ojos. Mira la luz prendida del pasillo. Toma su whiskey. Deja salir un soplido. Recuesta su cabeza.     

El sol esta cayendo en el parque, los árboles se pintan de rojo y naranja por el anochecer. Hay una multitud en media luna. Observan un árbol. La cámara se acerca. Observan a Xavier dormir a la sombra del árbol, a su alrededor la muñeca destrozada. El murmullo de la gente crece, no hay niños, pero si unos cuantos adolescentes curiosos. Xavier se despierta desorientado, abre sus ojos con dificultad, observa a la muchedumbre. Ahora todos en silencio, nadie dice nada, sus miradas punzantes se concentran en Xavier. La tensión crece de manera descomunal. Xavier se para se siente acechado: rodeado. Mira para todos lados, de manera calmada pero ansiosa. Trata de hacerse hueco entre una señora y un adolescente.

-         Retírense, ¡Por favor! – esta suplicando, su voz esta descompuesta.
-         Eso le pedimos, seño, Retírese – dice la señora a la que le pidió el favor. El gesto de Xavier se torna en asco, vergüenza y terror. Pasa entre la señora y el adolescente, este le pone el pie. Cae y se raspa el rostro. Ahí tirado, y la cámara enfocándole: comienza a llorar. Casi ahogándose. La gente inmóvil no hace nada. No hay ningún sentimiento en sus miradas. Son frías. Su llanto se vuelve más doloso pero más silenciosos. Se levanta, voltea hacia ellos. 
-         Les juro que yo… - no aguanta las miradas, sale tropezado y avergonzado. Sigue su lamento, recorre el parque, y la vía principal con la cara sangrante.

Pasa por la calle donde Andrés sigue sentado en la misma posición, pero su llanto ha cesado. Lo mira con ternura, Andrés también lo mira, con agobio. Tuerce su boca. Ilumina una sonrisa. Continúa su camino. Andrés, confuso, se para y sin volver a mirarlo, se mete a las casa de sus tíos.

En la sala, silenciosa, se oye ruido en la cocina. El televisor de un cuarto esta prendido. El reflejo de la luz se observa. Andrés, esta descansando en el sillón. Suena el teléfono, suenan dos timbres. Contesta.
 
-         Bueno. – contesta triste
-         Bien mamá. ¿Cuándo vienes? Por favor – dice rápido
-         ¿A dónde vamos? Mamá, y ¿papá?
-         Mamá, me siento hervir. No quiero…
-         Sácame de aquí.
-         Adiós. Mañana.

Sus ojos se llenan de lágrimas. Desorientado, se para y se va a el cuarto donde duerme, cierra la puerta, se tira en la cama, no llora, solo se desahoga. Pantalla en Negro.

Enfoque a un reloj. Son las 7:17. La puerta se abre. Mercedes se esta yendo, con sus maletas. Rafael despierta de manera rápida. Se pone la misma camisa del día anterior. Se enfoca el reloj son las 7:18. Rafael sale de la casa. No tiene tiempo para el ascensor y baja los tres pisos por las escaleras. Mercedes esta cruzando la puerta del edificio. Rafael se acerca sigiloso. Cruza el vestíbulo. La cámara se alborota, las cosas se están moviendo de su lugar. El reloj maraca las 7:19. Esta temblando. Rafael sale del edifico, tambaleándose.  El vestíbulo queda, poco a poco en escombros y ruinas. En letras gruesas aparece: México, 19 de Septiembre, 1985.

La cámara sale y contempla la calle destrozada. Las casas y edificios cercanos están destruidos. Hay escombros por la calle. Polvo que cubre la vista. Se disipa un poco. Rafael, manchado, observa las dos maletas intactas, a la mitad de la calle. No hay grietas ni escombro cercano. No hay rastro de Mercedes. Se esfumo.

Imagen aérea, se observa la destrucción de la ciudad. La destrucción de los edificios. La gente esta en la calle. Sin saber que hacer. No hay audio. Se corta la imagen. Esta amaneciendo. El parque adquiere una tonalidad verde impresionante. Contempla un árbol. Siendo tostado por los rayos rojizos del sol. La muñeca, ahora vuelta a armar, esta recostada en el tronco. Imagen en Negro. 

De vuelta a la escena inicial. La entrevista ha seguido su curso. Se escucha el ruido de la gente pasando. No se escucha lo que platican, hasta que la cámara se acerca más:

-         ¿Alguna vez la volvió a ver? – pregunta con un tono de agobio - ¿Sabe que fue de ella?
-         Nosotros sabemos cumplir promesas y seguir ordenes – concluye nostálgico
-         ¿Y su hijo? – pregunta curiosa - ¿Qué fue de él?
-         Nunca lo volví a ver, espero que este bien – da un soplido – espero que nunca lo encuentren. Sé que lo alejamos del mayor de los daños. Hicimos bien.- Pantalla en negro.

Se contempla una calle. Andrés mucho más grande (¿veintitantos? Casi ¿treinta?). Camina por la calle, recorre una acera con el mismo parque de fondo, se sienta en una banca. Su expresión es dura, maltratada. Se abren las puertas de la construcción que se localiza enfrente. Empiezan a salir jóvenes de secundaria, de uniforma gris, con chamarras verdes. Se funden entre ellos. Andrés busca y busca. Sonríe inocentemente. La cámara lo toma ahora de frente. Hace un ademán con la mano para que alguien se acerca hacia el. Mira al cielo, luego al parque voltea frente a la cámara sus ojos están vidriosos. Se corta la Imagen a negro.

En el malecón, junto a la playa, una mujer de complexión delicada, recargada en una barra metálica que delimita la calle de la playa, contempla el atardecer; la gente pasa a todas direcciones, los créditos comienzan. La mujer nunca voltea, solo el viento agita su negra cabellera.

Notas del Director

  1. Sobre la Música:
-         La canción ‘Y aunque te duela’ es usada específicamente donde se menciona dentro de la Obra
-         Pool Days es escuchada durante varias escenas: cuando aparece el titulo de la Obra, en el segundo flashback del baile, en el recuerdo de la pareja paseando a Andrés, y en la escena donde Xavier duerme y la gente lo rodea.
-         Hopeless Emptiness se escucha al inicio Del film, mientras contemplamos a Rafael. Termina cuando la entrevista empieza.
-         Aunque no sea conmigo es incluida durante la última escena de Andrés, mientras pasea por la calle, hasta que se acaba la escena.
-         Summer es utilizada desde que se enfoca al reloj por primera vez (empieza durante el corte de edición anterior) y termina hasta donde solo vemos la maleta de mercedes.
-         Memory se usa durante la última escena (créditos).
  1. Ambos personajes principales son maquillados para aparentar la edad, que según la historia, deberían de tener. Al igual que en la primeras y dos ultimas escenas.
  2. La letra de las dos canciones toma gran relevancia, por lo tanto en esas escenas solo se escucha la música.

2 comentarios:

  1. Vaya, lei la historia de un tiron. Me ha parecido muy buena. Está claro que el misterio es lo que predomina, así como en Tonto, y a pesar de que no hay mucha explicacion sobre algunos asuntos, se me hacen algo innecesarios. Me ha gustado mucho. Felicidades.

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  2. Bien intercalada para mantenernos atentos!!! A mi también me gustaría que se explique un poco más pero no es necesario, la historia deja cosillas a nuestra interpretación y no le saca sin embargo sentido. Felicitaciones!!!

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