domingo, 6 de junio de 2010

Directed by 4: CRIMEN SOLLICITIATONIS (Yahir Martínez) - México

Título: Crimen Sollicitiatonis

Director: Yahir Martínez. México, Distrito Federal.

Género: Drama. Basada en hechos reales.

Elenco:
Doña Elza da Silva – Helen Mirren.
Padre Tarcisio Spricigo – Michael Shannon.
Warley – Asa Butterfield.
Marcus da Silva – Leonardo DiCaprio
Patricia – Samantha Morton
Arzobispo Claudio Hummes – Michael Cain
Oficial Marcelo Guillén – Ricardo Darín
Esperanza – Judi Dench
Don Hernán – William Hurt
Hermana Paz – Kate Winslet
Hermana Cristina – Taraji P. Henson
Hermana Concepción – Imelda Staunton

Banda Sonora:
Me he tomado la libertad de elegir temas de diferentes películas y compositores. Así como de cambiarles el nombre por el que llevaría en caso de adaptarse a esta obra. Espero no infringir con esto ninguna norma. En la obra se va indicando en que escena se escucha cada tema.
Mi canal de Youtube, contiene las 15 piezas que la componen:
De cualquier manera, aquí van los temas y sus respectivos links. Dejo a consideración del organizador del festival, si los pone en la publicación. El tema 15, lo pongo también a su consideración para ser nominada en “Mejor Canción”.

1. Este es mi cuerpo (Original "In Noctem" by Nicholas Hooper on Harry Potter And The Half-Blood Prince)
2. Limpiando la casa (Original "Off to Ireland" by Thedore Saphiro on Marley And Me)
3. Bula Papal (Original "Kyrie for the Magdalene" by Hans Zimmer on The da Vinci Code)
4. Padrenuestro (Vox Populi)
5. ¿Por qué has mentido? (Original "The Eye" by Bruno Coulais on The Secret of Kells)
6. Maternal (Original "I Want My Son Back" by Clint Eastwood on Changeling)
7. Cómo te atreviste! (Original "Zach Conflicted" by J. Peter Robinson on Shelter)
8. Me Despido (Original "The Most Dangerous Predator" by Carter Burwell on Twilight)
9. No te creo (Original "Two Figures By A Fountain" by Dario Marianelli on Atonement)
10. La llamada (Original "Inmolation" by Hanz Zimmer on Angels & Demons)
11. Sueño (Original "Clock Tick" by Abel Korzeniowski on A Single Man)
12. A la escuela / Me quiero morir (Original "I Could Have Done More" by John Williams and Itzhak Perlman on The Schindler's List)
13. Un Plan (Original "Eye Surgery" by Thomas Newman on Wall-e)
14. El Manual (Original "Daydreams" by Abel Korzeniowski on A Single Man)
15. Sounds Of Silence de Paul Simon, version Gregoriana.

Sinopsis: Doña Elza Da Silva y su nieto viven en una comunidad brasileña cerca de Sao Paulo, son muy asiduos a la iglesia, y les gusta formar parte de ella. Sin embargo, una terrible experiencia hará sucumbir su fe en la mayor organización del planeta.


Argumento. (Obra):
Con la pantalla en negro. Empieza el tema 1 de la banda sonora. Se oye la voz de un hombre adulto.
Tomando el pan en sus santas y venerables manos”.
En un flash que dura un segundo, se muestra un cuadro donde se aprecia la figura de un niño, del abdomen hacia arriba, con unas manos adultas sobre su cara, todo en un fondo color ocre, con rayos de luz venidos de alguna ventana.
Levantando los ojos al cielo”
Un nuevo flash que muestra el rostro descubierto del niño, en sus ojos se puede percibir el miedo ante lo que está viendo.
Dio gracias y lo bendijo, lo partió”.
Otro cuadro de un segundo, suficiente para mostrarnos el cuerpo del niño, sin mostrar su rostro, vestido sencillamente con un pantalón café y una playera azul celeste, en plena caída hacia una cama individual.
Y lo dio a sus discípulos diciendo: Tomen y coman todos de él”
El flash a continuación, viene acompañado de un acorde de guitarra, mientras la imagen que se muestra es de una mano infantil provocándolo, rozando las cuerdas.



Porque este es mi cuerpo, que será entregado por ustedes”
Ahora se ve la puerta de la habitación desde afuera, y una mano que la jala para cerrarla. Al momento de oírse el portazo, el cuadro cambia drásticamente al rostro de un joven sacerdote, quien mantiene los ojos cerrados y elevados al cielo. Sosteniendo en sus manos, la hostia sobre la patena. Se oye a la multitud decir.
Señor mío, y Dios Mío”.
Lentamente, las manos del sacerdote bajan hacia el altar, deja la hostia sobre la patena, y toma la copa (cáliz), elevándola lentamente, la escena va tornándose lentamente hacia los fieles, mientras el cura dice:
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz y, dando gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos diciendo: Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía.”
El sacerdote cierra los ojos nuevamente, y mientras la gente reza de nuevo “Señor Mío, y Dios Mío”, baja el cáliz hacia el altar. Inclina la cabeza haciendo una reverencia. El audio de la iglesia se apaga lentamente, aunque sigue el tema de la banda sonora. Mientras sigue la secuencia de la misa, con el cuadro enfocado en el altar y el sacerdote. Empiezan los créditos de inicio, mostrando el título de la obra.
Crimen Sollicitiatonis”
Mientras dura el tema de entrada, la secuencia alterna cuadros con el sacerdote, y los fieles mostrando diferentes tiempos de una misa católica. El momento del saludo representativo de la paz, a varios fieles comulgando, al sacerdote dando la bendición. Durante los cuales, todos los créditos deben pasar en pantalla. Al terminar, la escena se funde en negro, con silencio, que dura 5 segundos.
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La cámara inicia ahora mostrando una calle sin pavimentar, con algunas casas pintadas de colores pasteles, la mayoría de ellas con techado de lámina. Se acerca hacia un zaguán color café, donde la pared es de un rosa muy débil. El zaguán se abre, y sale un niño de alrededor de 5 años, va bien arreglado, con un pantalón de vestir color negro, y una camisa a cuadros azules y blancos. Empieza a caminar por la calle, y tras él sale una señora de unos 60 años, con un vestido sencillo color naranja, lleva un sombrero muy aseñorado. Mete la llave en la cerradura del zaguán, le da la vuelta, y voltea hacia la calle.
-Warley, espérame hijo. Todavía es temprano.
El niño voltea y sonríe.
-¡Apúrate abue! Dices así, y luego llegamos tarde.
Dos casas adelante, otra señora sale. Vestida de manera similar a la primera, pero sin el sombrero.
-Buenos días, Elza. ¿Ya listos?
-Ay Esperanza – contesta Elza – pues este niño, que lleva prisa. Si ya le dije que la misa empieza a las doce.
El niño se dirige a su abuela con una mirada de advertencia.
-Ya te dije que llegó un nuevo padre, y que dicen que es puntual.
Esperanza entorna los ojos como dudando y pregunta a Elza:
-¿Un nuevo cura? ¿Y que pasó con el padre Pierre?
-Ve tú a saber, si estaba bien el padrecito aquí en la comunidad. Creo que se enfermó. Pero dicen que este padre viene de Sao Paulo, el mismísimo obispo le pidió que viniera a servir aquí.
-Bah, ¿qué de especial puede tener Annapolis? – Continúa Esperanza - Si con trabajos nos llega la ayuda del gobierno. Pa’ mi que sólo se queda un rato, y cuando vea que no es lo mismo que Sao Paulo, se regresa.
La cámara se eleva mostrando a las dos mujeres y al niño dirigirse hacia una pequeña capilla, no es muy alta. Y el campanario apenas rebasa el techo de la nave central. La escena cambia a la entrada de la capilla, donde el sacerdote espera en la puerta, saludando a tres pueblerinos que llegan, detrás de los cuales vienen Elza y compañía. Al verlas, sonríe y extiende la mano para saludarlas.
-¡Buenos días madrecitas! Bienvenidas a la casa del señor.
Esperanza se adelanta a estrechar la mano del cura. La sacude fuertemente, claramente emocionada.
-Buenos días padre. Lo esperábamos con ansia.
El padre responde con un tono de confusión.
-¿Esperando? Pero si mi llegada ha sido repentina. El padre Pierre fue trasladado a Brasilia por su salud.
Elza es ahora la que habla.
-El padre no estaba enfermo, estaba mucho más sano que muchos de nosotros.
-Eso parecía, madre. Pero en realidad el padre sufría de grandes dolores por la noche. Por eso la Arquidiócesis tuvo que cambiarlo, allá puede tener la atención médica que necesite.
-Bah – dice Elza – Para mí que algún otro interés hay entre manos.
-Hija – responde el padre – acuérdate que el Señor designa a sus pastores para sus ovejas. Y no somos nadie para interponernos entre sus designios. Pero pasen, pasen hijas. Que la misa está por comenzar.
Las señoras entran a la capilla, seguidas por el niño. El cura se retrasa al saludar a una pareja que llega y entra, el sacerdote va detrás.
---o---
La escena cambia ahora al interior de la casa de Doña Elza, quién se encuentra frente a la estufa. Podemos ver al niño jugando en el suelo, con la misma ropa que llevaba en la misa, pero con algunas manchas de tierra notables.
-Hijo, vete ya a cambiar, que tus papás no tardan en llegar. Y siempre les gusta verte limpio.
-¡Pero abue!- replica el niño – Me puse esta ropa en la mañana.
-¡Pero mira cómo estas!- exclama la abuela- por andar jugando con tus amigos, estás todo manchado. Ándale, a cambiarte.
Warley sube la mirada, un poco resentida, pero se pone en pie y sale de la cocina. Elza sigue moviendo a la sopa que está preparando en la estufa. Mientras tararea alguna canción popular. Luego entran por el extremo contrario, dos personas, son los papás de Warley, él tiene alrededor de 32 años, ella ronda los 30. Ambos se ven amables, vienen vestidos con sencillez pero con elegancia.
-Hola Mami- Saluda Marcus- ¿ya está lista la comida?
-Casi m’ijo – responde Elza – Pero ya siéntense, les sirvo en un ratito.
-Y Warley ¿Dónde está? – Pregunta Patricia, mientras cuelga su bolso en un pequeño perchero al lado de la puerta.
-Se está cambiando- dice la abuela- se pasó la tarde jugando con sus amigos, y llegó con la ropa toda sucia.
-¿Toda la tarde? – Vuelve a cuestionar Patricia – Suegra, ya le hemos dicho que no permanezca mucho tiempo en la calle. Me da miedo que la pase algo.
-Tranquila mi amor – dice Marcus mientras la abraza por detrás – Los vecinos nos conocen muy bien, y nosotros a ellos. Cualquier cosa que pasara, estoy seguro que nos avisarían.
- No, si no es que desconfíe de los vecinos – replica Patricia – Es que Warley debe saber que su lugar es estar en casa, mientras nosotros estemos fuera.
Warley entra a la cocina, corriendo se lanza a los brazos de su papá.
-¡Papi! – Grita visiblemente emocionado, luego a los brazos de su madre, exclamando – ¡Mami! – Le da un sonoro beso en la mejilla, el cual es respondido por otro que patricia le deposita en la frente.
-¡Mi amor! – Dice Patricia llena de ternura hacia el niño – ¿Nos has extrañado?
-Mucho, mami – responde el niño – Siempre los extraño. Deberían dejar de trabajar.
Todos sueltan la carcajada incluso Warley; se sientan a la mesa, mientras la abuela deposita los platos, Marcus juega un poco haciendo cosquillas al niño. La cámara se aleja a través de la ventana y se levanta hacia el cielo, donde los últimos rayos de sol se perfilan tras una serie de montañas que se ven a lo lejos. Sin cortar el cuadro, la cámara nos muestra ahora los primeros rayos, dando un giro de 180 grados horizontalmente, para mostrarnos la silueta del sol saliendo detrás de otro grupo de montañas. Regresamos a la cocina, donde ahora están la abuela y la pareja. Sentados los tres en la mesa, con tazas de café frente a ellos.
-Todavía no entiendo cómo pueden trabajar hasta los domingos – empieza a hablar Elza – Siento que es demasiado agotador, para ustedes y para Warley. El los extraña mucho.
-Mamá- interrumpe Marcus – Ya te dijimos que es necesario un día extra y nos pagan el doble de lo de un día normal. Tú sabes que necesitamos dinero, apenas tenemos para vivir al día. Y Warley iniciando la escuela, empiezan más gastos. No podemos dejarlo.
-La divina providencia nos ayudará – repone Elza – Dios nunca abandona a los más necesitados. Acuérdate hijo, Dios aprieta pero no ahorca.
-Pues mientras nos suelta, seguiremos trabajando – Dice Patricia, mientras se levanta de la mesa – Y apúrate Marcus, que se nos hace tarde.
-Ya voy – Responde Marcus, luego se dirige hacia su madre – Warley no tiene permiso para salir, ayer estuvo mucho tiempo afuera.
- Pero quedó de ir hoy a sus clases de guitarra – Replica Elza.
- ¿Cuáles clases de guitarra? – Pregunta Marcus – No le hemos pagado ninguna clase de música.
- El padrecito de la parroquia se encargará, le enseñará muchas cosas, entre ellas a tocar la guitarra.
- ¿Pero va a ir sólo? – Se oye la voz preocupada de Patricia.
- Su amiguito Miguel va con él, creo que su papá los llevará en coche.
- Si Don Hernán viene por él, entonces que salga. – Sentencia Marcus con voz autoritaria.
-Está bien m’ijo, está bien. – Termina Doña Elza, mientras su hijo y nuera salen de la cocina.
Empieza la segunda pieza de la banda sonora, y la secuencia mostrada es de doña Elza realizando algunas tareas hogareñas. Barre, Lava, Regresa a la Estufa, Después se encuentra sentada en un sofá frente a la tele, cuando oye la bocina de un auto. Se asoma a la ventana y se logra ver un Ford Focus en color petróleo. Elza saluda con la mano, y luego volteando hacia el interior de la casa, grita:
-¡Warley, llegaron por ti! ¡Apresúrate!
Se oye desde afuera la voz del niño.
-¡Ya voy Abue! Sólo me pongo mis zapatos.
Doña Elza abre la puerta que da hacia la calle, Warley sale corriendo hasta llegar al coche. Dentro le espera otro niño más o menos de la misma edad, le abre la portezuela y se acomodan dentro. El hombre al volante arranca el coche, y se alejan mientras Elza se despide con movimientos de la mano.
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Empezamos ahora una secuencia, acompañada del tercer tema del score, que muestras algunos cuadros con la catedral de la arquidiócesis en Sao Paulo, nos acerca lentamente a la casa Episcopal, al lado de la construcción catedralicia. El cuadro cambia al interior, en la oficina del Arzobispo Claudio Hummes, el cual se encuentra en su escritorio, leyendo atentamente un escrito. Llaman a la puerta, y levantando el rostro dice:
-Adelante – mientras toma las hojas y las mete en un cajón debajo del escritorio. Cruza las manos sobre el mismo y espera. Entra un sacerdote con la sotana negra, claramente se nota que se trata de un padre de corta edad. Recién ordenado.
-Disculpe Señor Arzobispo – dice tímidamente – Acaba de llegar una carta del vaticano.
- ¿Del vaticano? – pregunta extrañado el cardenal.
- Si monseñor – responde el cura – Viene en carácter de urgencia y secreto. Trae el sello de una bula papal.
-Tráigala enseguida – ordena inmediatamente el obispo – Debe ser de suma importancia.
El sacerdote entra ya con el sobre en la mano, y se lo entrega. El obispo hace un ademán para que se retire. El cura sale, cerrando la puerta tras de sí. El cardenal Hummes, rompe el sello del Vaticano, saca la carta y lee en silencio. Se pone en pie, camina a través del despacho hasta llegar a un caro estante lleno de archivadores, toma uno, en cuyo lomo podemos leer claramente “Mandatos Legales”. Lo abre, mete la carta en él, vuelve a ponerlo en su lugar original. Y regresa al escritorio.
Luego tenemos una secuencia, donde vemos el paso del tiempo en dos estaciones, de primavera (árboles verdes) a otoño (hojas cayendo). Clara metáfora de que han pasado alrededor de 6 meses.
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Regresamos a la casa de la familia de Elza, se encuentra ella en el patio lavando algunas prendas, con su característica sonrisa y tarareando una canción. El pequeño Warley llega corriendo, y saluda.
-¡Hola abuelita! – dice mientras se acerca y planta un beso en la mejilla de Elza.
-Hola hijo – responde cariñosamente la abuela- que bueno que has llegado, apúrate que dentro de poco nos vamos a misa. Es domingo y no debemos faltar. Ya te dejé la ropa limpia sobre tu cama.
- Abuelita – dice el niño tímidamente - ¿Te puedo decir un secreto?
- Pero claro hijo – responde Elza – También somos amigos, y los amigos nos confiamos las cosas.
El niño acerca sus labios al oído de Elza, y dice en una voz casi imperceptible.
-Ya sé hacer el amor – Retira su rostro inmediatamente. La sonrisa de Elza se borra inmediatamente, se torna un poco púrpura y entre balbuceos sólo dice:
-Pero que cosas dices hijo, vete a cambiar ándale.
El niño entra a la casa dando brincos, el rostro de Elza denota preocupación. Tiende unas últimas prendas y luego también entra a la casa.
Cambiamos al interior de la capilla, el padre Tarcisio celebra, los miembros del coro de la iglesia, con guitarras, cantan juntos el padrenuestro (tema 4 de la banda sonora). Elza y su nieto están sentados hacia mitad de la multitud, varias personas intentan seguir el canto, pero Elza no lo hace, mantiene la boca cerrada, y los ojos llenos de preocupación, corren unas lágrimas por sus mejillas, baja la mirada hacia su nieto, quien la mira extrañado. Elza esboza una sonrisa, aunque ésta se le nota muy forzada.
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Cambiamos a la casa de la familia, Warley se encuentra tumbado en el suelo jugando. La cámara enfoca su rostro, en sus ojos notamos una imaginación soñadora, sus juguetes cambian entre sus manos constantemente hasta que de pronto:
-¡Warley!- se oye el grito de Marcus. (Tema 5 del score) El niño levanta la mirada, el susto se hace presente en su mirada. Se levanta y echa a correr hacia la cocina. La cámara sigue sus pasos, al llegar frente a sus padres, toma un plano general, Marcus tiene el rostro muy serio, mientras Elza y Patricia tienen los ojos inundados en lágrimas.
- En este momento – empieza Marcus con una voz que suena más a amenaza – Me vas a explicar porqué andas acusando al padre Tarcisio de semejantes cosas.
El niño abre los ojos mostrando una clara sorpresa, voltea hacia su abuela y grita:
-¡Te dije que no les contaras nada! – De sus ojos empiezan a asomar unas lagrimas – Dijiste que éramos amigos, que podía confiar en ti.
- ¡No le grites a tu abuelita! – el grito de Marcus viene acompañado de una bofetada que la gran mano adulta planta en el pequeño rostro. Warley se tambalea y cae hacia atrás.
-¡No! – Grita Patricia, corriendo y abrazando al niño – Deja que nos lo diga, tenemos que oírlo de su boca.
-¿Dices que mi madre es mentirosa? – Pregunta Marcus, la furia todavía no se apaga en su mirada - ¿También te pondrás de parte de este niñato?
-Por favor, Marcus – Suplica Elza, tomándolo de las manos – Escucha lo que el niño te diga, el puede contártelo todo. Yo no quise seguir escuchando.
- ¡Pero es obvio que se trata de una mentira! – Replica Marcus – Un invento de su pequeña imaginación, no puede ser simplemente. ¡Estamos hablando de un sacerdote!
-Precisamente por eso, hijo – repone la abuela – Si es verdad que el sacerdote lo ha hecho, es algo que no debemos tomar a la ligera.
Marcus hace un gran esfuerzo por calmarse, ya tiene lágrimas en los ojos y dice:
-Siéntate Warley, cuéntame, ¿Qué pasó?
El pequeño se sienta, pero no dice nada. La cabeza la mantiene baja. Marcus voltea hacia Patricia, y le hace un gesto de desaprobación. Patricia, toma al niño del rostro, y lo encuentra con su mirada. Un instante en donde apreciamos una mirada verdaderamente maternal, y empezamos a escuchar el tema 6.
-Dime hijo – suplica Patricia – Sólo dime sí o no. ¿El padre Tarcisio te hizo algo que tu no querías?
Las lágrimas corren a través de los ojos de Patricia y de Elza, Marcus sólo ve la escena, pero no puede esconder el dolor que se va mostrando poco a poco en su mirada. El niño baja la mirada, evitando la de su madre, y asiente despacio. Marcus cierra con fuerza los ojos, evitando mirar y moviendo la cabeza negativamente.
-¿Pero que te hizo?- pregunta Elza con una voz ahogada por el nudo que tiene en la garganta. Warley permanece cabizbajo y sin decir nada. De nuevo Patricia es la que interviene, aunque con gran dificultad que se hace notable en su quebrada voz.
-¿Te… te… - Patricia levanta la voz repentinamente - ¡Ese hijo de puta se atrevió a tocarte?!
Warley asiente de nuevo, sin subir la mirada. (Empieza el track 7) Un close-up nos muestra a Elza que se lleva ambas manos a la boca, el horror claramente se dibuja en su rostro. Y se oye el portazo, la cámara se aleja para mostrarnos a las mujeres y al niño dirigir la mirada a la puerta, Elza se percata inmediatamente, y grita:
-Marcus ¡No! – luego voltea hacia Patricia – El padre vive en la esquina, algo va a hacer, ¡Corre!
Elza y Patricia salen, la cámara sigue tras de ellas, al salir a la calle voltean hacia la esquina izquierda, y rápidamente se enfoca a Marcus golpeando fuertemente el zaguán gris, perteneciente a una casa pintada de blanco. Las mujeres corren hacia él, antes de que lleguen se abre la puerta, y el padre Tarcisio se asoma. Instantáneamente el puño de Marcus le da de lleno al rostro del padre, quien con la velocidad del golpe retrocede bruscamente, intenta cerrar la puerta, pero Marcus la empuja y entra a la casa. Patricia llega a la puerta, pero se queda allí mirando hacia adentro. Marcus propina otros dos golpes en la cara del sacerdote, mientras grita:
-¡Hijo de perra! ¿Cómo pudiste? ¡Es sólo un niño! ¡Maldito, hipócrita!
Patricia corre hacia ellos, toma a Marcus del hombro y lo jala.
-Ya Marcus – implora su voz – Déjale, lo acusaremos ante la justicia.
Marcus se levanta, y ambos miran hacia el piso, donde yace tirado el cura, quien tiene la cara manchada en sangre, que le sigue fluyendo de la nariz. Tarcisio se pone en pie, entre tambaleos, se limpia la nariz con el antebrazo pero no dice una palabra. Patricia sale de la casa, jalando a Marcus. Ya en la calle, Marcus rompe en llanto, Patricia lo abraza, depositando su cabeza en su hombro. Elza llora también mientras tiene al niño junto a ella, quien ve a sus padres y no puede evitar las lagrimas también. La escena se desvanece lentamente, hasta quedar en negro.
Regresa la pantalla, la escena muestra la pequeña salita de la familia, Patricia yace sentada junto a Elza con tazas de té ambas. Marcus entra a la sala, viene del pasillo que comunica a los cuartos.
-¿Se durmió?- pregunta Elza.
-Apenas lo conseguí. Mi hijo sigue muy asustado por lo que acaba de pa…- sus palabras se ahogan pues empieza a llorar apretando la voz. Patricia se levanta y lo abraza.
-Algo debemos hacer – dice Elza – Ese padrecito debe ser castigado por la ley. Debemos hablar con el obispo.
-Má – responde Marcus – Somos pobres, nadie nos hará caso.
-¡Pero es algo que no se puede quedar así!- exclama Elza – Algo debemos hacer. Iré temprano a hablar con don Hernán, seguro que le interesa porque su hijo también iba a clases de guitarra con el estúpido curilla imbécil – el rencor que expulsa en ese momento se deja sentir fuertemente en su tono de voz.
-¡Dios mío! – Dice Patricia – ¿Y si Warley no fue el único? ¿Y si hay más niños que han sido abusados por ese monstruo? ¡Oh Dios! No quiero imaginarlo.
-¿Qué clase de degenerado es este padre? – Pregunta Elza sin dirigirse a nadie en especial, luego dirige la mirada hacia arriba – Diosito, por favor, ayúdanos a vencer este problema, que esta pesadilla se aleje de nosotros…
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La siguiente secuencia toma lugar en el atrio de la capilla, el padre va llegando desde la calle, las señas de los golpes de la noche anterior son visibles. El ojo derecho está todo amoratado, y la nariz un poco hinchada. Tres personas están ya en la puerta, al ver al sacerdote corren hacia él.
-¡Padrecito! – exclama uno de ellos - ¿Pero que le ha pasado?
-¿Se cayó? – continúa otro.
-¿Se encuentra bien? – pregunta el tercero.
-Tranquilos hijos – repone Tarcisio – Lo explicaré antes de iniciar la misa.
Sin agregar más, entra a la capilla y los tres fieles se miran entre ellos con cara de interrogación. Uno de ellos se encoge de hombros, y se dirige hacia adentro, los otros dos le siguen.
Cambiamos ahora al interior de la capilla, que se encuentra llena de fieles cuchicheando entre ellos. De pronto todos se callan, cuando el padre entra desde el lado derecho del altar. Al ver su estado, todos exclaman un dejo de asombro, he inmediatamente empiezan los murmullos, incluso más fuerte que antes. Tarcisio levanta la mano derecha, y de nuevo reina el silencio, con una mueca de dolor en el rostro, empieza a hablar: (Al iniciar su discurso, empieza también el tema 8 del soundtrack)
-Queridos hermanos, no es mi afán despertar rencores, ni crear falsas conclusiones respecto al deplorable estado en que me encuentro. Sé que muchos se preguntan que puede ocasionar que un fiel servidor de la iglesia del Señor aparezca de esta manera. Siendo que no puede emborracharse, ni jugar ni caer en otras banalidades que el mundo exterior nos presenta y nos tienta. – Levanta la voz - ¡Esto, mis hermanos! No es sino el resultado de la imaginación de un niño, y por supuesto, de la escaza capacidad para pensar de los padres. Esto es la consecuencia de creer en todo lo que una pequeña mente maquiavélica puede crear con el afán de hacer daño. Esto es una muestra, mis hermanos, de cómo Satanás prueba día a día nuestras pobres almas, y como muchos somos capaces de dejarnos llevar por nuestros instintos.
-¡¿Pero quién le ha hecho eso? – Se oye el grito de una mujer desde las bancas, al acercar la cámara, descubrimos que es Esperanza, la vieja amiga de Doña Elza.
-Hermanos – repone el cura – Repito que no es mi intención generar disgustos y rencores, pero debo decirlo, para estar atentos como dice el evangelio. Estén atentos porque no saben el día ni la hora. – Luego cierra los ojos aparentando que lo que está a punto de decir le es difícil - Hermanos, debo decir que es la familia de nuestra hermana Elza, los que dejados llevar por la simple afirmación de un niño, han cometido este acto de atroz violencia en mi contra, y siguiendo el ejemplo de Jesucristo, no puse resistencia… - Las palabras de Tarcisio quedan apagadas, pues el grupo de fieles se levanta en gritos, discusiones entre ellos, no se puede distinguir ni una voz, el alboroto es mayúsculo.
El sacerdote se ve obligado a gritar ante el tremendo barullo que se ha formado en la capilla.
-¡Hermanos! – Ante el grito, de nuevo todos se callan – Les informo que el señor Arzobispo Claudio Hummes, ha sido informado de esta situación. Por lo que ha ordenado mi inmediato retiro de esta comunidad. No puedo arriesgarme a otra situación de estas. Así que, con gran dolor de abandonarlos hermanos, al terminar nuestra santa misa, partiré hacia Sao Paulo, en pocos días llegará otro sacerdote que sabiamente sabrá seguir en el camino que este día abandono. Así que sin más que decir, queridos hermanos, iniciemos con nuestra santa misa. En el nombre del padre, del hijo….
Todos de pie, siguen el ejemplo del sacerdote. Se observan entre la muchedumbre, algunas señoras que todavía murmullan entre sí. Se hace presente la tensión en todos, la cámara recorre el pasillo de la capilla, mostrando una vista general de todos. Para salir por la puerta principal, elevarse y perderse en el cielo nublado.
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Regresamos a la casa de Doña Elza, en la salita solo está la joven pareja, todavía con la ropa de la noche anterior, las ojeras saltan a la vista. Y se nota el cansancio. Después de algunos segundos, se oye un coche estacionarse en la calle. Ambos prestan más atención.
-Creo que ya llegaron – dice Patricia, mientras se dirige a la puerta y la abre. Doña Elza se acerca, luego se aparta dejando entrar al hombre que unos días antes recogiera a Warley, es el papá de Miguel su amigo. El hombre entra, saluda a Patricia y a Marcus, quien le ofrece asiento.
-¿Desea algo de tomar?- pregunta Patricia – ¿Un café, o una copa?
-Muchas gracias, estoy bien – responde Hernán – He venido porque la verdad me interesa y me alarma la situación de su hijo. Doña Elza me ha contado todo lo que pasó, en verdad, lo siento mucho.
- Gracias – dice Marcus – Estamos devastados con este problema, como se imagina…
-Por favor – interrumpe Hernán – No me hable de usted, nuestros hijos son amiguitos, seamos amigos nosotros también.
- Muchas gracias – continúa Marcus, sorprendido por la intervención de Hernán – Como te iba diciendo, es muy doloroso. Y pensamos que otros padres deberían saberlo también. Pero eres el único del que sabemos que su hijo también tomaba clases con ese degenerado.
- No eran muchos los niños – sigue Hernán – Yo mismo pasé a dejar a Warley y a Miguel en la parroquia, no sobrepasaban los diez. Pero aún así se me hace extraño, porque he interrogado a Miguel y me ha dicho que nunca el padre le ha hecho nada. ¿Warley no ha dicho nada más?
-Mi niño no quiere hablar – esta vez es Patricia la que habla – está muy asustado, dice que no quiere que nadie lo sepa, que le da vergüenza. Y es apenas una creatura, Dios mío, no sé qué vamos a hacer.
-Por lo pronto Doña Elza y yo hemos pasado con la policía. Sin embargo no pudimos hacer nada.
-¡¿Qué?! – exclaman al unísono Marcus y Patricia.
-El oficial pidió que ustedes estén presentes. Debemos levantar una denuncia, para que vean si pueden hacer algo – responde Hernán – Afortunadamente, soy amigo de un juez del distrito, así que su declaración puede ser hoy mismo.
-¿Pues qué esperamos? – Dice doña Elza, que ha estado escuchando toda la conversación – Vayamos inmediatamente. Don Hernán nos puede llevar en su coche.
-Mamá, por favor – dice Marcus – Bastante ha hecho Don Hernán al venir a informarnos.
-No se preocupen – repone Hernán – Si les puedo ayudar de esa manera, tengan por seguro que lo haré. Los acompaño con la policía, si voy será más fácil que los atiendan.
- Hernán, en serio muchas gracias – continúa Marcus – No sé cómo te pagaremos esto que haces por nosotros.
-Ya habrá tiempo para eso, por ahora apurémonos para levantar la denuncia.
-Pero Warley está dormido – dice Patricia – No quiero despertarlo, prefiero que descanse.
-Yo me quedo hija, ustedes vayan rápido. Antes de que otra cosa suceda – termina doña Elza, mientras abre la puerta. Hernán y la pareja, salen y se suben al coche. Se enfilan hacia el centro del pueblo.
Doña Elza se queda unos segundos viendo al coche alejarse, luego se percata que su amiga Esperanza también está viendo desde la ventana de su casa. Una sonrisa ilumina su rostro, y se acerca:
-Ay Esperanza – Empieza Elza – No sabes la pesadilla que estamos viviendo.
-Sí, ya lo sé – responde Esperanza con una voz fría – Por culpa de ustedes han cambiado al padrecito. ¡Deberían avergonzarse!
La sonrisa de Elza se borra inmediatamente se su rostro, dando paso a la incredulidad. Inicia el tema 9 de la banda sonora.
-Pe… pero no hemos hecho nada malo. El cura cometió un pecado contra mi nieto.
-Vaya, y ustedes ilusos van y le creen a un pequeñajo ¿no? Cómo si fuera la primera vez que miente.
-¡Mi nieto no es ningún mentiroso! – Exclama Elza – Ha sufrido un abuso por parte del padre Tarcisio, y está muy afectado.
-Pero Elza, por Dios, ¿de dónde han sacado semejante estupidez? ¡Es un sacerdote! Está al servicio de Nuestro Señor, jamás haría una aberración como esa.
-Mi nieto fue abusado – replica Elza con la voz amenazante – Y si tú, vieja chismosa, no quiere creer, no me interesa. A mí sólo me importa que castiguen a ese animal.
-¡Ja! – Repone Esperanza – Ahora resulta que yo soy la chismosa, pues mira que mi conciencia está limpia, porque no es mi culpa que un siervo de Dios abandone su misión. Y tú estás pecando al levantarle falsos, y te irás al infierno por eso, ¡maldita!
Elza no resiste más, se da media vuelta y regresa a su casa, cuando entra, vemos que se seca los ojos con un extremo de su vestido. El cuadro cambia al interior, Elza cierra la puerta detrás, se recarga sobre la pared, y llora más fuerte.
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La siguiente escena empieza en la estación de Policía, en su interior. Se ven 3 escritorios con computadoras en ellos. Las secretarias hacen su trabajo, y varios policías entran y salen. Hernán, Patricia y Marcus están sentados en una especie de sala de espera. De una puerta que da hacia una oficina privada, sale el oficial Guillén y se dirige hacia ellos.
-Hernán – saluda de mano – qué bueno que han regresado.
-Gracias Marcelo – contesta Hernán – Vienen conmigo los padres del niño. Son ellos, Marcus y Patricia.
El oficial los saluda a ambos, y luego lanza un suspiro.
-Señores, será mejor discutir esto en privado. Por favor, pasen a mi oficina en seguida estoy con ustedes.
Los tres se dirigen a la puerta por donde salió Guillén, entran y la cámara sigue con ellos, se sientan frente al escritorio y esperan. Después de algunos instantes, entra el oficial Guillén, lleva en su mano un sobre oficio, se sienta del otro lado y empieza:
-Miren, no quiero ser pesimista, ni amargarles más esta situación. Pero debo ser completamente sincero con ustedes…
-Por favor – interrumpe Marcus – Hable sin rodeos, diga que es lo que tenemos que hacer para levantar la denuncia.
-Si – continúa Marcelo – tranquilícese por favor. La cosa es que… no podemos levantar denuncia alguna.
-¿Cómo? – se sorprende Marcus poniéndose repentinamente en pie – ¡Pero ese imbécil ha abusado de mi niño! ¿Cómo es que no podemos levantar la denuncia?
-Tranquilo por favor señor – repite Marcelo – Siéntese y deje que les explique la situación. Por favor, Marcus.
Marcus se sienta, Patricia lo toma de las manos y le acaricia. Voltean hacia el oficial, esperando la explicación.
-El padre Tarcisio – comienza a relatar Marcelo – llegó hace seis meses a la comunidad. Y nunca nadie supo porqué al padre Pierre lo habían cambiado sin previo aviso. A todo el mundo se le hizo extraño, sin embargo nadie se molestó en indagar el tema y el asunto quedó allí. Esta mañana, cuando su madre – se dirige a Marcus – y Don Hernán han venido a levantar la denuncia, el padre Tarcisio se marchó hacia Sao Paulo, al parecer por mandato del señor Arzobispo, Don Claudio Hummes.
-¿Pero cómo es posible? – pregunta Patricia.
-Por favor señora – pide Marcelo – déjeme terminar. Cuando supe que el cura se había marchado, llamé a la Arquidiócesis pidiendo información. Afortunadamente me atendió Don Claudio en persona…
La escena cambia a la oficina del Arzobispo, la fotografía mostrada con una escasa saturación de color, nos indica que se trata de un flashback. Durante el cual, escucharemos el tema 10 de la banda sonora.
Don Hummes se encuentra sentado al escritorio, llaman a la puerta y entra el sacerdote que funge como su asistente.
-Señor, tiene una llamada del oficial Guillén, de la estación de Annapolis.
-¿La policía? – Cuestiona el arzobispo, el sacerdote se encoge de hombros y le entrega el aparato - ¿Diga?
(Alternamos cuadros entre la oficina del arzobispo y la oficina del oficial durante la conversación)
-Señor Arzobispo, soy el oficial Marcelo Guillén, de la estación policial de Annapolis.
-¿Qué se le ofrece?
-Estoy solicitando informes del padre Tarcisio Tadeu Spricigo, que trabaja en la parroquia de esta población. Tengo entendido que usted ha ordenado su repentino traslado a Sao Paulo.
-Efectivamente oficial – responde Don Claudio – El padre Tarcisio no tarda en llegar a esta casa. Yo ordené que viniera, por si no lo sabe el cura fue atacado anoche. No puedo permitir que uno de mis sacerdotes se arriesgue de tal manera.
-Señor obispo, lamento lo que le pasó al padre Tarcisio. Sin embargo, debo informarle que el mismo debe regresar a Annapolis. Tenemos una investigación pendiente que indica que al padre abusó de un menor. Creo que eso usted no lo sabía.
-Oficial, estoy consciente de esa información.
-¿Disculpe? – Dice Marcelo con incredulidad - ¿Usted sabía que el sacerdote ha abusado de un menor, y aún así ordena su traslado? ¿Sabe que está obstruyendo el ejercicio de la justicia?
-Mi querido oficial – repone sin inmutarse en lo mínimo - ¿Ha escuchado acerca de Crimen Sollicitiatonis?
El oficial, sin quitar el auricular de su oído, se acerca a su computadora, abre el navegador y teclea la palabra en el buscador. Mientras dice:
-No señor, no he escuchado nada de eso. Ah! Espere – empieza a recorrer con el dedo las líneas de texto en el monitor, menciona sólo algunas palabras de las que va leyendo – Penitencia… excomunión… un mes…
Después de una pausa, el Arzobispo pregunta:
-¿Y bien oficial? ¿Ha entendido?
-Pero esto es sólo ante la situación de que el fiel no acuse al sacerdote pecador. No protege al sacerdote de ninguna manera.
-Oficial – replica el arzobispo – No sólo es eso, el cardenal Ratzinger desde el vaticano, ha ordenado otro documento, todos los casos de pecados sexuales deben ser tratados directamente con el vaticano. Ninguna otra organización debe inmiscuirse en estos casos.
Mientras el obispo da la explicación, Guillén escribe en el buscador “Tarcisio Spricigo”, cuando ve los primeros resultados abre la boca en una pequeña mueca de sorpresa.
-Señor Arzobispo, usted mandó al padre Spricigo hace seis meses a esta comunidad. ¿Puedo preguntarle el motivo? Le recuerdo señor, que no aceptaré una mentira, y que esta conversación está siendo grabada.
-Si lo quiere saber – replica Don Claudio – se lo diré. A Spricigo lo cambié de parroquia, porque aquí en Sao Paulo tuvo también una acusación de pedofilia.
-¿Cómo?- exclama Marcelo - ¿Me está diciendo que ya ha habido una situación similar? ¿Y no han hecho nada? Y aún así, envió al padre Spricigo a esta comunidad, ¿sabiendo que podía cometer de nuevo sus fechorías?
-¡Creí que estaba curado! – Dice Don Claudio – estuvo durante un mes en ejercicios espirituales, pensé que eso serviría…
-Increíble – interrumpe Guillén – Un hombre que se supone sabe lo que hace, y manda a un pedófilo porque cree que está curado – las últimas palabras las enfatiza.
-Señor oficial – repone el Arzobispo – Me arrepiento sinceramente de esa decisión que tomé, sin embargo le reitero que ustedes no pueden hacer nada, a menos que el padre sea excomulgado. Pero debemos tener pruebas, y créame, la palabra de dos niños no es suficiente.
-Arzobispo – continúa Marcelo – Estoy profundamente decepcionado de usted, y de la organización eclesiástica. Pero quiero que sepa, que mi organización no descansará hasta ver a ese engendro tras las rejas. Y será mejor que empiece a indagar, que resultará mejor para usted si coopera – Sin esperar respuesta, el oficial cuelga el teléfono.
Regresamos a la oficina de Marcelo Guillén, ya la línea del presente. Hernán y la pareja han estado escuchando al oficial. Unos segundos en los que nadie dice nada, solo miran fijamente asimilando lo que el oficial acaba de relatar. Finalmente es Marcus el que habla:
-Pero lo conseguirán ¿verdad?- los otros tres lo miran – Quiero decir, la Arquidiócesis investigará y llegará a la conclusión de que merece la excomunión.
-No lo sabemos Marcus – dice Marcelo moviendo negativamente la cabeza – La iglesia tiene sus propias mañas, y no sé si se atrevan a cooperar. Usted lo ha escuchado, lo envió porqué pensó que estaba curado.
-¡Qué estupidez por Dios! – Habla Patricia – Y pensar que personas así dirigen a los fieles. Oficial, muchas gracias por la información, pero le rogamos que no lo deje estar, tenemos que castigar a ese canalla.
-Señora mía – repone Guillén – Mi equipo seguirá trabajando, tenemos que lograr algo, por mínimo que sea, pero esto no se queda aquí. Ahora si me disculpan, tengo que atender otro asunto.
Marcus, Patricia y Hernán se levantan de sus asientos, le dan la mano al oficial y salen. La cámara regresa a la cara de Guillén quien los mira con aprehensión, lanza un suspiro y empieza a leer un documento. La pantalla se funde en negro.
---o---
Con el negro todavía de fondo, aparece un subtítulo en el centro de la pantalla “2 meses más tarde”, e inicia el tema 11 del score.
La cámara enfoca en pequeños flashes al padre Tarcisio, hay varios niños sentados a su lado, se encuentran en el atrio de la capilla.
-Vamos niños, que ya es tarde. A casa, mañana le seguimos.
Varios niños salen hacia la calle, Warley intenta seguirlos pero el padre lo toma del hombro.
-Escucha Warley, yo vivo cerca de tu casa, en la misma calle. Si quieres podemos ir juntos.
Miguel, el amigo de Warley, regresa y le grita:
-¡Apúrate, ya llegó mi papá!
Warley voltea, ve al padre e intenta correr de nuevo. Pero el padre lo jala hacia él:
-Mira, en mi casa tengo unos juguetes. Cuando llegues a tu casa, no entres, y me esperas afuera, ¿de acuerdo?
Warley asiente y sale corriendo para meterse en el coche de Hernán. Luego, está en la calle, llega el padre Tarcisio y lo invita a entrar. Warley entra, el padre cierra la puerta, y se dirige hacia él…
-No temas, Warley – su voz se oye intensa y manipuladora – este será nuestro secreto.
La cámara cambia bruscamente, Warley se levanta agitado y descubre que estaba soñando. Tiene la frente empapada en sudor, cierra los ojos y en ese momento entra doña Elza a la habitación.
-Ah! Qué bueno que te encuentro ya despierto, ándale que hay que ir a la escuela. ¿No estás emocionado?
-Si abue – contesta Warley con voz somnolienta.
-Ándale pues hijo, lávate los dientes y te pones el uniforme que te acabo de planchar – Elza se inclina y besa la mejilla del niño, que sonríe y más animado se dirige al baño.
Después tenemos una serie de escenas, con Warley y la abuela caminando por la calle, rumbo a la escuela. (Escuchamos el track 12 del score) Luego en la puerta, donde una profesora los recibe, a la abuela despidiéndose y a Warley entrando al salón de clases. El cual está lleno de niños de la misma edad, se saludan entre ellos, pues la mayoría se conoce unos a otros. Sin embargo, cuando Warley se acerca a uno de sus compañeros, este voltea, lo ve de arriba hacia abajo, y luego se retira. Warley no dice nada, y se sienta. Entra la profesora, y saluda a todos. La cámara sale del salón de clases, y enfoca un reloj de manecillas en el pasillo, que muestra las 9:15 de la mañana. El cuadro se fusiona cuando las manecillas marcan la 1 en punto, una tropa de niños sale corriendo, pero Warley lo hace despacio, con la cabeza un poco baja, y sin hablar a nadie. Sale hacia la calle, y se dirige hacia su casa.
Después de unos momentos en los que va sólo, un grupo de seis niños lo alcanzan; el que parece el cabecilla le golpea la nuca de un manotazo. Todos se ríen, pero Warley no dice nada. Luego otro grita en tono burlón:
-¡Warley palote, la esposa del sacerdote! – todos los demás se ríen, y después empiezan a corear al primero.
-¡Warley palote, la esposa del sacerdote! ¡Warley palote, la esposa del sacerdote!
Warley se echa a correr, pero los niños siguen detrás. Va corriendo y llorando, no voltea, pero sabe que los otros van siguiéndole, aprieta el paso hasta llegar a la puerta de su casa, abre y entra. Cierra la puerta y sigue llorando, doña Elza se da cuenta de que ha entrado y que está llorando. Corre a abrazarlo, y dice:
-Hijo, pero ¿Qué te pasa? ¿Por qué vienes así?
El niño no contesta, pero no porque no quiera, si no porque no puede articular palabra, pues el llanto ahoga su voz. Doña Elza lo toma de los hombros, y lo sacude.
-¡Hijo! – Le grita – Por el amor de Dios ¿Qué tienes? ¡Habla!
Inevitablemente Elza también empieza a llorar, el niño se calma por un segundo, pero sólo aspira y luego grita:
-¡Me quiero morir, abuelita! – el grito es tan desgarrador, que doña Elza lo suelta de la impresión – Me quiero morir, ya no quiero esto, ya no…
La abuela vuelve a bajar y a abrazarlo con ambos brazos, lo refugia en su pecho, trata de calmarlo. Y entre sollozos dice:
-Ya hijo, cálmate, no digas eso. Hijo, no lo digas. Por favor hijo, no hagas caso de nada, cálmate.
El niño sigue llorando, Elza continúa abrazándolo y llorando también, lo mece con cariño. Le ayuda a levantarse, se sienta en la sala y apoya al niño en su regazo. Este cuadro se fusiona con la escena donde el niño ya está dormido. Aún así, Elza sigue acariciándole, cuando se da cuenta que el niño ya duerme. Dice para sí misma, pero voz alta.
-Mi niño, ¡Cuánto has sufrido! Y todo por culpa de ese maldito. ¡Qué bien ha de estar en Sao Paulo ese malnacido! Pero yo te juro, hijo, que seguiré peleando. Yo misma enfrentaré a ese maldito…
Se oye que llaman a la puerta, Elza acuesta al niño en el sofá y abre. En la puerta se encuentra Esperanza, lleva una bandeja en las manos. Al ver a Elza, pregunta:
-¿Puedo pasar?
-Adelante – contesta Elza, aunque de manera fría, ya adentro Esperanza se sienta y Elza continúa - ¿Qué se te ofrece?
-Ay Elza – empieza Esperanza, la verdad no sé por dónde empezar. Bueno, primero te vengo a pedir disculpas por mi actitud, no sabía lo que en verdad estaba pasando y me dejé llevar por el discurso del padre…
-Y mientras ya me trataste de chismosa.
-En serio Elza, discúlpame, tú sabes que a veces ya no pienso bien. Que me dejo llevar mucho por la gente y por lo que dice. Además sabes que soy muy chismosa. Y bueno… Para compensar lo que te dije, aunque sé que no es suficiente, te traje estos pasteles, para ti y para Warley.
-Muchas gracias – responde Elza – No es fácil perdonarte, por lo que hiciste. Pero al menos entérate que no te guardo rencor. Sólo el tiempo dirá si podemos ser amigas.
- No sabes cuánto significa tu amistad. Gracias en serio – Esperanza, tan dramática como siempre, se levanta y abraza a Elza, ella solo le da unos golpecitos y luego se separa. Esperanza continúa - ¿Y cómo está Warley? Lo vi corriendo hace un rato, y una pandilla de niños tras él.
-Está sufriendo mucho – contesta Elza – No aguanta las burlas de sus compañeros, imagínate que cuando llegó me dijo que se quiere morir.
Esperanza se hace la señal de la cruz mientras exclama:
-¡Por Dios Santo! Tan pequeñito y ya piensa en esas cosas – Luego dice con voz animada – Debemos hacer algo Elza, si la policía no hace nada, nosotras lo haremos. ¡Vamos tras el padrecito ese! (Empieza el tema 13 de la BSO)
-Esperanza, por favor. ¿Qué pueden hacer dos viejas como nosotras? No no no, que la policía se encargue. Yo no quiero meterme en nada.
- Pero hace rato alcancé a escuchar que enfrentarías tú misma al padrecito ¿No?
-Bueno – dice Elza – Sí, lo dije. Pero pues por el coraje y el sentimiento.
-Pues por ese mismo coraje, tenemos que ir. Ándale, vamos a Sao Paulo y hacemos que ese maldito confiese. Mira, yo te ayudo, tengo una idea….
Esperanza sigue hablando, sin embargo sus palabras se hacen incomprensibles mientras la música incrementa de volumen. La cámara se aleja lentamente.
---o---
De nuevo tenemos tomas del exterior de la catedral de Sao Paulo; luego enfocamos a las dos mujeres, que se encuentran en la puerta de la casa contigua a la construcción catedralicia. Esperando a que alguien abra. La puerta es abierta por una monja, viene vestida de color café, con la cofia blanca que le cubre toda la cabeza. Al ver a las señoras, sonríe y pregunta.
-¿Digan hermanas, qué se les ofrece?
Esperanza se adelanta, en otra más de sus muestras de ansiedad.
-Buenas tardes madrecita, estamos buscando al padre Tarcisio.
-¿Tarcisio? Me temo que no se encuentra, salió muy temprano con el señor Arzobispo.
-¿No sabe a qué hora regresarán? – pregunta Elza.
-La verdad no tengo idea, hermana. Si gustan pueden dejar un recado y yo se lo doy cuando llegue.
-Ay hermana – dice Esperanza – Las palabras que tenemos que decirle, tenga por seguro que de su santa boquita nunca saldrán.
-¡Esperanza! – Exclama Elza – Discúlpela, madrecita. No piensa antes de hablar.
-No se preocupe hermana – la tranquiliza la monja, luego frunce el entrecejo y dice – Así que vienen a reclamarle algo al padre ¿eh?
-Pues cómo no podemos reclamarle – replica Esperanza – Si se atrevió a tocar a un ángel del señor.
-¿Perdone? – Se extraña la religiosa, pues no entiende las palabras de Esperanza - ¿Cómo es que se atrevió a tocar a un ángel…
-Pues a un niño – interrumpe Esperanza, Elza vuelve a mirarla en son de advertencia – No me diga que no sabe de lo que hizo ese patán allá en Annapolis.
Elza le toma el hombro mientras dice:
-Esperanza, ya es tarde, Creo que tenemos que irnos – Luego se dirige hacia la monja – Muchas gracias por su tiempo madre, luego regresamos.
Las mujeres se alejan por la calle, la madre Paz se queda mirándolas hasta que doblan en la próxima esquina. Se mete, y la cámara cambia al interior para mostrarnos que cierra la puerta por dentro. Su mirada es de duda, piensa unos segundos, luego mueve rápidamente la cabeza, como tratando de eliminar los pensamientos que tiene en ese momento. Y se dirige a la cocina, donde están otras dos hermanas religiosas haciendo las labores.
-¿Quién era Hermana Paz? – pregunta una de ellas.
-Dos mujeres, hermana Concepción, – contesta – que venían a ver al padre Tarcisio, según para reclamar.
-¿Reclamar? – Pregunta la tercera - ¿Pero qué pueden reclamar esas mujeres a un sacerdote?
-Hermana Cristina – contesta la madre Paz – No quiero pecar ni levantar falsos testimonios, pero una de ellas mencionó algo de un abuso a un niño.
-¡Madre de Dios! – Exclama la madre Concepción – Pero cómo es posible que levanten semejante falso en contra de un siervo de Dios.
-No lo puedo creer – secunda la hermana Cristina – Si bien digo que la gente ya no es como antes. Antes se respetaba a los curas.
-Hermanas – dice la madre Paz – Estas mujeres se veían muy serias, por supuesto no lo afirmo. Pero ¿Qué pasaría si esa acusación es verdadera? ¿Qué pasa si el padre Tarcisio abusó de un angelito?
-Por Dios hermana – interrumpe la madre Cristina – Aleje esos pensamientos de su mente, un ministro de la Iglesia sencillamente no puede hacer eso, ¡es algo ilógico!
-Tienes razón hermana – responde Paz – Por un momento me dejé llevar por el momento. Sigamos en nuestras labores.
-Por cierto – dice la madre Concepción – El Señor Arzobispo me pidió que limpiáramos las habitaciones, yo puedo continuar en la cocina.
-Está bien hermana, limpiaré el cuarto del Arzobispo – responde la madre Paz, luego habla hacia la madre Cristina – Usted hermana, ¿Puede limpiar la del padre Tarcisio?
-Por supuesto – afirma la madre Cristina – Estará limpia antes que lleguen.
Las hermanas Paz y Cristina salen de la cocina, suben por las escaleras, y se meten a dos habitaciones contiguas. La toma se centra en la hermana Cristina, quien saca del baño del cuarto un balde con agua, una escoba y un sacudidor. Levanta la alfombra, barre y junta la basura en una bolsa, luego jala las sábanas de la cama. Al hacerlo, de la parte baja de la almohada sale una hoja, de lejos se puede ver que está manuscrita. (Tema 14) Extrañada, la madre levanta la hoja, y empieza a leer en voz alta:
-Edad: siete a nueve años. Sexo: masculino. Condición: pobre, de preferencia sin padre. Sin escrúpulos sexuales…
Los ojos de la religiosa muestran una intensa incredulidad, traga saliva y continúa:
-Métodos de acercamiento: clases de guitarra, coro, monaguillos. Formas de guardar el secreto…
La hermana no puede continuar, se da media vuelta con la hoja en mano, sale de la habitación gritando:
-¡Hermana Paz! ¡Hermana Paz!
La cámara no sale con ella, se queda fija hacia la puerta. Después de unos segundos, la fotografía se torna en escala de grises y un subtítulo muestra el siguiente texto, mientras empieza el tema “Sound of Silence”:
Después de descubrirse el <> del padre Tarcisio, el Arzobispo Don Claudio Hummes no pudo hacer nada. La policía capturó al sacerdote, y el juez NNN dictó una sentencia de 15 años en prisión. Su condena empezó en 2005”
Al niño Warley, se le prestó atención Psicológica a petición de doña Elza, quien afirmó que el niño podía crecer con secuelas de su terrible experiencia”
Su Santidad, Benedicto XVI, envió a Brasil una comisión especializada para investigar casos de pedofilia por parte de sacerdotes católicos. Las cifras son escalofriantes. Más de 1700 sacerdotes fueron inculpados por delitos de índole sexual en agravio de menores de edad.”
Dedicada a todos los niños del mundo”
La pantalla se funde en negro, y mientras aparecen los créditos finales, seguimos escuchado el tema Sounds Of Silence.

Notas del director:
·         La historia no es ficticia, los 3 personajes principales existen de verdad. Los secundarios, tales como los padres del niño, Don Hernán, El oficial Guillén, fueron creados y adaptados para mejor desarrollo de la historia. En el papel de Judi Dench, se representa a la población de la comunidad, que en esos momentos se puso en contra de Doña Elza.
·         A pesar de ser basada en hechos reales, no significa que toda la historia lo sea. Las conversaciones fueron creadas por un servidor, esperando no herir susceptibilidades. Además de agregar algunas escenas para mayor realce de la historia.



4 comentarios:

  1. Qué historia dura! y realmente espanta saber que es cierta, que casos como estos se dan a cotidiano y no sólo en el ámbito religioso sino también de la educación, dos ámbitos que ciertamente son de los más aberrantes si se tiene en cuenta a lo que deberían apuntar.
    Pero puestos a la historia en sí, me fascinó no solo el reparto y la música sino que me ha parecido una de las más cinematográficas que he leído. Uno puede imaginarse hasta en detalle cada escena, cada gesto.
    Muy bien lograda y sobretodo es increíble cómo guardando un lenguaje localista por momentos, no descuadra con el reparto más bien americano! jajaja eso me sorprendió, señal que está muy bien lograda. Felicidades!

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  2. Me ha gustado mucho! Se retrata muy bien los personajes y acciones que estos develan y realizan, la música está excelentemente seleccionada (merecidisima nominacion) y el reparto está perfecto. Los diálogos de igual manera están fluidos y bien elaborados. El personaje de Mirren es de destacar ampliamente, muy buena en realidad.

    Felicidades!

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  3. El hecho que sea basada en hechos reales, nos hace pensar en lo macabra que pueden ser algunas personas, y lo injusta y perversa que pueden ser algunas partes de las instituciones. La sociedad, no se queda atrás, haciendo un calvario la vida de las personas que sufren este tipo de maltrato. Y por supuesto, la historia queda en segundo plano, porque lo que contas es más importante que el cómo. Ahora pasando a la obra, yo la veo muy bien dosificada, entera, realista, con diálogos reales (y en este caso es archidificil lograrlo) y con una música que acompaña a la perfección. El reparto también me gustó, sobre todo Elsa, Esperanza, el niño, y Darin!!! Felicitaciones ;-)

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  4. La he leído de un tirón. Sabe impremir tensión a la historia y dejar pegado al lector/espectador. Un reparto muy cuidado para una historia excelente, escalofriante. Mis sinceras felicitaciones. Merecía más nominaciones. Qué grande está Mirren...

    Saludos!

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