sábado, 22 de mayo de 2010

Directed by 4: BONJOUR PROFESSEURE (Xavier Vidal) - España

Nombre: BONJOUR PROFESSEURE

Director:  Xavier Vidal de las Heras

PROTAGONISTAS:
MIGUEL: Romain Duris
JEANNE: Catherine Deneuve
MIGUEL NIÑO: Emile Berling
JEANNE JOVEN: Melanie Laurent
HERMANA DE MIGUEL: Charlotte Gainsbourg

REPARTO:

DAVID: Jean – Baptiste Maunier
ANNE (la directora): Charlotte Rampling
CHICO DISCOTECA: Jean-Hugues Anglade
NIÑO BAÑO: Roger Príncep
MARTIN JOVEN: Benoît Magimel
MARTIN ANCIANO: Jean-Paul Roussillon
JEANNE ALUMNA: Ivana Vaquero

BANDA SONORA:

Tres colores: Azul (Song for the unification of Europe)  http://www.youtube.com/watch?v=R6ON3iA_boQ escenas futbol
La doble vida de Verónica: http://www.youtube.com/watch?v=PI_BIS4DLZE&NR=1 escena flashback del baño – conversación en la cama
La doble vida de Verónica: http://www.youtube.com/watch?v=bX7QvNvB-sU&feature=related líneas del ordenador mientras Miguel escribe
Defiance: http://www.youtube.com/watch?v=Kmw0LLOVfHo&feature=related Miguel con el libro ya en la mano

CANCIONES:

L’hymne a l’amour de Edith Piaf http://www.youtube.com/watch?v=g0BhwCk0y3A flashback 3, casa de Jeanne mientras Miguel escribe.
L’un part, l’autre reste, de Charlotte Gainbourg http://www.youtube.com/watch?v=iSisOy3CQHQ títulos de crédito
Crying at the discotheque: http://www.youtube.com/watch?v=TWo8VraxwFA escena discoteca

 GÉNERO: Drama

ARGUMENTO: 1989: Miguel, aún en el instituto, no sabe que dentro de unos años estudiará Filología Francesa en la Universidad de Tarragona. 2008: Miguel empieza su primera semana como profesor, pero uno de sus alumnos descubre su secreto mejor guardado. Ello lo llevará a emprender un viaje, rescatar el alumno que en su día fue y descubrir el maestro que será.


Lìle (Francia) CURSO DEL 2008: PARTE 1

La pantalla se abre. Griterío. Vemos a Miguel (Romain Duris) entre la multitud, sentado en una gradería. La cámara se fija en su barba de cuatro días, su pelo repeinado y una ropa seria a la par que informal. Oímos Song for the unification of Europe (Tres colores: azul). Desde la espalda de Miguel vemos cómo el chico juega con unas hojas de papel que sostiene con interés. El bloque de folios se deja mecer por el efecto del aire y la canción llega a su parte más dramática. Una ráfaga de viento despeina a Miguel, las hojas se mueven y vemos el título del conjunto de papeles: ‘Bonjour Professeure’. Al lado de la gradería, el campo de futbol retiene veinte niños jugando a balompié. David, el alumno más espigado, marca gol con una patada que la cámara ralentiza. A cámara lenta vemos como la multitud se levanta en señal de alegría y como Miguel, aturdido, agarra fuerte sus papeles, observa el campo y mira fijamente la cara de Jeanne (Catherine Deneuve), su antigua profesora. Pero Jeanne no está: la sirena del instituto comienza su molesto repiqueo, la canción se para y Miguel parpadea. Jeanne no es Jeanne, sino Anne (Charlotte Rampling), la directora del colegio, que sonríe a Miguel y le saluda desde la lejanía con la mano. Anne se quita sus gafas de sol y, mientras se dirige hacia las aulas, toca amistosa a Miguel con el hombro:
-          Feliz primer día de clase, Miguel.
Miguel sonríe y esconde sus papeles en una bandolera negra.


Miguel entra en el aula. Aviones de papel lo saludan desde el suelo impoluto. Hay una pelea: David, medio sudado, tiene un labio roto y la camisa medio rasgada. Su agresor cesa los golpes al ver entrar a Miguel. Todos se sientan en sus pupitres y recitan al unísono:
-          Bonjour Professeur!
Miguel coge una tiza y escribe ‘Miguel Marcos’ en la pizarra. Está nervioso. Abre su maletín y empieza a pasar lista. Al nombrar a David Bazbaz, el niño no se calla:
-          Profesor, Simon me ha pegado. Me ha dicho…
-          Tengamos la fiesta en paz. Es el primer día de clase y mal empezamos. Abrid los libros, por favor.
David, impotente, termina la frase que entona, esta vez en voz baja y cabizbajo: ‘… gay de mierda.’
La clase prosigue. Anne pasa por el pasillo y observa a Miguel con una sonrisa. El libro de lengua francesa reposa en la mesa del profesor. La brisa veraniega perdura y desde los ventanales podemos observar el campo de futbol de antes, las gradas vacías y los árboles del patio.
Miguel cierra la puerta de su piso. Es viernes, es de noche y está cansado. Revisa los espacios de su casa, un loft moderno amplio y alto, todo cristales. Deja su bandolera y revisa el móvil: cuatro llamadas perdidas de ‘chico de la discoteca’. Miguel entiende el mensaje y se desnuda hasta entrar en el baño. Las prendas caen en el parquet y vemos la silueta desnuda del joven. El espejo lleno de vaho lo espía: se maquilla pomposo y rescata una fina camiseta blanca que deja al descubierto los pelos de su pecho. Cierra la luz.
Estamos en un pub gay. La platea retumba con Crying at the discotheque. Miguel observa el chico del mensaje, que está bailando animado. Miguel se acerca, el chico cesa y comparten unas palabras que no oímos. Ya en la pista, los dos chicos se besan al ritmo de la música. Miguel cada vez está más enérgico, bebido, despierto. Pero el chico para el beso de Miguel.
-          ¿Lo conoces? – dice el chico mirando al resto de bailarines.
Miguel gira su cara. La bola de luz enfoca a David, su alumno, que observa a Miguel en silencio con los ojos abiertos como platos.
-          Vámonos- dice Miguel a su pareja, estirándola del brazo, al final desapareciendo. David, en medio del baile, no reacciona. Quieto, está asustado. La canción acaba.

Tras el fin de semana, Miguel vuelve al trabajo. El lunes ya ha terminado y se dirige hacia el parking del colegio. Rodea su coche con asombro: una rueda pinchada y la señal de una llave en el capot. Miguel lee la salvajada: ‘gay de mierda’ luce, con letras infantiles, en la chapa del vehículo. Miguel se tensa, desabrocha su bandolera y enciende un cigarrillo. Lo vemos en la carretera con el coche medio muerto. Al observar la fachada de su piso, el estupor aumenta: la entrada del loft conserva grafitis con insultos. Miguel abre la puerta del auto y tira al suelo el cigarrillo que hace un momento terminó. Ya en la casa, Miguel desata su rabia y llora. Cual acto reflejo, revisa el teléfono y se sorprende: hay mensajes. Retiene el llanto. Del contestador sale una voz familiar que reconoce al instante y que, gracias al manos libres, se expande por todo el loft. Miguel, paralizado.
-          Jeanne está mal. Muy mal. Debes venir, Miguel. Ahora o nunca. Te espero.
Es su hermana (Charlotte Gainsbourg). Miguel respira hondo: demasiadas emociones en tan poco tiempo. Pero ahora lo ve todo muy claro: esconde el móvil en el maletín y rescata los papeles. La portada reza ‘Bonjour professeure’. Todo parece concordar en la mente de Miguel y, eufórico, empieza a poner ropa en dos pequeñas maletas. La noche corre: él, el whisky y sus fantasías.
Otro día de clase. Tal vez el último. El sol observa como Miguel realiza el trayecto habitual y se dirige al despacho de Anne, la directora. Aunque lleva escasos días como profesor, la rutina pesa. Tres pequeños golpes en la puerta. Una señal de aprobación. La mirada de ambos choca de forma amistosa.
-          Entra, Miguel. Tú dirás.
-          Le soy sincero: sé que no le va a gustar, pero no puede negarse- afirma Miguel mientras se sienta. - Me voy. Solo durante un año. Pido la baja. He traído… aquí están, los papeles médicos que necesita…
-          Deme-. Anne observa las hojas en silencio. Se quita las gafas. -Bueno, veo que no hay marcha atrás. Depresión, dice.
-          Quiero volver a mi casa, a España. Le juro que estaré listo para el próximo curso.
-          Intentaré buscar un substituto lo más rápido que pueda, aunque ahora, en octubre, será complicado…
Miguel está incómodo. Intenta ser complaciente, pero todo en él irradia nervio, brusquedad.
-          Bueno, me voy. Seguro que tiene mucho trabajo y no quisiera molestar- se despide Miguel mientras cierra la puerta del despacho.
-          Y Miguel… ¿qué hará todo este tiempo? Un año sin hacer nada es demasiado…- dice Anne antes de que la puerta se cierre. El chico la mira entre el poco espacio que deja la madera.
-          No lo sé… Escribiré. Eso tenlo por seguro.
La puerta se cierra por completo. En el despacho, Anne suspira y sonríe. Miguel sonríe desde el otro lado, cómplice.
Suena la canción de la película Rouge. Miguel está en la carretera: la melodía surge de la radio. Él y su coche malherido. Las señales indican ‘Spagne’ a poco más de ochenta quilómetros. La música sube, lo inunda todo. Vemos las maletas y la colección de papeles en la silla del copiloto. Con los acordes, vemos como Miguel llega a Tarragona. Observamos el anfiteatro romano, cercano a la Playa del Milagro. El auto pasa delante de un edificio con encanto y Miguel se sorprende a sí mismo observando su antiguo colegio. La Plaza Imperial Tarraco, abarrotada, le recibe entre cláxones y hojas caídas. El otoño. En la montaña, Miguel aparca el coche, la canción cesa y saluda a su hermana (Charlotte Gainsbourg), que sale de la pequeña casa al oír el motor de la máquina. Tras un abrazo efusivo, la chica empieza a hablar.
-          Sigue en la casa de siempre. Ahí arriba, en el monte. La pobre ya no recuerda nada ni a nadie. A veces la visito, la limpio un poco y la hago compañía. Sigue sin querer ir al hospital. Está grave. Entra, debes estar cansado del viaje.
Pero Miguel no piensa entrar en la casa. Besa a su hermana en la frente, le dice ‘gracias’ al oído y arranca de nuevo el coche. La canción de Rouge, al encenderse la máquina, prosigue hasta sus últimas notas. La polvareda levanta el delantal de la mujer. Miguel, que se aleja, observa desde el retrovisor como su hermana grita ‘¡Miguel, miguel, vuelve!’. Es demasiado tarde: el protagonista sigue recto hasta una casa blanca. El coche vuelve a pararse.

Vemos un cartel en la pantalla:
Tarragona (España). CURSO DEL 1989: PARTE 2

Miguel abre primero la mosquitera y luego la puerta del porche. La estructura es de madera y el interior, que recibe los rayos de la tarde, le saluda con quietud.
-          ¡Bonjour, professeure!- grita Miguel mientras deja sus maletas, bandolera y demás equipaje.
-          - ¿Quoi? ¿Qui? ¡Salga, avisaré ‘a la police’!- oímos desde la planta superior.
Miguel ríe. Coge un ramo de flores que guardaba en una mochila. Sube las escaleras. Abre la puerta del dormitorio. Jeanne (Catherine Deneuve) está estirada en la cama con un camisón azul. Un aparato grande controla su respiración. La anciana inspira y expira de forma pausada y frágil.
-          Mi hermana me avisó que estaba mal y aquí me tiene. Soy Miguel, professeure Moreux.
-          ¿Vas a tratarme de usted? Qué poco has cambiado. Por favor: entra, pero deja tu educación en la puerta. Y tu chaqueta. Y las flores también: son solo para enfermos. Y dame un cigarrillo.
-          Pero profesora Jeanne… está enferma. Muy enferma. Ahora mismo le abro la ventana para que entre el aire.
-          ¿Y le negarás a una enferma su único y último capricho?
-          Sí. ¿No quería que dejara mi educación? Aquí me tiene, en plena revolución. En cuerpo y alma, veinte años después. Y mi primera misión como okupa es no dejarla fumar.
-          ¡Mon dieu! Qué cruz la mía…-acaba ella respirando con la ayuda de un tubo azul.
Miguel sonríe y resigue con sus ojos el cuerpo escuálido de Jeanne. Está oscureciendo y Miguel se siente como en casa. Deshace sus maletas y deja su ordenador portátil en una mesa de roble oscuro. Ese será su escritorio, se dice a sí mismo, y, sin querer, ya escribe con la memoria.
Miguel recuerda una escena y vemos su flashback. Miguel tiene catorce años (Emile Berling) y sale de clase con su mochila y sus preocupaciones. Sin que nadie lo sepa, el niño se esconde y escucha la conversación que mantiene su profesora de francés con un hombre corpulento. Hablan en francés y el adolescente, que solo lleva unos días de lecciones, no logra entender nada. Pero sí nota ese ritmo agitado que sólo tienen las peleas. Siente como el hombre habla con violencia. Siente como la mujer, una Jeunne joven, rubia, alta y delgada (Melanie Laurent), derrama una lágrima tras la conversación. Siente desgarrarse algo: aunque aún no la conoce, Miguel sabe que comparte con Jeunne un secreto y esta intimidad le llena de energía. Sale del edificio con el convencimiento de que Jeunne será su profesora favorita. Y los vestigios, las cenizas, de esa sensación, vuelven ahora a Miguel (Roman Duris) cuando todas sus cosas ya lucen ordenadas. La luna vigila sus inquietudes.

En la cocina, Miguel no esconde su alegría: al abrir el frigorífico, saluda la comida que hace unos días su hermana dejó en la casa. Vuelve a la habitación de Jeanne con pan con aceite y tomate, un plato de sopa y crema catalana. Miguel da de comer a Jeunne. La cuchara viaja del plato a la boca de Jeunne.
-          Mira que eres pesado, petit fils. Soy vieja, pero no tonta. Sé comer sopa sin la ayuda de nadie.
-          Usted coma. Además, esta sopa huele muy bien.
-          La sopa no tiene olor. La muerte huele, la vida no. La sopa no.
-          ¿Y a qué huele la muerte, professeure?
-          Je ne sais pas. Mais… puedo notarla, ici, en la nariz, en la bouche del estómago. A todas horas. Por todas partes-. Las palabras de la anciana van acompañadas de una gran gravedad, un tono teatral tan tierno como divertido. Miguel reconoce la profesora cascarrabias de entonces.
-          Tiene el olor de la hierba. El frescor de la montaña. Y mire las plantas del balcón… seguro que huele eso. Y no digo nada de las vistas… observe la ventana: mucha gente de la ciudad querría esta casa.
-          Sé lo que digo, Miguel. Y deja ya el jueguecito de la cuchara. No quiero comer. No quiero comer más. Tú debes comerte el mundo. Deja que el mundo me coma a mí.
-          Siempre tan catastrofista, professeure Moreaux. Este es el segundo punto de mi lista revolucionaria: a partir de hoy, yo le daré de comer. Quiera o no quiera.
-          ¡Mon dieu! Otra vez…  ¿Y no tienes más trabajo que marearme?
-          Sí. Soy profesor. Pero ahora no trabajo.
-          Al final lo lograste, petit idiot. Professeur, comme moi. ¿Y a qué se deben estas vacaciones tan molestas?
-          Mmmm… es un secreto. Entre tú y yo… Soy alérgico a la tiza- afirma Miguel en un susurro que, al final, deja a Jeunne en la cama, muerta, pero solo de risa. –A demain!- sentencian mientras comparten sonrisas. Recoge la comida y cierra la puerta.

La mañana coge a Miguel escribiendo en su portátil. Entre las teclas y sus dedos parece existir una conexión tan veloz como indestructible. La cámara observa toda la habitación, antiguo dormitorio de Jeunne. Fotos en blanco y negro nos recuerdan el rostro joven de Jeunne. En uno de los dibujos, Miguel reconoce el hombre de la pelea.
-          Quiero hacerle una pregunta, professeure. Pero no se enfade. ¿Salve algo de Martin? He visto su foto en la casa…- dice con sutileza Miguel mientras da de desayunar a Jeanne.
-          Non. Rien de rien. Vine a Tarragona huyendo de él. Me pegaba, Miguel. Era joven y me pegaba. Y me encontró. Tú y yo hemos realizado el mismo viaje. Tú de Tarragona a Francia. Y yo de Francia a Tarragona. Los dos huimos, los dos somos profesores. Bueno… yo era. Je suis à la retrête, como dicen los franceses. Jubilada, o, para ellos, ‘al retrete’. Sea como sea un desecho, una imitación de lo que fui. El principio del fin. Y no… no quiero saber nada de ese salvaje.
-          Je suis desolé… no sabía que Martin le pegaba. Nunca lo supo, pero yo les vi discutir en el instituto. Él se fue sin más y usted rompió a llorar. Creo que ahora lo entiendo todo.
-          Y ahora te las das de detective… ¡Qué suerte la mía! No quiero recordar, chico. Es lo bueno de ser viejo: se olvida. Aunque lo más doloroso perdura imborrable. No es justo.
-          Pues yo estoy de baja, y no se va a librar de mí tan fácilmente. Tengo varios meses para darle la tabarra. Así que levante ese ánimo y deme el cojín.
Miguel acomoda a la anciana y ella se deja hacer. Es mediodía y los pájaros revolotean. La vista es espectacular.
-          Yo también guardo un secreto, Miguel. Seguro que lo recuerdas.
-          No me asuste, professeure. Veo que he abierto la caja de los rayos.
-          Y de la nostágia. Un día me encargaba de vigilar los alumnos durante el recreo y te vi entrar en el baño…

Se oye la música de La doble vida de Verónica. Otro flashback vuelve. Miguel (Emile Berling) entra en unos baños antiguos. La estética de los ochenta se impone. Se encierra en uno de los retretes que, en fila, distribuyen la larga estancia. Jeanne (Melanie Laurent) vigila el pasillo y entra en el baño. Oye ruido. Lleva tacones e intenta aligerar el paso para silenciar el ‘toc-toc’ de los zapatos. Los gemidos se hacen evidentes. Jeanne se agacha. Tras la puerta, un chico adolescente está besando a Miguel, que deja llevarse por el momento. Miguel desabrocha los pantalones de su compañero y se agacha. Jeanne, asustada, se levanta en seguida y se asegura que no le han oído. Ya fuera, los pequeños gemidos, aún inocentes, se mezclan con las conversaciones del patio y las patadas del campo de futbol. Volvemos al presente, pero la música, suave, sigue.
-          Sé que podían expulsarte y no dije nada. En ese momento entendí muchas cosas de tu actitud. Eras un alumno tímido. No hablabas. Nadie te hablaba. Solo Miguel. Miguel y su mochila. De clase a la biblioteca. Nunca jugabas a futbol. Eso sí: siempre educado, demasiado correcto.  Transmitías calma, pero era una calma rara, malsana. Un día supe que guardabas un secreto. No logré entenderte, pero sí aprendí a respetarte. A apreciar tus intervenciones en clase, tus trabajos siempre limpios, tu puntualidad… y esos exámenes, sin faltas ni tachones. Un chollo para cualquier maestro, vaya. Y siempre fuiste decidido… tomabas la iniciativa en todo, como hiciste esa mañana en ese pequeño váter.
-          Fue mi primer beso… ¡Qué vergüenza, professeure! Buen momento ha elegido para confesarse… Es la primera vez que habla de entonces. No fue fácil. Pero disfruté. Ahora sé que esos fueron los mejores años de mi vida. Los mejores momentos suceden rápidos, sin avisar, sin que nos demos cuenta. Pero ahora ya se han ido. Solo queda usted. Y mi hermana, claro, que nunca supo nada. Así que sabía eso…
-          Eso… ¿el qué?
-          Pues eso… no me venga con tonterías ahora… con… lo que… vaya, que era homosexual.
-          Sí, Miguel. Tú eres gay y yo chocheo: menudo panorama.
-          Estamos hechos la pareja perfecta…
-          Tú debes tener cuarenta y pocos y yo dejé de contar mis años hace mucho tiempo: no me hagas reír. Es lo que tiene ser de letras. Todo el mundo sabe cuando se llega a la tercera edad. Nadie nos avisa dónde y cuándo empiezan y acaban la primera y la segunda. De saberlas, de saberlo, las disfrutaríamos más. Y tú las estás desperdiciando.
-          Una mañana demasiado bonita para monsergas. Regla número tres: no se admiten discusiones. Me voy a escribir… usted es la protagonista de mi libro…
-          ¡Menuda dictadura!- la música se apaga.

El día prosigue. Jeanne y su máquina de oxígeno. Hace su siesta mientras la ladera adquiere los tonos ocres del otoño. Miguel sigue escribiendo. Oímos, a modo de voz en off, todo lo que está escribiendo. Mientras, observamos poco a poco todos los recovecos de la cabaña al son de Veronique 2. ‘No sé si Jeanne me ha llamado a mí o si yo, profesor sin motivaciones, la he desenterrado para ayudarme, para ayudarla. Estas paredes asisten, cual encrucijada, al pasado que tuvimos y al presente que tenemos. No sé dónde iré a parar con estas líneas. Temo ser complaciente, quizás egocéntrico, en una redacción que creo está siendo terapéutica. Una novela. Esto será una novela, un homenaje a la profesora que Jeanne fue y que continúa viviendo en mis clases, en mis neuras, en estas frases que escribo desde su casa. Voy a intentarlo. Si consigo enlazar todos los retales, siempre estaré en deuda con ella. Esto va a ser un libro. Ya no hay quien me pare’.

Ya de noche, el ritual de la cena se repite. Entre mordisco y mordisco, Jeanne sigue pizpireta.
-          Antes de morirme, que, para qué engañarnos, no tardará demasiado, quiero saber une petite chose.
-          La veo venir, professeure. Y la temo. Diga.
-          ¿Qué mote tenía?
-          ¿Cómo?- dice Miguel completamente fuera de juego.
-          No te me hagas el tonto, monada. Sé que tenía un mote. Entre vosotros, ya sabes.
-          Bueno… ¿cuál de ellos quiere que le diga?
-          ¡Uy! Pues más vale que te calles. Mi corazón no está para demasiados sustos ni revelaciones.
-          Como usted quiera (Silencio, y al oído). Madame Larmes. La reina de las lágrimas: ese era su nombre. Todos la llamábamos Madame Larmes.
-          ¿En serio? Tampoco es para tanto… No le echasteis demasiado ingenio. Tú tenías un nombre entre los profesores. ‘Miguel el perfecto’.
-          (Se ríe).Eso sí que es una sorpresa.
-          Seguro que lo de Larmes os lo inventaste el día de la chanson, ¿non?
-          ¿Aún se acuerda, professeure?
-          Cómo olvidarlo…

Vemos otro flashback. La joven Jeanne entra en clase con un radiocassette en una clase en la que Miguel, el mismo que vimos en el baño, observa con curiosidad los elegantes pasos de la maestra. Ese día debía poneros una canción y Martin se había marchado. Estaba triste. Y no pude evitarlo, dice la anciana mientras vemos la escena de los ochenta. La Jeunne joven pide atención y silencio. Enciende el radiocassette. Suena L’hymne a l’amour de Edith Piaf. Jeunne empieza a llorar y todo el maquillaje se derrama. Mientras se oye la melodía, el chico del baño dice a Miguel en el oído: -Mírala, ¡a madame Larmes se le ha ido la olla!-. Jeunne, muerta de vergüenza, arranca a correr y abandona la clase. Los chicos se quedan atónitos.
Ya en el presente:
-          Seguro que me tomasteis por loca…  Abre el cajón que está delante de ti y lo entenderás.
Miguel sigue las órdenes. Descubre una vidriera en la que no había reparado. Un magnetófono, reliquia olvidada, languidece con la compañía de unos vinilos antiguos. De todos ellos, Miguel observa uno en especial: es un LP de Édith Piaf, con una nota en la portada escrita en francés. Una nota de amor. Una nota de Martin.  
-          Sí. Con esa canción nos conocimos y con esa canción me despedí de él, aunque nunca entendisteis el por qué de la huida. Madame Larmes… lo gané a pulso, ese mote.
-          ¿Sabe qué? Voy a ponerlo. Seguro que quiere escucharlo.
-          Aunque dijera que no, no podría pararte. Prefiero la música que el run run de tu ordenador. Desde aquí se oye todo…
-          No se hable más…

La actividad volvió a la vitrina y Miguel pudo ver un nuevo matiz en los ojos viejos de Jeanne. Oímos L’hymne a l’amour y Jeanne tararea la canción. Mientras desfila la canción, somos cómplices del día a día de la pareja. Miguel ya va por el capítulo 8 y el despacho se llena de caos e ideas. Las comidas siguen martirizando a Jeanne. También vemos las clases que en su día ella impartió a Miguel. Vemos la relación entre maestra y alumno. También nos reencontramos con la hermana de Miguel, que visita la casa y vigila de ambos. Termina Piaf: Dieu reúnit ceux que s’aiment.

La canción acaba y tenemos a los tres personajes en la habitación de siempre: Jeanne, Miguel y la hermana de este.
-          Quién lo iba a decir: dos profesores juntos. Hizo un gran trabajo, madame Moureaux: ahora Miguel es profesor de francés. EL único español de su instituto- inicia la conversación la chica, que trata con delicadeza a la mayor.
-          Los profesores enseñan, pero nadie nos enseña a enseñar. Actuamos primero con entusiasmo, pero luego la rutina come el instinto. Ahora creo que nunca fui una buena profesora. No toda la culpa fue mía. No tenía vocación. Ya nadie tiene vocación.  Fui profesora de lengua y maestra de nada. Si Miguel es profesor, no es mérito mío- prosigue resignada Jeanne.
-          No es cierto- rebate la joven.
-          Sí lo es, solo en parte. Siento que me ocurre lo mismo…- sentencia Miguel.
-          Te equivocas- sigue Jeunne. - Yo puedo darme por satisfecha. Lo más bonito para un profesor no es que los alumnos se sepan las preposiciones de corrillo o aprueben el examen de turno. Lo más gratificante es transmitir la pasión por la lengua; la vocación, vaya.
-          Siento decepcionarte, pero carezco de vocación. Los alumnos que escriben bien y hablan mejor se les trata bien, se los aprueba. Llegas a la universidad y te das cuenta que no fuiste el único en caer en el engaño. Como solo sabes de notas y exámenes, decides ver el toro desde la otra barrera. Lo mismo, piensas, pero distinto. Decisión de cobardes. Y un día eres profesor en un instituto de mierda- continúa Miguel, gritando cada palabra para que Jeanne la oiga.
-          ¿Cobardes? Todos los artistas lo son, además de raros.
-          ¿Incluso usted?
-          También, querido. También.
-          ¿Y los escritores?
-          Todos, sin excepción. Y tú el primero.
-          A esta mujer le sobra la energía- dice sorprendida la hermana de Miguel. Tras una pausa, el corrillo continúa.
-          Usted no es cobarde, professeure. Fue valiente por alejarse de Martin en una época donde separase estaba mal visto. Y solo usted podría tener esta casa… tan bohemia, tan… diferente. Tú estás en cada rincón. La veo y sé que la has decorado tú, que has vivido en ella. Intuyo tus propiedades, regalos, objetos. No podías estar en otro sitio. Yo no tengo personalidad: me acuesto con mil hombres y vivo en mil casas a la vez. Usted es auténtica.
-          Usted, usted, usted… ¡Y tú qué sabes! No me conoces. Y, obviamente, tal y como están las cosas, nunca me conocerás. Jamais. Mejor que sea así.- sigue Jeanne mirando fiera a Miguel.
-          Pero me lo imagino…
-          ¿Y qué te imaginas?
-          Cómo decirle… siempre fue una buena estudiante, nada exagerado, pero buena. Nunca le ha gustado destacar. En la universidad disfrutó. Fumó sus porros, como todos. Pero lo hacía por convicción: nunca se ha dejado llevar por los demás. Es ordenada, obsesiva, exigente. Ha sido amiga de la bohemia y de la independencia. Nunca ha tenido televisión. Nunca ha pisado una comisaría pero conoce el ambiente de las manifestaciones. Le gusta más escuchar que hablar, aunque con la edad le sucede lo contrario. Siempre ha tenido problemas con su padre. Y ha sido siempre una avanzada… una yuppi, si me lo permite. Y, aunque es dura, le encantan las baladas francesas. Las de siempre, con sentimiento. Edith Piaf.
-          Te has desahogado, joven. A imaginación no te gana nadie- sigue atónita Jeanne.
-          ¿Pero ha acertado?- pregunta con curiosidad la hermana.
-          Je ne sais… todo guarda algo de cierto. Incluso los desvaríos de un profesor aburrido.
-          Deprimido, sí. Depresivo, también. Pero nunca me aburro. Y menos hablando con usted- acaba Miguel.
-          Pues yo sí. Anda, déjame dormir un rato.
Hermano y hermana cruzan una mirada cómplice y dejan a Jeanne sola.

El tiempo pasa. Los dos hermanos pasan tardes enteras hablando en el porche y viendo como, poco a poco, el termómetro baja sus medidas. Un mes después, el libro está casi terminado. Miguel se ha aficionado a la música francesa antigua y escribe hasta tarde. Un día se levanta tarde. Pero Jeanne no está en la habitación. Asustado, encuentra una nota de su hermana en el salón. El coche ruge y vuelve a la ciudad. Destino: el hospital Juan XXIII.
-          ¡Qué ha pasado!- dice Miguel mientras corre por un pasillo oscuro.
-          Esta mañana vine… y Jeanne estaba en el suelo, inconsciente. La máquina de oxígeno hacía ruidos raros, no sabía qué hacer, y…- responde su hermana, visiblemente afectada.
-          Tranquila. Tranquila-. Los dos se abrazan y esperan la visita de algún médico.
Oímos La nuit, de Les Choristes. Un doctor se acerca al pasillo y, sin oír nada más que la melodía, vemos como Miguel se queda petrificado, llorando.
-          Jeunne tenía esto en uno de sus bolsillos. Ahora les pertenece- dice el doctor con tono elegíaco.
Miguel despliega la nota: ‘Mira detrás de la vitrina. Espero que eso te ayude a acabar el libro. Gracias por todo’.
Mientras suena La nuit, vemos una batería de imágenes. Miguel mira detrás de la vitrina y encuentra un cubículo tras una trampilla. Tras el polvo, descubre sorprendido el radiocasete de antaño, las notas de ese curso de 1981, los exámenes corregidos… y fotos, muchas fotos. La hermana de Miguel anda nerviosa sin saber qué hacer. Mira a lo lejos y observa la primera nevada del año. La nieve aparece, horas después que Jeanne muriese. La naturaleza se viste de luto y la chica interpreta los copos blancos como lágrimas. La canción acaba el día del funeral. Vemos a los dos hermanos solos en un cementerio nevado. Por sorpresa, un hombre en silla de ruedas se acerca a la lápida de Jeanne. Miguel calla: sabe que ese hombre es Martin, ya viejo. La nuit, en sus acordes más tristes, termina.
Miguel, con la ayuda del material que Jeanne le cedió a modo de herencia, acaba el libro y se sorprende a sí mismo poniendo punto y final a su historia, a la historia de su profesora. A su historia.
-          Supongo que ahora te irás. Te fuiste al morir mamá, y ahora que no está Jeanne también te irás…- dice su hermana en la casa vacía de Jeunne.
-          Debo acabar esta historia. Se lo debo. Y debo hacerlo en Francia.
Es navidad y los dos hermanos se despiden. Con la melodía de Defiance, vemos el viaje de regreso de Miguel. Vemos el anfiteatro de antes. Vemos el colegio de antes, portador de múltiples historias. Vemos la ciudad viva, la Imperial Tarraco llena de gente y luces navideñas. Se va con el coche y vemos como la Jeanne joven y el Miguel adolescente también parten en el último flashback del conjunto.
Mientras sigue la melodía, somos testigos de los avatares de Miguel por perfilar y finalmente publicar la novela. Vemos a nuestro protagonista en bares con otros hombres. Volvemos a ver el chico de la discoteca en una escena tórrida. Y, al final, un Miguel entusiasmado con el primer ejemplar de la novela en sus manos. El título: Bonjour Professeure. Y en la primera página, una dedicatoria: ‘a Jeanne Moureaux’. Fundido en negro.


Lìle (Francia). CURSO DEL 2009. PARTE 3

Volvemos a la primera escena. Volvemos a oír Song for the unification of Europe (Tres colores: Azul). Miguel observa desde la grada el primer partido del curso. Ahora ya no sostiene meras hojas, sino un libro con todas las de la ley. El nombre de ‘Miguel Marcos’ brilla en la portada. David, el alumno conocido, vuelve a marcar un gol y la escena se repite con la misma melodía, el mismo ralentí. Pero ahora Miguel no ve a Jeanne cual fantasma entre la multitud: saluda a Anne y sonríe ante la locura colectiva. Al acabar el partido, los jóvenes se dispersan. David se acerca a Miguel.
-          Hola, profesor. Quiero decirle una cosa…- el joven parece dubitativo.
-          Adelante.
-          Lo del coche… no lo hice yo. Me obligaron a hacerlo. Lo siento mucho, profesor. Ya se lo advertí ese día en clase, pero no quiso escucharme.
-          No pasa nada, David. Hagamos un trato: olvida lo del coche y siempre que tengas un problema con alguien, dímelo sin dudar. Sea lo que sea: recuerda que soy tu tutor. ¿De acuerdo?
-          Así lo haré profesor. Supongo que es nuestro secreto…
-          Sí. Eso es…

Ya en el aula, un Miguel renovado pasa lista tras el grito de ‘bonjour professeur’. Tras ‘David Bazbaz’, lee ‘Jeanne Cucteaux’.
-          Soy yo- dice una alumna nueva que se levanta al oír su nombre.
Miguel se queda unos segundos callado. Se llama Jeanne. Mira a David y a Jeanne en silencio. En ese momento, entiende que puede ser tan importante para ellos como Jeanne Moureu lo fue para él. Está en sus manos, y ahora conoce cómo hacerlo. Con una sonrisa, invita a la chica a sentarse.
-          Bueno, abrid el libro por la página 5.
Un travelling largo nos permite ver la actividad del aula. Al alejarse suena una canción: L’un part, l’autre reste. Vemos la forma del patio, del campo de futbol, el orden del instituto en su primer día de actividad. Volver a empezar. La pantalla se funde a negro y la melodía acompaña los títulos de crédito.


NOTAS DEL DIRECTOR:
-          Las partes 1 y 3 están habladas en francés. La segunda parte mezcla francés y español. La mezcla de idiomas que presenta el personaje de Jeanne debe conservarse.
-          La escena que abre la parte 1 y 3 son, salvo los detalles explicados, iguales, con la misma música.
-          Los flashbacks se insertan en la trama como narraciones paralelas a la historia. Vemos en imágenes, por lo tanto, todo lo que los personajes están hablando. De aquí la importancia de los personajes de Melanie Laurent y Emile Berling.
-          La historia sucede en Lile y Tarragona, en espacios que existen y que servidor conoce. No puede cambiarse ninguna localización.



9 comentarios:

  1. Tiernísima y profunda historia! con una música sensacional. Me ha gustado mucho, nomás de quisquillosa me hubiera gustado saber un poco cómo jeanne termina al cuidado de estos hermanos; pero fuera de eso me ha encantado. La escena donde él encuentra lo que Jeanne le revela al morir es la más sensible y preciosa.

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  2. Cuando empezé la obra, con el "gay de mierda", honestamente pensé que trataría sobre la autoaceptación o algún símil. Nada más alejado de la realidad, BP es una historia de amistad, de relaciones atemporales, y que no deja indiferente a nadie. Muy tierna, tiene momentos donde por poco se sale la lágrima de la emoción. Muy emotiva, sr Vidal. Felicidades por la obra, y Feliz Cumpleaños!

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  3. Realmente Excelente.
    Muy distinta a Frozen pero igual de grandiosa.

    Ese ritmo que impones para retratar la historia mezclandola con FlashBacks es espectacular y muy Adecuado.

    Catherine Deneuve merece Nominación.

    Saludo y Felicitaciones!

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  4. Bonjour Professeoure es una obra tierna, simpática, cargada de emoción y sensibilidad. La narrativa está bien ejecutada y cada uno de los personajes hacen una gran labor. En particular me ha encantado Catherine Denueve, es casi el alma de la obra, al igual que Romain Duris.

    Muchas Felicidades! Como siempre un gran trabajo Xavier

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  5. "Los mejores momentos suceden rápidos, sin avisar, sin que nos demos cuenta."
    "Fui profesora de lengua y maestra de nada."

    Me ha encantado la obra, aquí tenemos claramente nominación a Mejor Director, Guión y Banda Sonora. El reparto está excelente pero me quedo sin duda alguna con Melanie Laurent, porque es a la que más veía en su papel, no me preguntes por que!
    No tiene mucho que ver con Frozen, y aunque esa me gustó, esta historia me ha parecido infinitamente mejor; un cambio de género parecido al mio con Quiettown y The Time Was Stopped Just For Us...

    De todos modos, lo único que no me encajo fue la sexualidad del profesor y del chico. Me ha resultado muy forzada..., y que además se encontrasen en un bar gay!!!, un niño de cuantos, 16, 17???

    En fin, hay te lo dejo.
    Un saludo y enhorabuena, Xavier!

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  6. Xavier, qué distinta una obra a la otra. Esta es más literaria, y tiene unos diálogos entre profesor y profesora que me encantaron, esa mezcla de idiomas, le dió un toque especial al relato (Decí que alguito sé de frances, jajaja, mentira, lo que esta en francés se da a entender muy bien también en español, y sin sonar redundante, eso es un gran logro, ya que combinaas que quede el toque especial, pero que no deje de entenderse ;-) ).
    La historia en si, ya desde antes de que se publiquen las dos obras, me llamaba mucho más la atención. Cine europeo de autor, asi describiria esta obra. Me gustó mucho, felicitaciones Xavier!!!

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  7. Totalmente deacuerdo con los comentarios. BP es una historia tierna, casi romantica sobre la amistad, sobre lo que nos mueve. Fragil y bella.
    Muy buena eleccionde actores y la BSO una delicia.
    Eso si Catherine Deneuve esta excelente (como 100pre)
    Pero, me sigue gustando más Frozen, no se porque.

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  8. y llego Xavier Vidal con otra obra o mejor dicho genialidad cinematografica. Una leccion de como hacer una obra. Estoy con Sean que quiza la homosexualidad de los personajes se ve un poco forzada pero no es un fallo grave. Todos los recursos estas utilizados con talento, aunque me encanta ese toque especial que impones en el relato, como si estubieramos leyendo un pedazo de tu alma.

    Amigo te mereces todas las nominaciones, aunque si tubiera qe elegir una hubiera elegido a Frozen como mejor pelicula.

    Felicidades porque te la mereces

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  9. Xavier,
    estic impressionada! Sí, per l'èxit del teu blog, pel teu talent com a crític cinematogràfic, per la teva intensa dedicació a l'art del cinema i, especialment, per la teva pel·lícula. M'agrada la temàtica i, sobretot, m'ha fascinat perquè m'ha fet reviure alguns moments que sempre porto amb mi, encara que a vegades pot semblar que els hagi borrat. Em refereixo als meus primers dies de classe, als meus primers moments com a profe de secundària, amb tot el que això comportà: por, il·lusió, inseguretat...
    Et felicito molt sincerament i et presagio molts èxits en un futur immediat!
    Rosa

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