miércoles, 5 de mayo de 2010

DIrectec by 4: QUIETTOWN (Sean Bauer) - España

Título: QUIETTOWN

Director: Sean Bauer

Género: Drama

Reparto: Los nombres de los personajes son los mismos que los de los actores que les dan vida.

Fotografía: Roger Deakins y Oliver Wood.

Sinopsis: 1906. Un hombre de negocios llega al pequeño pueblo de Quiettown (USA) para hablar con el consejo municipal a cerca de una posible inversión  en el pueblo que revitalizaría la economía del lugar. Lo que nadie puede imaginar son los acontecimientos que van a tener a lugar en el pueblo a raíz de la llegada del forastero.

Banda Sonora:
1- Of the Forest - Click 
2- Aggressive Expansion - Click 
3- Arrival to Earth - Click 
4- Scorponok - Click 
5- Hold the Ice - Click 
6- Chaos/Email - Click 
7-Time is the Enemy - Click 

ARGUMENTO:
“CHRISTOPHER NOLAN´S FANS PRESENTA”

QUIETTOWN – 1906
La historia arranca con un amanecer en mitad del campo. El silencio se rompe poco a poco por el canto de los pájaros. Una sucesión de imágenes del campo, de la entrada de un bosque y de un lago en mitad de él terminan en la cabaña de Jon (Jon Hamm). Este sale por la puerta y avanza unos pasos para contemplar sonriente el nuevo día con un cigarro en su boca. Laurie (Laurie Holden) sale por la puerta con un bebe en sus brazos. Este llora mientras su madre lo balancea suavemente. Jon se da la vuelta y se acerca hasta su mujer. Coge al bebe y lo balancea suavemente con un brazo mientras con el otro abraza a su mujer, que le besa en el hombro mientras cierra sus brazos sobre la cintura de su marido.


Pasamos al pequeño pueblo de Quiettown, que no tiene nada que envidiar al típico pueblo del oeste. Aunque es muy temprano, ya hay luz por las calles. Sus primeros y madrugadores transeúntes ya la recorren. El Sheriff Rufus (Rufus Sewell) se encamina hasta su pequeña comisaría, cruzándose al Padre Peter Morgan que va en dirección contraria hacia su parroquia. Ambos se saludan cortésmente con un gesto con la cabeza. El Sheriff abre la puerta y mira al reverendo pasar de largo. Espera un instante y termina por entrar. Una mujer sacude sus sábanas desde su ventana, la cual da a un callejón.
Estamos en el interior de una casa. La puerta de una habitación se abre y de esta sale el doctor Cillian (Cillian Murphy) mientras se abrocha la camisa, baja las escaleras de su casa, coge su maletín de médico y abre la puerta de la entrada. La puerta de otra casa se abre y por ella sale el alcalde Slattery (John Slattery). Al cerrarla saluda, inclinando el sombrero, a Cobie Sewell (Cobie Smulders), mujer de Rufus, que pasa a su lado devolviendo el saludo sin sonreír. En ese momento pasan corriendo un grupo de chicos y chicas en dirección a la escuela entre los que están el hijo menor del alcalde, Kodi Slattery (Kodi Smit-McPhee).
Un grupo de vaqueros con ganado pasa por la calle principal del pueblo. El doctor Cillian se aparta y camina por un lado de la calle con su maletín de médico en la mano. Pasa justo al lado de la tienda de ultramarinos, donde Rachel (Rachel McAdams), está montando el mostrador. Al ver al doctor, la joven le sonríe y saluda con la cabeza. Cillian devuelve el saludo sonriendo y sigue su camino. Dentro de la tienda está Brian Blessed con la mirada perdida y una petaca de whiskey en la mano. Brian es el padre del difunto marido de Rachel.
Al llegar el Padre Peter a su iglesia le espera Cobie Sewell. Morgan abre la puerta y entra después de Cobie.
Poco a poco el pueblo comienza a despertar, y se nota cada vez más la presencia de la gente.
Fuera del pueblo, a lo lejos, desde una colina, Clive (Clive Owen) lo observa montado en su caballo. Su rostro pasa de impasibilidad a sonreír abiertamente sin abrir la boca y con los ojos semi-cerrados.

Corte de imagen y música a pantalla en negro con el título de la película en letras blancas
QUIETTOWN

Interior de la escuela. Una clase con unos diez alumnos de edades comprendidas entre 7 y 11 años atienden mientras el profesor explica una lección de historia. Thomas (Thomas Byrne) mira distraído por la venta y ve a Clive atravesar la calle montado sobre su caballo. Lleva ropa de hombre de ciudad, por lo que llama la atención fácilmente. Thomas le sigue con la mirada hasta que cruza la calle. Al volver la mirada se encuentra al profesor que está justo a su lado, también mirando al forastero.
Clive se baja del caballo justo cuando llega a la comisaría. Ata a su caballo a un poste y llama a la puerta.
   -Adelante. –dice el Sheriff. Clive abre la puerta y entra. Rufus está sentado en su silla con los pies sobre la mesa.
   -¿Es usted el Sheriff? –pregunta Clive sin separarse de la puerta. Rufus contempla al extraño durante unos segundos. Analiza concienzudamente a Clive hasta que responde.
   -El mismo, ¿de qué se trata? –responde Rufus, y no dice nada más.
   -Me llamo Owen, Clive Owen y tengo que ver al alcalde.

Dentro de la iglesia, Cobie reza de rodillas sobre un crucifico en uno de los laterales de la pequeña parroquia. El Padre Morgan la mira con gesto triste desde una puerta que lleva a la sacristía.
El doctor está sentado en una silla y apoyado en la pared de la entrada de su consulta, mordiendo una manzana cuando ve de lejos al Sheriff acompañando a Clive por la calle. Se separa de la pared y se pone en pie. En ese momento aparece Brian Blessed.
   -¿Habías visto a ese antes, doctor? –pregunta Brian.
   -No, no me suena. Ha de ser un forastero, alguien de paso. –Brian mezcla una carcajada con un fuerte ataque de tos. El doctor le ayuda sujetándole del brazo. Brian saca su petaca y toma un trago.
   -¿De paso?, ¿aquí? Doctor, por aquí nunca pasa nadie porque a nadie se le ha perdido nada aquí. –El tendero retrocede tambaleándose ligeramente y se encamina hasta su tienda.

Chloe (Chloe Moretz), la hija del Sheriff Sewell, está sentada junto a otros niños cerca de los columpios de madera del patio de la escuela, uno de ellos es Kodi. Un poco más apartados Thomas, y Max (Max Records) observan la escena.
   -Mi padre me regalará mi propio caballo por Navidad. Cabalgaré día noche con él, ya veréis. Podré ir a donde yo quiera. –pregona Kodi.
   -¿Y a donde irás tú solo? –pregunta Chloe.
   -A donde yo quiera. Cogeré mi rifle, provisiones, e iré a cazar, como un hombre. –Max no puede disimular una sonora carcajada al oír a Kodi. Este se da la vuelta, cabreado, y le mira. - ¿De qué te ríes tú, Records? –Max sonriente y acercándose a Kodi responde.
   -¿Es verdad… qué cuando tu “papa” te regaló el Springfield te golpeó la cara por el retroceso?
   -¿Qué dices? –pregunta furioso Kodi.
   -Escuché la conversación entre tu padre y uno de sus ayudantes, estúpido. 
   -Algunos tenemos dinero para comprar lo que queramos. –responde Kodi.
   -Algunos parecen imbéciles intentando impresionar a Chloe. –dice Max acercándose a Kodi.
   -Algunos no soportan no tener nada que hacer… -Max da un empujón a Kodi. Este intenta golpearle cuando Chloe se pone en medio de los dos y los detiene.
   -No sois más que críos. Unos críos estúpidos. –Los dos callan. Chloe se aparta y va hasta el pozo del fondo del patio donde saca una canica roja intenso del bolsillo de su vestido. La muestra a los que no pierden detalle de lo que hace la niña. Esta la tira al pozo.
   -¿Qué haces? –pregunta Kodi.
   -Solo un hombre de verdad podría sacar mi canica del pozo, no niños. Cuando lo seáis y podáis recuperarla me fijaré en vosotros. Hasta entonces dejadme en paz. –Chloe se marcha junto a otras 3 niñas. Los chicos se quedan allí mirando el pozo pero al final todos vuelven dentro del edificio de la escuela excepto Thomas.

Clive está sentado en una incómoda silla en el único pasillo del pequeño ayuntamiento. Sigue sonriente y abrazando su maletín esperando a que el alcalde vuelva. El Sheriff permanece a su lado fumando.  Observa los elegantes zapatos de Clive y mira sus propias botas. Al poco rato entra el alcalde por la puerta.
   -Buenos días. El señor Owen, supongo.
   -Sí, señor, Clive Owen, para servirle.
   -Por favor, pasemos a mi despacho. –John Slattery abre la puerta e invita a Clive a entrar. –Eso es todo, Rufus, gracias.
El Sheriff permanece en la misma posición durante unos segundos hasta que retrocede molesto. La puerta del despacho se cierra, por lo que se da la vuelta para salir del ayuntamiento. Al hacerlo se encuentra a Max en la puerta de la entrada  que mira asustado al Sheriff.
   -¿Qué haces aquí, Max? –pregunta el Sheriff.
  
El doctor entra apresurado en la tienda de Brian y Rachel. El primero está en la trastienda, pero Rachel está en el mostrador, por lo que recibe a Cillian con una sonrisa, aunque su gesto cambia al ver el del doctor.
   -Necesito una cuerda, rápido. –Rachel se agacha en el mostrador y saca una bolsa de tela con una cuerda que sostiene en sus manos.
   -¿Qué ha ocurrido?
   -Un niño se ha caído al pozo. –El gesto de Rachel torna en preocupación.
   -¿Va a bajar usted?
   -No lo sé. –Cillian coge la bolsa que aún sujeta Rachel, al hacerlo rozan sus manos.
   -Por favor, tenga cuidado. –Cillian siente el roce de los dedos de Rachel con los suyos. La mira a los ojos y sonríe.
   -Lo tendré. – Coge la bolsa y sale corriendo por la puerta.

   El Padre Morgan está limpiando las tuberías del pequeño órgano de la parroquia cuando  Cobie pasa cerca de la puerta para marcharse.
   -Señora Sewell, espere un momento, por favor. –El sacerdote termina de ponerse en pie y Cobie vuelve a aparecer en la puerta. –Quisiera hablar con usted.
   -Tengo un poco de prisa, Padre.
   -Será solo un minuto, por favor. –El sacerdote termina de limpiarse las manos con un paño y sale por la puerta acompañado por Cobie. Salen de la parroquia y se sienta en un banco situado en un enorme jardín a espaldas de la iglesia. –Señora Sewell, hace ya siete meses que viene aquí todas las mañanas, reza pero no se confiesa ni comulga. –Cobie asiente.
   -Sí.
   -Hija mía, cuando el cordero es amenazado ahí está el pastor para protegerlo. Tú eres parte del rebaño del Señor, y Él me ha puesto aquí para protegeros a todos.
   -Padre, le doy las gracias por su preocupación, y por recibirme todos los días. Pero esto es algo entre El Señor y yo, créame.
   -Se por lo que está pasando, y comprendo cómo debe sentirse después de una perdida tan terrible, pero créame, no comprendo su actitud ¿Qué es lo que se propone, Señora Sewell?
   -No lo sé. Busco consuelo en la casa de Dios, pero no la encuentro. -dice Cobie.
   -Primero debes estar en paz contigo misma, después con tu familia. Entonces estarás en paz con Dios.
Cobie asiente, se levanta del banco y con un gesto se despide del Padre, que también se levanta para despedirla y se vuelve a sentar, pero a los pocos segundos se vuelve a levantar y pregunta en voz alta a Cobie que apenas se ha alejado una docena de pasos.
   -Hable con su marido. El también lo está pasando mal –Cobie se vuelve con gesto serio.

(Toma sin cortes)
Rufus corre por la calle principal del pueblo. La gente a la que pasa corriendo se queda mirando al Sheriff, sorprendidos. Algunos corren detrás de él alarmados. Desde la barbería del pueblo, el barbero y su cliente salen del local al ver a Rufus correr por la calle. Al llegar a la cerca del colegio evita rodearla y la atraviesa dando un espectacular salto. Sigue corriendo hasta llegar al pozo que se encuentra en mitad del patio trasero de la escuela. Se asoma por la boca y busca en la oscuridad a Thomas.
   -¡Thomas!, ¡me oyes, Thomas? –el chico no responde. En ese mismo momento llega Cillian con la cuerda y se asoma al pozo. –No le veo, Cil.
   -Yo tampoco.
   -Bajaré con la cuerda, necesito una linterna. –Rufus levanta la vista hacia el grupo de curiosos a su alrededor. –Necesitaré también varios hombres para sujetar la cuerda.
   -Déjame bajar a mí, yo… podría moverme con mayor agilidad ahí abajo. – dice con sutileza Cillian.
   -Cil, créeme. No vas a necesitar agilidad ahí abajo. He de bajar yo, es mi responsabilidad.
   - ¿Y si el crio necesita atención médica? Tú eres aquí quien manda, pero si está herido y hace un esfuerzo al subirle podría matarlo. Déjame bajar a mí. –Rufus mira al doctor un instante y coge la cuerda.
   -Quítate la chaqueta, el cinturón y los zapatos. ¡Necesito a cinco hombres fuertes!

Cobie va en dirección a su casa. Dos hombres corren por la calle en dirección a la escuela. Ella prosigue su camino llegando a la tienda de ultramarinos, de donde sale Rachel que cierra la puerta del local apresurada.
   -¿Qué es lo que ocurre? –pregunta Cobie
   -Un niño se ha caído al pozo del colegio. –Termina de cerrar y corre hasta la escuela. Cobie tarda un poco en reaccionar.
   -¿Chloe? –al decir el nombre de su hija sale también corriendo hacia la escuela.

(Toma sin cortes)
Cobie llega hasta el patio de la escuela donde se han congregado unas cincuenta personas. Atraviesa la masa de gente buscando a la niña, hasta que acaba preguntando quien ha caído en el pozo; al responderle que el pequeño Thomas Byrne, Cobie se tranquiliza un poco y sigue buscando hasta que ve a Chloe, la cual está sentada en un banco de piedra junto a otros niños ante la imposibilidad de poder acercarse a mirar.
    -¿¡Mama!? –dice asombrada la niña que corre a los brazos de su madre. –Mama, Thomas se ha caído al pozo, y papa y el doctor lo están sacando, ¡mira! –Cobie mira a su hija sonriente y se vuelve. En efecto ve como la mitad del cuerpo de su marido sale del pozo arrastrando al doctor con él y este a Thomas Byrne, el cual está pálido y tembloroso.
Rachel intenta observar, angustiada, lo que ocurre, y no es hasta que ve a Cillian cuando respira aliviada y se santigua sonriente. Rufus termina de izar al doctor y al crio. Una vez fuera coge a los niños con los brazos y lo lleva al interior de la escuela. El doctor se apoya junto al pozo para retomar el aire un momento.
Rufus pasa justo delante de su mujer e hija mirándolas aunque sin detenerse. Cobie desvía la mirada e ignora a su marido. Thomas extiende el brazo y acerca su mano a Chloe. Esta acerca la suya y Thomas le da la canica roja. Chloe mira fijamente la canica con los ojos muy abiertos y sonriendo. Después vuelve la mirada a Thomas y a su padre, pero ya han entrado en la escuela.
La masa de gente se va disolviendo y cada uno regresa a sus quehaceres.
Rachel se acerca hasta el pozo donde Cillian retoma el aire y comienza a ponerse en pie. Al hacerlo, se percata de la presencia de esta.

   -Muchas gracias, Doctor. Ha salvado al niño.
   -Gracias a usted, Rachel. Si no llega a ser por su cuerda no sé como habríamos sacado al crio del pozo. –Cillian recoge la cuerda y empieza a atarla.
   -Yo… me alegra saber que le he sido de utilidad, pero no he hecho nada en realidad. –dice Rachel.
   -No se lleve a engaños, Rachel. Había cinco hombres tirando de mí para coger al muchacho, pero sin la cuerda no habría habido nada que hacer, y la cuerda me la dio usted, así que ese joven tiene tanto que agradecer a usted como a mí. –Termina de recogerla y la mete en la bolsa. Rachel mira con los ojos muy abiertos a Cillian con una semi-sonrisa y la boca abierta cuando aparece el alcalde Slattery saludando efusivamente al doctor, y acompañado de Clive.
   -Lo que acaban de hacer ustedes dos es algo heroico. Ese niño lo recordará toda su vida.
   -Eso nos complacería enormemente, alcalde, pero me gustaría que tuviese la oportunidad entrando dentro y cortando la hemorragia de su brazo. –dice el médico un tanto molesto.
    -Disculpe, doctor Murphy. Por favor. –El médico se aparta e iza la bolsa.
   -Si me lo permite, se la llevaré después a su tienda, Señora Blessed.
   -Por supuesto, Doctor. –responde ella
   -Oh, no se preocupe –dice el padre de Rachel cogiendo la bolsa. –Usted ya ha hecho hoy suficiente. Yo ayudaré a la señora Blessed con la cuerda. Podría decirle al Sheriff cuando entre que necesito hablar con él. –Cillian asiente con la cabeza y mira por última vez a Rachel antes de entrar en la escuela. Esta se despide con la mirada. Al poco sale el Sheriff.
   -Alcalde, Mr. Owen, me alegra verles bien después de tanto tiempo.
   -Verá, Rufus. En primer lugar agradecer lo que ha hecho por el niño.
   -Sólo cumplo con mi deber, alcalde.
   -Por supuesto. En segundo lugar, el Sr. Owen se hospedará unos días en el pueblo, ya que los asuntos que le han traído le llevarán cierto tiempo.
   -Entiendo.
   -Y necesitamos que haga una cosa…

Ya es de noche. Pasamos a la taberna del pueblo, donde todos están más animados de lo normal ya que celebran la acción del médico y el sheriff al sacar al chico del pozo. En uno de los numerosos brindis, Brian Blessed, más borracho que de costumbre, intenta brindar pero cae redondo al suelo. Un par de hombres intentan levantarle, incluyendo Cillian. Este le previene contra el alcohol y que a su edad no debería abusar del mismo. Este se lo recrimina y el ambiente se caldea por la situación. Nadie se atreve a encararse con Brian. Rachel llega en ese momento para llevarlo a casa, pero al decirle que han de irse, Brian se encoleriza y golpea a Rachel en la cara tirándola al suelo. Cillian agarra del hombro a Brian y le golpea haciendo que retroceda unos pasos, pero es mucho más grande que él, así que se echa encima de Cillian y comienza a asfixiarle. Este último intenta defenderse tapándole la boca y los agujeros de la nariz para asfixiarle. Entre varios intentan separarlos. Al fondo de la taberna se escucha un disparo y los dos hombres se separan. Rufus acaba de llegar del campo y ha sido el que ha disparado para separar a los dos hombres.
   -Brian, has bebido suficiente esta noche, vete a casa. –Brian se levanta y, dejándose ayudar por Rachel y otro tipo del lugar, se marcha. –Cillian, tengo que hablar contigo.
Vuelve a sonar la música de fondo y la gente retoma las conversaciones mantenidas anteriormente. Rufus y Cillian se van a un lugar apartado para hablar.
   -¿Qué diablos estabas haciendo? –pregunta Rufus.
   -Rufus, ese hijo del diablo golpeó a Rachel, la golpeó en la cara delante de todos.
   -¿Y qué?, es la mujer de su hijo. Sé que el tío es un animal, pero no por eso te echas encima de él y le golpeas.
   -No sé porque lo hice, ni porque lo volvería hacer.
   -Sientes algo por la chica. Sabes que es viuda.
   -Lo sé perfectamente... ¿Esto quedará entre nosotros?
   -Sabes que si, somos amigos.
   -Una vez leí unos versos que no dejan de venirme a la cabeza últimamente. “Duda que hay fuego en los astros; duda que se mueve el sol; duda que lo falso es cierto; mas no dudes de mi amor.” Son de Hamlet, y los recuerdo cada vez que estoy cerca de Rachel Blessed o cada vez que pienso en ella, que suele ser durante todo el maldito día. Pienso a todas horas en ella, y en que lo único que querría en esta vida sería hacerla feliz. Ser suyo y que ella fuera mía. Yo…
   -Te he entendido perfectamente, Cil –interrumpe Rufus. – ¿Sabes que el cabrón de Slattery va detrás de ella, verdad? Mi único consejo es que seas sincero con la muchacha. Dile lo que sientes, pero hazlo bien, respetándola. Pero cambiando de tema, he de contarte algo realmente importante:

Está anocheciendo cuando Rufus llega a la cabaña de Jon y Laurie Hamm. Este primero le recibe en el porche. Se abrazan amistosamente y se sientan en unas atípicas butacas hechas a mano por el propio Jon.
   -He de reconocer que eres un magnífico carpintero. No sé porque sigues trabajando la granja.
   -Podría darte mil razones, pero ninguna de ellas sería verdad. Aunque si te digo que lo que soy me hace feliz… -responde Jon.
   -No tendría necesidad de volver a preguntar. –Termina Rufus. Ambos ríen.
   -Exacto. Y tú, ¿cómo estás?
   -Se te echa de menos en el pueblo. Era más divertido cuando los dos éramos la autoridad, ¿sabes?
   -Sabes que mi casa es tu casa. Podrías instalaros aquí cuando quisierais. A Laurie y a mí nos encantaría.
   -Nada me gustaría más. No aguanto más en ese pueblo de mierda… ¿cómo está el pequeño Johnny?
   -Cada día se parece más a su madre, por lo que doy gracias. –Laurie sale en ese momento por la puerta con unos vasos de limonada.
   -Mientras no herede los malos hábitos de su padre. –responde ella a la vez que Jon coge su mano y la besa. –Rufus, nos gustaría verte más a menudo por aquí. Sabes que este es tu hogar. Díselo a Cobie. –Rufus sonríe incomodo y asiente.
   -Te lo agradezco de corazón Laurie. –Esta deja los vasos y vuelve dentro. –Tenemos que hablar, Jon. Ha llegado un tipo al pueblo. Es de ciudad, no sabemos mucho más de él. Nada más llegar ha ido directo a hablar con el alcalde, y después han hablado conmigo. No como Sheriff, sino como chico de los recados.
   - Es Slattery. En fin, ¿qué quiere ese individuo?
   - Dice representar a una importante empresa petrolífera, y que al norte han encontrado un yacimiento. La idea es construir una carretera y en el futuro una vía de tren que al parecer pasará por tus tierras y la de los McAndrew. Quieren hablarlo con vosotros.
   -Al norte no hay petróleo, nunca ha habido petróleo en esta región. Si a varios condados de distancia, pero aquí no.
   -Eso es lo que me han dicho. Quieren negociar con vosotros, el alcalde ha acordado una reunión el domingo por la noche durante la fiesta de la iglesia. Me han pedido que te comunique esto…
   -¿Qué fiesta?
   -Las mujeres de la iglesia han organizado una festival de empanadas y tartas para no sé que qué cosa, el caso es que todo el pueblo asistirá.
   -¿Y quieren contar con McAndrew y conmigo en la misma?
   -Y vuestras familias. –Responde Rufus. Jon guarda silencio durante unos segundos. -¿Qué ocurre?

Rufus y Cillian siguen hablando en una zona apartada de la taberna.
   -Nunca había visto reaccionar así a Jon. Eso me extrañó, casi tanto como su seguridad de que en el norte no hay petróleo… Siempre hemos hablado que Jon tiene algo que lo hace distinto a nosotros. No su forma de expresarse, sino quizás la de hablar, su presencia. Tiene algo, y el tal Owen me lo ha recordado.
   -¿Y qué?
   -No lo sé, habrá que esperar al domingo. Pero no pienso perderle de vista.

Esa misma noche, cuando casi todo el mundo ha vuelto al hogar, Cillian se acerca con un paquete a la casa de los Blessed. La luz de la entrada está encendida. Se acerca a la ventana y ve a Rachel sentada leyendo a la luz de las velas. Cillian llama suavemente a la puerta. A los pocos segundos Rachel abre la puerta sorprendida por encontrar al doctor.
   -Buenas Noches, Rachel.
   -Doctor, ¿qué hace aquí a estas horas?
   -Yo… quería disculparme por mi comportamiento de esta noche. Tengo un mal sentido de lo que al parecer es correcto y que no lo es, y al parecer, al defenderla a usted atacando a su suegro hice algo incorrecto, por eso me tiene aquí. También le traía esta pomada, le bajará la hinchazón. –Cillian le da el paquete.
   -No sé qué decir, le agradezco su gesto. No se preocupe por Brian. Estoy acostumbrada, antes era su hijo y ahora es él.
   -Pero ese tiene solución Rachel, podría ponerle fin si usted quisiera.
   -¿Cómo?, soy la mujer de su hijo, y mi marido está muerto. Mi lugar está aquí… además no creo que deba hablar de estas cosas con usted. –Rachel comienza a cerrar la puerta pero Cillian agarra esta en el último segundo.
   -Rachel, yo nunca la tratarían así. Sabe que la respeto y la tengo en muy alta estima. –Rachel está detrás de la puerta repitiéndose así misma las palabras del médico. La puerta es lo único que separa a ambos.
   -Lo sé –responde finalmente. –Buenas noches.
   -Buenas noches. –Se cierra la puerta y Cillian se marcha a casa a paso lento y pensativo.

Chloe está en su cuarto, acostada, únicamente iluminada por una vela. Tiene entre sus manos la canica. Rufus entra en el cuarto para darle las buenas noches y apagar la vela. Al salir se cruza con Cobie. Se miran durante unos segundos pero finalmente cada uno sigue su camino. Ella se encierra en el dormitorio y él se acuesta en un colchón en el piso de abajo. Cobie escucha desde su habitación, con gesto triste y junto a la pared, como su marido se recuesta abajo.
Jon está en el porche de su cabaña con la mirada perdida y con un cigarro en la boca.
Clive mira la plaza del pueblo desde la ventana del hostal donde se hospeda. Allí tendrá lugar la fiesta del domingo.
   -Empezamos. –dice Clive mientras sigue mirando la plaza sonriente.

Un gran carro tirado por un par de caballos atraviesa la calle siguiendo la corriente de gente que se dirige a la plaza del pueblo donde transcurre la fiesta. Ya es media tarde y al menos la mitad de los habitantes de Quiettown están en el lugar. El alcalde Slattery, junto a un par más de hombres del pueblo, camina junto a Clive. Rufus está en una esquina fumando mientras los observa.
Jon está de pie en el pequeño cobertizo de detrás de su casa. Observa un baúl cerrado con un candado enorme. Lo mira un buen rato pensativo hasta que se acerca, lo abre y saca algo que no vemos, pero que guarda y sujeta con la parte de atrás de su pantalón. Cierra el baúl y sale del cobertizo.
Comienza a anochecer en el pueblo, y cada vez hay más gente en la plaza. Max y Thomas observan la escena sentados encima de un barril. No se percatan de que Chloe está a su lado hasta que esta los saluda. Max le devuelve el saludo pero Thomas solo mueve la cabeza y mira tímido a otro lado. La chica le pregunta por su brazo y es Max el que se toma la libertad de responder por él diciendo que apenas le duele. Chloe dice alegrarse y se marcha algo incomoda. Thomas la sigue con la mirada, pero en ese momento aparece Kodi junto a varios más. Reta a Max a pelear tras la iglesia donde nadie podrá verlos. Max se baja del barril dispuesto seguido de Thomas.
Rachel pasea junto a dos amigas más junto a un pequeño puesto de tartas. Cillian está de espaldas algo más lejos tomando un whisky en el improvisado puesto portátil que ha montado el barman. Se gira levemente y la ve mirando en su dirección. Se vuelve a girar y acaba su copa.
Jon llega a la plaza acompañado de Laurie y su bebe. Varias personas van a saludarlo y acaban hablando con Laurie mientras él va hasta donde está Rufus.
   -¡Señálamelo! –dice Jon.
   -Es ese de ahí.
Jon abre y cierra un poco los ojos intentando distinguir a la persona que le señala su amigo hasta que logra verlo. Su gesto cambia radicalmente y torna pálido. Se aparta bruscamente y se apoya en la pared de la casa desde donde ambos observaban.
   -Mierda, mierda… -dice Jon.
   -¿Qué pasa, Jon?, ¿de qué conoces a ese? –pregunta Rufus, inquieto.
   -Eso ahora no importa. Tenemos muy poco tiempo, escúchame. Se van a llevar a los niños, se los van a llevar a… mierda, mi hijo.
   -¿De qué diablos hablas?
   -Vale, vale… dame un segundo que piense… -Jon está temblando, algo que Rufus nunca había visto en todos los años en que habían trabajado juntos en situaciones peores.
   -Vienen hacia aquí, Slattery y él están viniendo hacia aquí.
   -Llévate a tu mujer y a tu hija de aquí, haz lo mismo con mi familia. Yo me ocupo de él. Tenemos que alertar a todos los que podamos, tenemos…
   -¿Alertarles de qué, Jon?
   -No me jodas y haz lo que te digo, nos han reunido a todos aquí, ese tío no es empresario, lo van hacer esta misma noche, es una trampa, se de lo que hablo. Coge todas las armas que tengas, repártelas entre los hombres que encuentres y llevaos a vuestras familias de aquí, rápido.
   -Jon…
   -Por Dios, créeme. ¡Hazlo!
En ese mismo momento, el alcalde Slattery y Clive Owen llegan hasta donde Rufus y Jon discutían. Ambos disimulan a la perfección aunque permanecen alerta.
   -Buenas noches, caballeros. –dice el alcalde. –Jon, precisamente hablábamos de usted, este es Mr. Owen…
   -Lo sé. El Sheriff me ha puesto al corriente de sus intenciones.
   -Estupendo, todo esto no es más que papeleo. Si llegamos a un acuerdo todos ricos, se lo garantizo. –dice Clive.
   -Estoy seguro, pero dígame, ¿no nos hemos visto antes usted y yo?
   -Creo que no, estoy seguro que le recordaría. ¿Jon Hamm?, no, creo que no.
   -Me habré confundido, a decir verdad necesitaba discutir en privado un asunto legal de mi propiedad con respecto a sus planes.-dice Jon.
   -Je, bueno, en realidad yo solo soy el representante, todo eso tendrá que discutirlo con el abogado de la empresa si en primera instancia decide aceptar...
   -Será cosa de un segundo, precisamente tengo unos planos en la casa del Sheriff, donde vivía hasta hace pocos meses, y podría discutirlo con usted, es aquí cerca. ¿No te importa, verdad Rufus?
   -Claro que no. –Le da las llaves. –Creo que iré a por tu mujer, a que pruebe la tarta de la mía. Les dejo señores.
   -Sheriff. –dicen los tres hombres.
   -Alcalde, espero que no le importe que le robe a su invitado.
   -No faltaría más, adelante.-responde este.
   -¿Vamos?- pregunta Jon a Clive.

Rufus se dirige al puesto donde su mujer y otra entrada en años ofrecen una muestra de los pasteles que ellas mismas han horneado.
   -Necesito que te marches. Busca a Chloe y a Laurie e id a hasta la escuela.
   -¿Rufus?-pregunta la amiga de su esposa.
   -Marie, necesito que tú hagas lo mismo. Dile a tu marido que me busque.
   -Pero, ¿por qué?
   -Por el amor de Dios, haced lo que os digo. –dice desesperado Rufus.

COMIENZA A SONAR AGGRESSIVE EXPANSION” POR EL MINUTO 2:45
Rachel se acerca hasta donde está Cillian.
   -Cillian –dice ella.
   -Rachel –contesta Cillian al volverse. Los dos se miran fijamente. –Rachel, yo…
   -No digas nada.
Ella guarda silencio, algo que no hace su rostro. Cillian siente que las manos de ella estrechan las suyas. Comienza a soplar el viento.

Max y Kodi están uno frente al otro en pose de lucha esperando a que el otro comience. Thomas y otros cuantos más observan un poco más apartados. Algunos vitorean y otros guardan silencio. Chloe aparece en ese momento y se acerca a Thomas. Ella estrecha la mano de este. El chico la mira casi con miedo. Entre ambas manos está la canica. Comienza a soplar el viento.

Jon y Clive caminan juntos hasta la casa de Rufus. El primero abre la puerta e invita a entrar al forastero. Una vez dentro Jon se abalanza sobre Clive y le inmoviliza de cara a la pared.
   -Maldito hijo de puta, ¿qué te crees que estás haciendo aquí? –grita Jon.
   -¿Qué?… ¿de qué habla?
   -A mi no me vengas con esa, se quién eres, se quien es tu hermano. ¿Qué haces aquí?, ¿cómo has llegado?

Rufus corre hasta la pequeña comisaria y abre la puerta casi de un empujón. Abre un gran armario y saca de este todos los fusiles y la munición. Varios hombres le han seguido y aunque algo confusos cogen las armas y le siguen. La corriente de aire que se está formando entra por la ventana y tira varios papeles que hay sobre la mesa.

Jon sigue sujetando a Clive.
   -¿Estáis volviendo a funcionar?, ¡respóndeme!, ¿Qué haces en este año? –Clive deja de agitarse por primera vez y entonces mira ferozmente a Jon.
   -Tú lo sabes. –Responde. Y gira la mirada tranquilamente hacia la ventana por donde se ve que está soplando el viento. –Tu hijo están ahí fuera, ¿verdad? Hemos venido a por todos ellos, y no hay nada que puedas hacer para impedirlo.
   -¿Tú crees? –pregunta Jon sacando una pistola del modelo, “Desert Eagle”, propia del siglo XXI, de la parte de atrás de su pantalón.
   -Hay vienen –responde fríamente Owen.

Una fuerte explosión sacude la casa. Varias más se repiten fuera. Clive aprovecha la ocasión para noquear a Jon, dejarlo inconsciente en el suelo y huir. Este pierde la noción del tiempo durante unos segundos. Todo se vuelve borroso, pero el sonido de las fuertes explosiones en el exterior, los fuertes fogonazos de luz azul y dorada, y el intercambio de disparos consiguen sacarle de su letargo. FIN DEL TEMA
Se pone en pie y sale corriendo fuera de la casa. Vemos como se detiene delante de nosotros de espaldas a la casa. Todo pasa a cámara lenta. La luz ilumina a Jon saltando de azul, a oscuro, a dorado. A los pocos segundos vuelve en sí, iza su pistola y dispara. Entonces avanza y la cámara se vuelve siguiéndole. En la plaza reina el caos. La gente corre en todas direcciones. De las esquinas, algunos de los habitantes del pueblo disparan sobre unos extraños hombres vestidos de negros y recubiertos con corazas metálicas y cascos con viseras transparentes. Estos responden al fuego de los fusiles y escopetas, con ametralladoras. Una fuerte explosión justo a la espalda de Jon lo tira al suelo. De donde ha surgido la explosión aparece otro tipo vestido de negro, el cual es recibido a tiros por Jon en la visera.
   -¡Disparadles en la visera, disparadles en la visera! –grita con todas sus fuerzas.
Los extraños visitantes son al menos unos cuarenta, y comienza a dividirse en dos grupos. Unos responden al improvisado e inesperado fuego de los pueblerinos, mientras otros cogen a los niños que se encuentran en su camino, les inyectan algo con unas jeringuillas y vuelven a desaparecer tras una fuerte explosión dorada. El tiroteo es incesante. Al menos cuatro personas han muerto a causa de los tiros. Delante de Jon pasa uno de los hombres de negro agarrando a dos niños. Jon le dispara a la visera y consigue tumbarlo. Los niños se quedan en el suelo gritando de pánico. Jon se acerca a ellos. Les grita que le sigan. Continua disparando mientras intenta abrirse paso. Entonces ve a Clive correr calle abajo en dirección a la escuela junto a otros dos hombres de negro. Jon pierde la cabeza y sale corriendo furioso en la misma dirección ignorando el tiroteo, las explosiones que le rodean y olvidando a los dos niños. Uno de los hombres de negro se abalanza sobre él, pero Jon consigue disparar antes y lo tumba. Se agacha sin dejar de correr y coge el arma del tipo. Al poco consigue alcanzar a los otros. Abre fuego sobre Clive y los dos que le siguen, alcanzando a uno de ellos. El resto se dan la vuelta y responde al fuego de Jon. Este se cubre detrás de un enorme barril. Entonces siente un fuerte pinchazo en la espalda y pierde el sentido. Todo se vuelve negro.

La claridad vuelve poco a poco. Jon abre los ojos y ve que está tumbado en el suelo. Mira a su alrededor y descubre que está encerrado en una de las tres celdas de la pequeña comisaria. Fuera de ella está McAndrew. Sentado en una silla, apoyado contra la pared y medio dormido. Jon se incorpora pero siente un fuerte dolor en el torso. Tiene una gran venda manchada de sangre que lo rodea desde la cintura hasta los brazos.
   –Mc, ¡eh, Mc! –llama Jon. Este no responde. Se aparta de la puerta e intenta asomarse al exterior. Fuera de la cárcel, junto a la plaza hay al menos setenta personas tumbadas en camas, sillas, mesas o el propio suelo. Se oyen lamentos, gritos y discusiones.
   -¿Qué mierda…? – se aparta y vuelve hasta la puerta. -¡Despierta! –grita.
   -Hamm –responde McAndrew al despertarse.
   -¿Por qué estoy encerrado?
   -Ya lo estabas cuando recobré el conocimiento. Me dijeron que te vigilara y les avisara cuando despertases. El Doctor te ha salvado. La bala te dio en la espalda y…
   -¿Cuánto hace que estoy así? interrumpe Jon.
   -¿Qué? –pregunta McAndrew.
   -¿Cuánto hace del ataque?
   -Eso… la gente está asustada. No entienden que ha pasado. Nadie sabe…
   -¿Cuánto? –grita Jon
   -Unas doce horas diría yo, no lo sé.
   -Doce…
   -Llegaron en mitad de la noche con las explosiones y desaparecieron tal cual. Hamm… no sé cómo decirte esto.
   -Mi mujer, mi hijo… ¿se los han llevado? –El gesto de McAndrew torna a sorpresa.
   -No… a tu mujer y a tu bebe… los han matado.

Rufus, Cillian, el padre Morgan y otros cinco hombres más discuten en el ayuntamiento.
   -¿Y qué se supone que vamos a hacer?
   -¿Quién manda ahora?, Slattery está muerto.
   -¿Quiénes eran esa gente?
   -Hamm lo tiene que saber.
   -Dejemos en paz a Hamm de momento.
   -¿Estás loco?, es lo único que tenemos. Si no me dicen a donde se han llevado a mi hijo lo mato.
Unos fuertes golpes suenan en la puerta del ayuntamiento. La puerta se abre y Jon entra apuntando con una pistola y tambaleándose.
   -¡Rufus! –grita Jon, furioso. Rufus corre hasta él para tranquilizarle. -¡Dime que no es cierto…! ¡Dime que no lo es!
   -Atrás Hamm, atrás. –dice uno.
   -¿Cómo ha salido de la celda? ¿Quién lo vigilaba? – Jon no responde. Mira fijamente a todos y a cada uno de los presentes. Su rostro muestra una furia y odio descomunal.
   -Lo siento Jon, lo siento mucho. –Dice Rufus. Se vuelve al resto de personas que ocupan el ayuntamiento. – ¿De verdad creéis que si él tuviera algo que ver con esto nos habría alertado?, ¿qué habrían matado a su mujer y a su bebe? –Jon cae al suelo destrozado.
   -Todos hemos perdido a alguien la pasada noche
   -Que diga lo que sabe, que diga lo que sabe. –gritan unos.
   -Jon, dinos cómo supiste que vendrían… esas cosas. –dice Cillian
   -Es de los suyos, linchémosle.
   -Dejadle que hable, maldita sea.
   -¿Por qué se han llevado a la mayoría de los niños y muchachas del pueblo?, ¿por qué? – Jon se pone en pie y respira pausadamente. Mira fijamente a todos los presentes.
   -¿Nunca… nunca os pasado algo y habéis querido… volver atrás para rectificarlo? –el silencio en la sala es total. –De donde yo vengo hay unos pocos que podemos hacerlo. Yo sé donde están los niños, yo sé cómo recuperarlos... Vengo del futuro.
   -¿Qué has dicho? –pregunta Cillian incrédulo después de un largo silencio.
   -No creo que lleguéis a entenderlo, pero no podemos perder el tiempo, tenéis que confiar en mí.
   -¿Cómo podemos confiar en un loco que no tiene nada que perder?
   -Oye, Hamm. Siento lo que te ha pasado, pero tú sabes la verdad… no eso del futuro.
   -No nos queda tiempo. Ya han pasado casi doce horas. Si queréis volver a ver a vuestros hijos dejadme ir. Dadme un caballo. –varios sueltan a reír.
   -¿Sabes a donde los han llevado?
   -Sí.
   -Iremos contigo.
   -¿Quiénes eran los que vinieron anoche?, ¿qué son?
   -No podéis venir, no lo entendéis. El problema no es el lugar, sino cuando. Ya no están en 1906, ahora mismo estarán en el 2016 aproximadamente.
   -¿Qué…? –Jon se vuelve hacia Rufus.
   -Rufus, dame un caballo. En mi casa tengo el equipo para pasar al futuro. Sé que es difícil de entender, pero has de hacerlo. –Rufus mira a su amigo.
   -¿Estás diciendo la verdad? –pregunta Rufus.
   -Dios… claro que sí. –responde Jon desesperado
   -Eres mi amigo, y confío en ti. Quiero confiar en ti… Yo… se han llevado a Chloe… -Jon mira triste a Rufus.
   -Yo puedo traerla de vuelta.
   -¿Hay alguna forma de que puedas ir conmigo? –pregunta Rufus.
   -¿Y conmigo? –pregunta Cillian decidido adelantándose.

Cillian, Rufus y Jon entran en el cobertizo de la casa de este último. Abre el mismo baúl de dónde sacó la pistola y extrae un enorme maletín plateado. Lo abre y comienza a sacar unos cinturones unidos a unos electrodos, junto a un maletín más pequeños con varias jeringuillas con sustancia azul y otras con roja.
   -¿Cómo funciona esto exactamente, Jon? –pregunta Cillian.
   -Este cinturón va pegado a la piel. Mediante estos electrodos se controla vuestro ritmo cardiaco. Las jeringuillas azules llevan unas sustancia que puede transformar o expandir todas las moléculas de un cuerpo humano, es decir, -coge un martillo de madera que hay sobre una mesa –puedo hacer que un cuerpo pase de aquí, -mueve el martillo de posición – hasta aquí de inmediato. Las rojas afectan directamente al cerebro y al sistema nervioso. Mediante la mente, podemos pensar en un momento o lugar determinado y así pasar a ese sitio.
   -¿Cómo? –pregunta Rufus con la boca muy abierta.
   -Puedo pensar en la Guerra Civil, o en la época romana mediante imágenes o muestras de restos de dichas épocas y pasar a esa realidad, a ese tiempo.
   -¿Cómo?
   -Os sorprendería saber de lo que es capaz la energía del cuerpo humano unida a su cerebro. Señala los cinturones. – Los cinturones están equipados con una unidad de calor que provocan pequeñas corrientes eléctricas. Todo ello unido al movimiento de partículas que se va a producir con todo nuestro cuerpo, y nuestra mente conectada a un lugar podemos abrir una especie de agujero e ir donde queramos. Con esto somos capaces de viajar en el espacio y en el tiempo.
Rufus y Cillian guardan silencio.
   -Pero, ¿y por qué no ir a ayer por la noche y evitar que suceda?
   -No podemos. El cuerpo humano no soportaría un transporte de materia de tan poca distancia. No podemos transportarnos a ayer por la noche por lo reciente de los sucesos y porque la materia de nuestro cuerpo no soportaría un salto tan corto. Normalmente no se puede saltar menos de 70 años. Al menos, la tecnología de la que disponemos ahora mismo no nos lo permite.
   -De acuerdo… -dice Cillian- ¿qué hacemos nosotros?
   -Lo que nosotros vamos a hacer es más complicado pero viable. Hemos de regresar a mi época. Mi cuerpo no se puede trasladar a ninguna época entre mi nacimiento y el tiempo que haya pasado desde que me transporte por última vez aquí. Lo hice hace cuatro años y tres meses en febrero del 2012, por lo que pasaremos a mayo del 2016. ¿Vosotros?, os pondréis los cinturones como yo y os inyectaré las jeringuillas azules para así trasladar vuestros cuerpos. Yo haré lo mismo y me pondré también la roja. Tendréis que pegaros a mí a piel descubierta.  –Cillian y Rufus se miran preocupados pero decididos.
   -¿Funcionara? –pregunta Rufus.
   -Espero que sí. –responde Jon.
   -Hagámoslo.
   -Bien, tardaré solo unos minutos en preparar esto.

Jon se agacha y empieza a preparar el equipo. Aunque ha de concentrarse para prepararlo todo no puede dejar de pensar en Laurie y en el bebe. En cómo la única despedida que tuvo fue entrar en la iglesia donde estaban todos los cadáveres tapados con sábanas blancas. Sin que nosotros lo viéramos, Jon levantó la que tapaba a su esposa. Manteniendo la compostura se inclinó y besó su cabeza. Después cogió la alianza de Laurie y la juntó a la suya propia. Al lado de ella había un diminuto ataúd, también cubierto con una sábana. Jon comienza a acercarse, pero se derrumba y vomita en el pavimento de la iglesia… Ha de concentrarse en lo que está haciendo. Ha de concentrarse en su regreso a casa. Ha de olvidar.
Cillian sale fuera del cobertizo, cierra los ojos y respira pausadamente. Comienza a pensar en la noche anterior y lo vemos como él. Rachel y él cogidos de las manos mirándose apasionadamente. Entonces una fuerte explosión azul y dorada lo envuelve todo. Varias personas caen por la pequeña onda expansiva que provoca. Uno de los hombres de negros comienza a disparar a su alrededor, y tras varias explosiones más aparecen otros vestidos del mismo modo. Unos disparan mientras otros cogen a los niños y a algunas chicas jóvenes. Cillian coge de la mano a Rachel y huyen para esconderse en alguna casa. El tiroteo es ininterrumpido. Varios hombres responden desde las esquinas o tras barriles y carromatos. En su carrera Jon les adelanta, a los pocos segundos ven como se agacha, coge el arma de uno de los hombres de negro muertos y sigue disparando. Cillian se gira y junto a Rachel entran en un callejón. Una explosión los tira a ambos al suelo. Una sombra se acerca a Rachel y cogiéndola de la cintura huye con ella. Cillian intenta ponerse en pie, pero entre el golpe y el tiroteo es incapaz. Rachel, medio ida, se agita llamando al doctor con los brazos. Finalmente consigue ponerse en pie y corre hasta ella y el hombre de negro, pero este se detiene. Deja a Rachel al suelo, rasga una manga del vestido de ella, el se quita un guante, agarra a Rachel y desaparecen tras una fuerte explosión azul y dorada. Lo último que oye Cillian al llegar antes de que Rachel desaparezca es ella gritando el nombre de él.
Cillian vuelve en sí, fuera del cobertizo.
Rufus sigue dentro del cobertizo. Observa como su amigo monta el equipo.
   -Jon… -este no responde –los recuperaremos a todos. No pararemos hasta que los traigamos a todos, ¿verdad? –Jon se vuelve y mira a Rufus.
   -Por supuesto. –Jon continúa.

Rufus mira al suelo y también él comienza a recordar. Entrando en su casa. Cobie está acostada en la cama mirando la pared. Su rostro es pálido, triste y furioso. Rufus entra en la habitación y se sienta en la cama. Se inclina un poco más y susurra al oído de su mujer.
   -Sé que me odias. Yo te quiero, pero sé que tú me odias muchísimo. Sé que me culpas por lo que le paso a nuestro bebe. No fue culpa de nadie. Ni de ti, ni de mí… Se la han llevado, pero la voy a encontrar, y la traeré de vuelta. Y volveremos a ser una familia... Te lo prometo. –Rufus se levanta de la cama y sale de la habitación. Cobie no se mueve, aunque fuerza su rostro dejando escapar una lágrima.    

SUENA LOS DOS PRIMEROS MINUTOS “ARRIVAL TO EARTH” HASTA EL FINAL DE LA ESCENA.
Jon termina de montar el equipo y se pone en pie. Cillian entra en la habitación. Jon les pide que se desabrochen las camisas mientras él les pone los cinturones pegados a la piel y les conecta los electrodos. Después lo hace consigo mismo. Coge el maletín de las inyecciones y pone una azul a cada uno, nada más hacerlo se inyecta el mismo la roja.
   -¿Qué hacen exactamente las inyecciones? –pregunta Cillian.
   -Mueven las moléculas conectándolas a la mente. Esto provoca una especie de amago de infarto para que el corazón lata más deprisa y bombeé más rápido la sangre. Sentiréis un fuerte dolor en el pecho, pero tranquilos, cesará. ¡Dadme vuestras manos! –ambos lo hacen.
   -Preparaos, tardará muy poco.
   -¿El qué...? –pregunta Cillian, pero un fuerte dolor le golpea en el pecho. Su cuerpo se retuerce, pero Jon tira de él para que no caiga. Rufus comienza a sufrir el mismo dolor aunque se mantiene en pie a duras penas. Jon está en medio de los dos sujetándoles. Una luz azul comienza a manar de sus cuerpos.
   -¡Aguantad! –grita Jon.

Fuera ya ha anochecido. Una potente luz sale del cobertizo. Finalmente una explosión azul y dorada, como las de la noche anterior, estalla en el cobertizo seguido de oscuridad y silencio.


LOS ÁNGELES - 2016
Todo está a oscuras. Una fuerte explosión azul y dorada inunda de luz toda una habitación durante unos segundos y desaparece. Se oyen jadeos y toses. Unas palmadas y la habitación se ilumina. Cillian, Rufus y Jon están tirados en el suelo. Los dos primeros aún tiemblan, pero el último se pone en pie y, andando con dificultad por su herida en la espalda, echa un vistazo. Están en una habitación blanca y vacía. Sin muebles u objetos.
   -Esperad aquí. –les dice Jon. Los otros dos se ponen en pie y miran a su alrededor. Al fondo de la habitación hay una enorme ventana tapada por una persiana. Jon vuelve a aparecer y les mira. –Estamos en el año correcto. Haré unas llamadas y comenzaremos. –Cillian se adelante un poco.
   -Jon… -a Cillian le cuesta hablar-  ¿de verdad estamos… en el… 2016?
Jon se aparta de ellos y va hasta la gran ventana. Presiona un botón y la persiana comienza a levantarse dejando ver una espectacular vista de Los Ángeles de noche completamente iluminado. Rufus y Cillian se acercan a mirar con la boca abierta.
   -Bienvenidos. –dice Jon y sale de la habitación para entrar en otra con varias pantallas de ordenador panorámicas pegadas a la pared. Jon vuelve a dar un par de palmadas y las pantallas comienzan a encenderse. Jon comienza a hablar y  aparecen una serie de menús y pestañas –Teléfono, llamada bloqueada, mensaje. “Los Morlocks han vuelto, estoy herido”. Contacto, James McAvoy, enviar.
Jon sale de la habitación y vuelve a donde sus invitados. Cillian y Rufus aún están pegados a la ventana mirando las vistas de Los Ángeles.
   -Sentaos en el suelo. El primer viaje puede marear durante unos minutos. Necesito que me prestéis toda la atención que podáis. –Rufus y Cillian obedecen e intentan concentrarse en lo que dice Jon, pero todo lo que les rodea les infunde curiosidad y en parte temor.
   -¿Por qué está pasando esto, Jon?
   -Viajar en el tiempo es algo que ha obsesionado al hombre durante los últimos 100 años de un modo que no podríais ni imaginar. Cuando se descubrió el cómo, fue una revolución. Todo cambió, todo. Muchos pensaban que podríamos cambiar cosas de nuestro pasado para mejorar nuestro presente y asegurar nuestro futuro. Pero había otra mucha gente que estaba en contra, que pensaban que lo mejor era dejarlo todo tal y como estaba, ya que no se sabían las repercusiones que tendría el cambiar el pasado. Se probaron con éxito los viajes en el tiempo, únicamente al pasado. No podemos viajar hacia delante ya que no existe todavía. El caso es que se ilegalizaron los viajes. Se prohibieron terminantemente  bajo duras condenas de cárcel…
   -¿Y entonces?
   -Lo ilegal siempre atrae a gente con mucho dinero y poco que perder. El que se ilegalizasen los viajes permitió que solo unas cuantas personas en el mundo con muchas influencias y dinero pudiesen permitirse los viajes. A raíz de ahí surgió una empresa llamada “TTS”, traveler time sistem. Se hicieron con la patente y comenzaron a fabricar equipos de transporte. Lo mejoraron de modo que pudiese saltar, desde tu época a otra y volver, con la misma dosis. Contrataron a  mercenarios que se arriesgaban a realizar esos viajes y a raptar gente del pasado.  Principalmente niños y chicas jóvenes. Se vendían como esclavos, principalmente sexuales. La posibilidad de tener encerrada en tu mansión a una persona de hace 300 años volvió locos a muchos que se volcaron en conseguirlo. Pagaban auténticas fortunas. En el 2011 se hizo público, salpicando a muchas personas del gobierno y de las “altas esferas”. Aquello fue un caos, pero se consiguió encarcelar a la mayoría de los responsables de aquella empresa, exceptuando a los principales cabecillas que según dicen, huyeron a otros países. Nunca se supo muy bien quienes eran. Todo era llevado con un gran secretismo…  En el 2012 se dio por cerrado la operación “Morlock”, es como se les pasó a llamar a esos mercenarios.
   -¿Pero y tú?, ¿qué relación tienes con todo esto?
   -Yo fui parte de la operación “Morlock”, yo ayude a las autoridades e informe de las operaciones desde dentro.
   -¿Cómo?
   -En un principio yo fui un “Morlock”. –Se hace un incómodo silencio durante unos segundos.
   -Tú… fuiste uno de ellos –dice Cillian mirando fijamente a Jon. Rufus no dice nada, aunque no quita ojo a Jon.
   -Sí, yo era uno de esos mercenarios. Yo entré en pueblos pequeños y tranquilos como “Quiettown”. Agarre a niños de brazos, piernas o el pelo si era necesario. Mate a sus familias, amigos, conocidos. Arrasábamos pequeños pueblos perdidos que nunca han tenido gran repercusión en la historia. Muchas de las grandes masacres en las diferentes guerras que ha habido a lo largo de la historia, en pequeños pueblos, hemos sido nosotros. Y se ha culpado a otros. Yo formé parte de aquello. Pero me atraparon. Una unidad independiente del cuerpo de inteligencia me atrapó. No tenía otra salida, así que les ayudé. Les dije todo lo que sabía y colaboré con ellos en las detenciones. Al final se me abrió un proceso, a pesar de haberles ayudado. Cuando iba camino a mi propio juicio la misma unidad a la que ayudé me liberó y me dieron un equipo para que pudiese escapar a otra época con la condición de que jamás volvería. Pero todo ha cambiado. El tipo que vino al pueblo, Clive Owen, no lo reconocí por el nombre, pero si lo relacioné con otra persona nada más verlo. Conocí a su hermano mayor, era uno de los principales responsables de “TTS”, y jamás dieron con él, sin embargo si atraparon a y encarcelaron a Clive. Que haya pasado lo que ha pasado sólo demuestra que la organización ha vuelto a surgir y está funcionando de nuevo. O puede que jamás haya dejado de funcionar. Puede que… -Un fuerte timbre acompañado de una luz verde parpadeante inunda la habitación.
   -¿Qué es eso?
   -Ha recibido mi mensaje. Esto comienza.

Cillian, Rufus miran al frente. Jon, sin los restos rotos de su camisa, habla  sentado en la única silla de la habitación. Una sombra está detrás de este vendándole de nuevo la espalda.
   -…llevándose en total a 27 niños y niñas del pueblo, además de a unas 12 chicas jóvenes. Todo apunta a que “TTS” vuelve a funcionar y que ya tienen clientela. –La cámara gira y descubrimos en la habitación a James McAvoy mientras termina de vendar la herida de Jon.
   - La clientela que nunca perdieron, Jon. –Responde James. –Son los mismos que hace cuatro años. Les cerraron el negocio, pero desde entonces, desde el extranjero han movido todos los hilos para que soltaran a los intermediaros. Lo han logrado, incluyendo a Owen.
   -Pero ¿y qué cojones se supone que estáis haciendo vosotros? Si lo sabéis por que no actuáis.
   -Disolvieron la unidad, nos separaron. Quedamos muy pocos aquí. A los demás los trasladaron a Boston, Nueva York y Washington. Además, esta vez todo esto funciona desde arriba, y no solo el gobierno. Creemos que hay “Morlocks” en los medios de comunicación, por lo que aquí no pasa ni ocurre nada. No hay forma de denunciarlo en la prensa, porque la controlan; no hay forma de denunciarlo por vía legal, porque la controlan. Los viajes en el tiempo siguen siendo ilegales, pero en la práctica… No podemos hacer nada. –James mira a Rufus y a Cillian y vuelve a mirar a Jon.
   -Pues lo haremos por nuestra cuenta si es necesario.
   -Jon, te has traído a dos tios del pasado…
   -Algo que parece que ha dejado de ser ilegal. Tenemos que reunir al equipo. Hay 39 chicos y chicas que han sido raptados y que van a ser vendidos. Ellos podrán identificarlos. Hemos de actuar antes de perderles la pista o llamar demasiado la atención.
   -Yo estoy contigo hermano, pero hazte a la idea de que no los recuperaremos a todos. Con suerte daremos con 4 o 5… pero el resto se dispersaran. Aunque demos con los que han pagado por ellos, los esconderán.
   -Les obligaremos a hablar. ¿Con quién podemos contar?
   - Jeremy, Sam y Tom están en la costa este.
   -¿Y aquí?
   -Rose y yo. –Se hace un silencio incómodo entre los dos.
   -Contacta con ellos, organiza una video-llamada en mi sala. Tenemos que organizarnos. Se nos agota el tiempo.

Escena sin cortes.
Hay movimiento en el piso. Tanto que cuando llaman a la puerta es James el que tiene  que ir a abrir desde la sala de las pantallas. Detrás de la puerta está Rose Byrne, con una mochila colgada del hombro. Está pálida y mira a ambos lados de la estancia sin atreverse a entrar. James coge la mochila de Rose y la invita a entrar.
   -¿Está aquí?
   -Sí. Se ha traído a otros dos. Les está dejando ropa. –Rose no se mueve de la puerta.
   -Pasa de una vez, Rose. – A lo lejos suena la voz de Jon. Este sale por una puerta y se detiene al pasar junto a la entrada. Ambos se quedan mirando. James no sabe qué hacer o decir. Jon se percata de la situación. Se fija que tanto Rose como James llevan la misma alianza. Rose se fija en que Jon lleva dos en su dedo. Finalmente Jon rompe el hielo. Va hasta la puerta y le da un frio abrazo.
   -Gracias por venir. –Vuelve a mirar a James. -¿Cuánto falta?
   -Jeremy y Sam están a la espera. Tom está a punto de conectar… deberíamos ir pasando.
   -De acuerdo. –James se encamina nuevamente hasta la sala dejando a Rose y Jon en la puerta.
   -Jon, yo… -comienza Rose. Este se acerca un poco.
   -Ha pasado mucho tiempo. Centrémonos, Rose. Estás en tu casa –dice Jon.  Se aparta, va hasta un armario, saca una chaqueta y vuelve al cuarto de donde había salido.
Rose entra en el piso, cierra la puerta y sigue a James hasta la sala donde está conectando las pantallas para realizar una video-conferencia. Dos de ellas están en azul y con una frase que dice “EN ESPERA”. La tercera también está en azul, pero anuncia “CONECTANDO”.  Jon, Rufus y Cillian en la habitación. Estos dos últimos, con ropas del siglo XXI miran las pantallas azules. No pueden evitar sentirse confundidos. No dejan de maravillarse por los adelantos que les rodean, pero a su vez, no se les va de la cabeza el porqué están ahí. La tercera pantalla cambia su frase de “CONECTANDO” por “EN ESPERA”. James mira a Jon.
   -Adelante.
Las tres pantallas se encienden y en ellas aparecen Sam Worthington, Jeremy Renner y Tom Hardy. Los tres miran con gesto de sorpresa a Jon.
   -Chicos, me alegra veros… Desearía que fuese en otras circunstancias, pero me he visto obligado a regresar. Ha pasado algo muy serio y necesito vuestra ayuda. Sino quereis tener nada que ver lo entenderé. –Ninguno hace o dice nada. –Bien, no vamos a hacer nada que no hayamos hecho antes. Hemos de ser rápidos. Tenemos que empezar ya… –Todos escuchan atentamente a Jon. Este traga saliva y continúa. –James y yo os pondremos al día…

NUEVA YORK
Cillian y Rose caen al suelo. Un frio suelo de madera. La habitación está iluminada esta vez, y no le cuesta tanto ponerse en pie. De pie, en frente suya, está Tom Hardy.
   -Buena suerte, chicos –dice Rose y se vuelve a transportar, iluminando por unos segundos la habitación de azul.
Tom mira a Cillian de arriba abajo. Este le devuelve la mirada. El primero extiende la mano y se la ofrece.
   -Yo soy Tom, tío. Bienvenido.
   -Gracias…
   -Siento mucho lo que os ha pasado a ti a los tuyos. Jeremy y Sam tardarán aún un par de horas en llegar hasta aquí. Mientras tanto tengo que explicarte un poco cómo nos vamos a mover y a actuar, tío. Aunque James y Jon han sido bastante claros… vosotros sois de otra época. Tendréis que seguir nuestro ritmo.
   -Lo sé.
   -No te preocupes, tío. Yo protegeré de ti y te iré guiando paso a paso. De lo único que tienes que preocuparte es de lo mismo que el otro tío. Identificar a los niños para nosotros y ayudarnos a transportarlos a tu época.
   -Verás… no está bien que diga esto. Ahora mismo la cabeza me da mil vueltas, no te puedes hacer ni una idea. Todo a mí alrededor es extraño y confuso. Me siento cómo en una pesadilla muy real pero solo tengo una cosa en la cabeza. Recuperarlos a todos…
   -Desde luego, tío. Lo haremos…
   -Entre las chicas que raptaron… hay una muy cercana a mí.
   -Te comprendo, tío. Nuestra prioridad serán las chicas. Siempre son las primeras en ser vendidas. Imagínate porque. –Cillian no responde. –Bien, tío. Sentémonos. Tengo mucho que enseñarte hasta que lleguen estos dos.

LOS ÁNGELES
Campo de Golf por la mañana. Un hombre de mediana edad y estatura camina con un carrito de palos. Está solo en el campo, aún es muy temprano. Pone una bola en el suelo y ensaya el “swing” cuando una bala disparada con silenciador le alcanza en la pierna. Casi antes de caer al suelo una sombra se abalanza sobre él tapándole la boca. El hombre es arrastrado por el campo unos veinte metros hasta un muro de arbustos que los camufla. James lo arroja al suelo y Rose le apunta con su MP5K (subfusil) con silenciador. El hombre mira a ambos asustados. Rose conecta la mirilla de su arma y esta comienza a dar señal.
En el aparcamiento del campo de golf, Rufus y Jon observan, desde la parte trasera de una furgoneta blanca con publicidad en movimiento, la pequeña pantalla del portátil del último. El hombre que jugaba al golf está en esa pantalla, filmado por Rose.
   -“Núñez”, sabemos que volvéis a funcionar. Sabemos que “TTS” ha vuelto. Dinos lo que queremos saber. –susurra Rose
  -No sé de que hablas, zorra. –Responde Núñez. James le tapa la boca y Rose vuelve a dispararle. Esta vez en la pierna. Núñez se agita de dolor, pero James impida que se mueva o grite.
   -Gilipollas, te he dado en la arteria femoral. Si no tapono la herida o llamamos a urgencias te desangrarás en poco tiempo y morirás agonizando de dolor… ¿Vas a hablar? –Núñez asiente con la cabeza agitadamente. Tiene los ojos desorbitados. –Habla, nada más. Te inocularé un tranquilizante para que no grites. Hazlo y te dejamos aquí solo. –Núñez vuelve a asentir. Rose le inocula el tranquilizante. James le suelta.
   -¿Qué queréis saber, cabrones?
   -Quiettown, ayer, 39. ¿Qué sabes?, ¿dónde están?
   -Ay, joder, que huevos tenéis. Ya sabéis como va esto. Repartimos la mercancía. Una parte aquí, otra a la costa este, y el resto al extranjero….
Rufus no pierde detalle.
   -¿Qué le pregunte por mi hija?, ¿dónde está mi hija? –grita nervioso en la furgoneta.
   -No sabrá quién es tu hija. Primero tiene que decir todo lo que sabe. Después le podremos preguntar.
   -¿Cuántos se han quedado en Los Ángeles?
   -No sé. Yo lleve la compra de dos niños y tres chicas. No sé cuantos más quedaron aquí. Lo juro. –Rose saca una PDA de su chaqueta y conecta un mapa.
   -Di los lugares a donde los han llevado o donde podemos encontrar a los que los compraron. Di los nombres. Todo. Después llamaremos a un equipo de rescate.
   -No os creo. Sabéis que hablaré.
   -Te inocularemos “Coficorcomina”, te hará olvidar los recuerdos más recientes. ¿Te suena verdad?, a vosotros os gusta usarlo con los niños… -Tras esto, Núñez comienza a decir todo lo que Rose le ha pedido.
La PDA de Rose manda una señal al portátil de Jon con todo lo que está diciendo Núñez. En la pantalla comienzan a abrirse nuevas pantallas con informes y mapas.
   -De acuerdo, tenemos las posiciones. –dice Jon
   -¿Qué sabes de la costa este? –pregunta Rose.
   -No sé nada, nada... Gordon. Él controla, es su zona. El sabe… joder, se me pasa el efecto. ¿Qué coño me inoculaste?
   -Placebo. Gracias por la información. –Rose se cuelga el arma en la espalda y se marcha. James tapa la boca de Núñez con un esparadrapo y lo ata de pies y manos. Este se remueve salvajemente. Finalmente acaba inmovilizado por completo. Al levantarse, James propina una fuerte patada sobre la pierna de Núñez. Y se marcha dejando a este solo.
En la furgoneta, Jon pulsa en la pantalla táctil de su portátil y comienza a mandar los audios y la información transcrita a Jeremy. Rufus apenas se ha movido.
   -¿Haremos con todos lo mismo? –pregunta Rufus.
   -A todos lo que hayan tenido algo que ver. Es lo que les toca.
   -¿Y tú? –Jon se vuelve y mira serio a Rufus.
   -Yo ya cumplo penitencia.

Un lujoso ático en el centro de Los Ángeles. Unas vistas de la ciudad de noche, superiores a las del piso de Jon. Las luces se encienden y una pareja de unos 30 años entran riendo y tambaleándose. Ella cae directamente sobre el sofá mientras ríe. Él va hasta el mueble bar de cristal y se sirve una copa. Ella le pide otra. Mientras este la prepara, la mujer se pone en pie y comienza a quitarse el vestido rojo quedando en ropa interior. Él se da la vuelta y la mira sonriendo. Ella se acerca, cogiéndole del brazo y lo lleva hasta el sofá. Primero beben un trago, después ella le tapa los ojos con un pañuelo. Ambos ríen y se preparan. Pero ella grita al ver salir de una habitación a Jon apuntándoles con una pistola. El hombre se pone en pie e intenta quitarse la venda, pero James surge por una puerta trasera corriendo y lo inmoviliza. Rose sale detrás de él y apunta a la mujer que está temblando.
   -¿Dónde lo tienes? –grita James.
   -¿Quién coño sois? –pregunta asustado el hombre.
   -¿Dónde está el niño que has comprado por medio millón, hijo de puta?
   -Richard, por Dios… -grita asustada la mujer.
   -Ah… no sé de qué cojones habláis.
   -Ah, ¿no? – Rose agarra a la mujer por el pelo, la inmoviliza y la apunta con la pistola.
   -Vale, vale, vale… esperad, esperad…
   -¿Dónde está?
   -Junto al jacuzzi… en el trastero. El código es 677873. Está ahí.
   -¿Seguro?
   -Lo juro por Dios, no le he hecho nada. No le he tocado, lo juro.
   -¿Sabes de alguien más que haya comprado?, ¿sabes dónde podemos encontrar a otros?
   -Creo… creo… no lo sé, de verdad. Yo lo compré mediante Alfonso Núñez.
   -Lo conocemos.
   -No sé nada, lo juro. –James lo suelta, dejándolo de rodillas. El hombre iza la cabeza y ve a la mujer llorando y temblando. –Ella no tenía ni idea, no le hagáis daño, por favor.
   -Ellos tampoco sabían nada, ellos también eran inocentes, y ya ves.-dice James, volviendo a agarrarle por la cabeza. –Quiero que mires. –Rose arroja al suelo a la mujer y dispara sobre su cabeza. El hombre grita de furia y doler, entonces James se pone en pie y le dispara también en la sien. Jon sale de la habitación, seguido de Rose, directo a la azotea. Hay un jacuzzi cubierto por una gran lona. Al lado el trastero que decía el hombre. Teclea el código y entra. Jon pasa al interior mientras Rose hace guardia. A los pocos minutos sale fuera con un niño en los brazos. Rose lo ilumina con una cámara con infrarrojos.
   -Rufus, necesito confirmación. –dice Jon mientras Rose filma al chico.
Aún en la furgoneta, Rufus mira la pantalla del ordenador y ve a Kodi, el hijo del alcalde Slattery.
   -Es Kodi Slattery, es de los nuestros. –afirma Rufus.
   -Tenemos confirmación. Nos vamos. Tranquilo Kodi, todo ha acabado ya. –dice Jon tranquilizando a Kodi. Este está medio inconsciente.

QUIETTOWN – 1906
Una potente luz alumbra la plaza. Es de noche. Varios hombres salen armados esperando lo peor, pero encuentran a Jon con Kodi entre sus brazos. La madre de este, y viuda del alcalde sale corriendo hasta ellos y abraza a su hijo, aún dormido.
   -Está bien, dentro de lo que cabe –dice Jon, la mujer afirma y se marcha con el niño en sus brazos. Un par de hombres se acercan. Este no dice nada. Les mira un instante y cierra los ojos. Un nuevo fogonazo azul y dorado ilumina toda la plaza y Jon desaparece.

NUEVA YORK – 2016
Cillian y Sam están dentro de un coche. El primero, en el asiento del copiloto, respira forzadamente, mientras que el otro se ajusta la corbata.
   - Tranquilízate. Necesito que actúes con normalidad. Ve detrás mía todo el rato y haz lo que yo haga. No te separes demasiado, no mires a la gente a los ojos. Muéstrate indiferente. Déjame hablar a mí.
   -De acuerdo, lo haré… uf… -responde Cillian.
   -Bien… adelante.
Ambos bajan del coche y salen directamente a una céntrica calle de la gran manzana. Hay una gran multitud de gente andando por la cera junto a ellos. Cillian camina detrás de Sam con la cabeza gacha, pero no puede evitar fijarse en todo lo que le rodea. Gente trajeada, hombres con puestos de comida ambulante, un par de policías. Un asiático hace una foto a su mujer en el momento en que Cillian justo en frente. El flash le asusta, pero Sam se vuelve, lo agarra del hombro y le insta a seguir. Entran por la puerta de un gran edificio. Van directos al ascensor.
   -Tranquilo –repite Sam, Cillian respira pausadamente y mira al frente decidido.

Un hombre de unos cincuenta años, obeso y de pelo canoso revisa unos documentos desde su mesa. Estos documentos aparecen en una enorme pantalla que hay en la pared de su lujoso despacho. Una pequeña ventana azul se abre en la pantalla. El hombre lleva un guante negro con un dispositivo digital con el que apunta con un dedo a la pantalla y esta se abre dejando ver a una chica joven y muy guapa.
   -Mr Gordon, los hombres de su cita de las diez han llegado.
   -Entendido, Paulie. Hazlos pasar. –La ventana se cierra, Mr. Gordon enciende un salvapantallas con el logotipo de una empresa que tapa los documentos que estaba ojeando, teclea un código en un diminuto tablero de su mesa.
En la puerta hay un cierre magnético cifrado que se abre automáticamente, dejando entrar a Sam y Cillian. Gordon se pone en pie y va hasta la puerta para estrecharles las manos.
   -Caballeros, bienvenidos. Gracias por venir hasta nuestra sucursal en NY. Admito que para mi grupo ha sido una sorpresa que finalmente su empresa haya aceptado el acuerdo de compra-venta. Ejem… perdonen mis modales, ¿quieren beber algo?, se que es algo pronto, pero…
   -Nada, gracias.
   -¿Eso que veo ahí es una botella de Talisker? –pregunta Sam.
   -En efecto, ¿le gusta el whisky?
   -Me apasiona. –Gordon ríe y va hasta el mueble bar para servir una copa. Una vez hecho se la entrega a Sam mientras él bebe otra. Sam prueba un poco, lo saborea y sonríe. –Ahora entiendo porque es el mejor whisky del mundo.
   -Desde luego. –afirma Gordon.
Entonces Sam, sin dejar de sonreír, lo rocía sobre el cierre magnético, haciendo reacción sobre el sistema del mismo y bloqueándolo.
   -Bloqueada. –dice Sam. A continuación propina un violento puñetazo a Gordon, tirándolo al suelo. Cillian va hasta la mesa, abre su maletín y saca un portátil. Sam mientras observa los distintos puertos y puntos de conexión de la pantalla de plasma de la pared de Gordon. –Podemos conectar el ordenador a esta pantalla. ¿Recuerdas como hacerlo? –pregunta Sam mientras arrastra a Brown hasta su asiento.
   -Sí. –responde Cillian y saca una especia de “PenDrive” que conecta al portátil. Al hacerlo aparece una ventana en la pantalla que pone “INTER CONEXIÓN VIA USB”. Cillian pulsa con el dedo sobre la ventana y esta dejar ver lo mismo que el portátil. Sam se coloca un pequeño auricular inalámbrico en la oreja y pasa otro a Cillian.
   -Si quieres salir de esta harás todo lo que te voy a decir, ¿entendido?
   -¡Sí… si, si, si! –afirma asustado Gordon.
   -Bien. –Sam ve el guante digital y se lo pone. Se da la vuelta y en una ventana que entrelaza a un mapa digital. –Mira la pantalla. Son imágenes a tiempo real. Esta en modo mapa. Dime donde los tienes, a todos los que tu “grupo” habéis comprado. Ya sabes de lo que te hablo. –Brown trata de tranquilizarse, respira poco a poco mientras por su nariz sale un borbotón de sangre.
   -Déjame tu mano. –Sam lo mira receloso, pero lo hace. Gordon mueve la mano de este con la suya propia y empieza a aumentar el tamaño del mapa hasta que llegan a un edificio en concreto. Sam se suelta de la mano de Gordon y señala la opción de cambio del mapa. Ahora tiene imágenes directas de satélite del lugar, tanto aéreas como frontales, y planos del edificio, el cual está en estado semi-ruinoso además de encontrarse en un barrio viejo y en estado casi abandonado
   -¿Están ahí? –pregunta Cillian.
   -Sí. Tiene ese aspecto adrede. Por dentro está reformado. Están en la última planta.
   -¿Cuántos? –continua Sam.
   -…dos muchachas y un niño. No les hemos tocado, lo juro –Cillian vuelve a respirar forzadamente.
   -¿No os hemos dado tiempo suficiente? – Gordon no responde. Sam se lleva la mano al auricular y lo conecta. –Jeremy, tenemos imagen del lugar, las mando directamente a tu panel y te paso las del despacho de Gordon, cambio.
A los pocos segundos vemos en las imágenes de la enorme pantalla una explosión azul que estalla en frente del edificio. Sam aumenta el zoom y vemos como Tom y Jeremy van con protectores corporales negros y empuñando fusiles de asalto TAR-21. Se acercan a la puerta y la derriban de una patada. Una nueva pestaña se abre en la pantalla y vemos una conexión de vídeo desde la cámara que lleva Jeremy en la mirilla de su fusil viendo en directo lo mismo que él. La primera planta es un solar enorme y vacio, aunque en buen estado. Van hasta las escaleras y comienzan a subir.
Al otro lado de la puerta del despacho se oyen golpes. Los de seguridad han llegado hasta allí e intentan entrar. Los golpes y gritos fuera cada vez suenan más fuerte. Cillian mira nervioso la pantalla y la puerta. Sam ignora la puerta y se centra en la pantalla y en Gordon. Jeremy y Tom continúan subiendo por las escaleras. Al llegar a la segunda planta les reciben a disparos. La imagen se mueve demasiado y no se ve claramente lo que ocurre. Suenan varios disparos del arma de Jeremy y se hace el silencio. La cámara permanece quieta, Tom aparece por delante comprobando que han derribado a los dos individuos que les han disparado.
   -¿Hay alguien más?, ¿hay alguien más?, di. –pregunta, Sam.
   -Creo que no. –responde Gordon.
   -¿Cuánto tardará el equipo de emergencia?
   -Yo…
   -¿Cuánto? –grita Sam.
   -Minutos…
Tom y Jeremy continúan hasta la siguiente planta donde acaba la escalera. Ven una puerta con un cierra de seguridad parecido al del despacho de Gordon. Tom se acerca para examinarla y a continuación mira directamente hacia la mirilla del arma de Jeremy.
   -Tío, es de registro dactilar. Necesitamos la huella de Gordon –dice Tom. Sam coge el maletín y saca una PDA. Teclea en el menú y selecciona un programa de escaneo. Agarra la mano de Gordon y le presiona el pulgar sobre la pantalla. Al terminar vuelve a teclear en la pantalla y la imagen llega directamente a otra PDA que tiene Tom en un bolsillo interior. La cámara retrocede, ya que Jeremy vigila la retaguardia de ambos, por lo que no vemos lo que ocurre, pero al poco oímos como la puerta se abre. Jeremy se da la vuelta y nos permite ver como entran en la sala.
Otro fuerte golpe se oye detrás de la puerta del despacho.
   -Intentan echarla abajo. –dice Cillian.
   -Que sigan. Esa puerta no se abre a menos que la reviente de una explosión, y con este aquí no lo harán. –asegura Sam. –Para cuando se les ocurra otra forma de entrar, Jeremy estará aquí para transportarnos. –Cillian asiente afirmativo aunque preocupado.
   Los otros ya han entrado en la habitación. Está a oscuras. Se oye un ruido de maquinaría y se hace la luz. En un pasillo estrecho con puertas a ambos lados. Comienzan a abrirlas una a una. En la primera encuentran a una chica sedada en una cama con sábanas blancas. La habitación entera es blanca, y no hay nada más salvo un pequeño armario pegado a la pared y mesa con una jarra de agua y dos vasos. Cillian reconoce a la muchacha, es amiga de Rachel. Cada vez se pone más nervioso. Tom la ayuda a ponerse en pie.
   -¿Cuántos más decía el gordo que habían traído aquí? –pregunta Tom.
   -Dos muchachas y un niño. –responde Sam.
   -Hay al menos 10 habitaciones más. Las comprobaremos todas. –dice Jeremy.
   -Dejémosla en la habitación de en medio del pasillo. –Tom coge en brazos a la chica y sale al pasillo. Jeremy sale también pero va hasta la puerta para bloquearla desde dentro. Después se dirige hasta la puerta de la habitación de en medio y la abre de una patada. Es igual que la primera, salvo que  no hay nadie. Dejan a la chica en la cama y siguen entrando en el resto de habitaciones encontrando a más de los que esperaban. En total sacan a cuatro muchachas y a dos niños. La mayoría dormidos. Rachel no está entre ellos.
   -Menuda puta mierda. Tendremos que dar tres viajes para transportarlos a todos, en cuanto terminemos vamos a por vosotros, corto. –afirma Jeremy. En ese momento, la puerta de acceso al pasillo estalla por una explosión y comienzan a disparar desde el otro lado. La cámara vuelve a moverse demasiado. Cuando se detiene está mirando al suelo.
   -Jeremy, ¿qué  ocurre?, responde. –grita Sam.
   -Ostia puta, joder. Nos han encontrado. La puerta ha reventado, la puta. Fuego demasiado intenso. –La cámara se mueve y nos deja ver el fondo del pasillo donde vemos sombras moverse y fogonazos de balas cruzando el pasillo. Jeremy responde al fuego con fuego. –Estoy atrincherado aquí. Tom se ha quedado en la habitación con los chavales. Coño, yo le cubriré mientras… los transporta. Tardaremos en llegar a vuestra posición. Buscad otra vía de escape alternativa. Cierro.  –El “cierro” va seguido de una ráfaga del arma de Jeremy y el apagón total de la pantalla.

Cillian mira a Sam pálido y tragando saliva. La puerta del despacho comienza a dar de sí.
   -¿Cómo salimos de aquí?, ¿cómo? –pregunta desesperado Cillian.
Sin inmutarse, vuelve a golpear en la cabeza a Gordon dejándolo inconsciente. Le dice a Cillian que recoja todo el equipo y lo guarde en los maletines. Después abre la ventana panorámica y se asoma fuera. Hay una altura de 19 pisos hasta la calle. Sam se asoma un poco más y ve que apenas hay margen de separación entre la planta 19 y 18. Aún inconsciente levanta a Gordon, consiguiendo mantenerlo en pie. Cillian ya ha recogido el equipo y espera junto a la pantalla.
   -Ayúdame. –dice Sam. Cillian se acerca. –Sostenlo por los hombros. –Cillian lo hace mientras Sam se inclina y mueve los pies de Gordon hasta el borde de la ventana abierta.
   -¿Qué haces…? –pregunta Cillian. En la puerta vuelve a sonar otro fuerte golpe. De un momento a otro se viene abajo. Sam agarra tanto de los pies como de las piernas para que Brown no se doble.
   -Cuando lo levante necesito que empujes su cuerpo hacia la fuera. –dice Sam.
   -¿Qué? –la puerta está a punto de ceder.
   -Que lo empujes. –grita Sam. –Una, dos,… –sin terminar de contar, Sam mete la cabeza debajo de las piernas de Brown y lo levanta sobre sus hombros. Cillian da un fuerte empujón y tanto Sam como Gordon se balancean hacia el exterior. Sam se arroja al suelo a tiempo para poder sostenerse sobre algo sólido. El cuerpo de Gordon, en cambio, si sale fuera. Sam, sin perder un solo segundo, reacciona y agarra fuertemente los pies de Gordon pudiendo sujetarlo, de modo que el cuerpo de este se balancea 180 grados estrellándose contra la ventana del piso 18 y rompiéndola. Sam lo suelta, dejando caer el cuerpo al vacio. Una fuerte explosión revienta la puerta echándola abajo. Sam coge a Cillian del brazo y lo arroja junto a él al suelo cubriéndose con la mesa. Al instante abren fuego sobre el despacho.
   -¡Sam! –grita Cillian.
   -Dame la mano, vamos. –Cillian lo hace y, sin apenas tiempo para reaccionar, Sam tira de él arrojándole al vacio pero sin soltarle. Al seguir el mismo trayecto que Gordon, Sam lo suelta y Cillian cae sobre el suelo de un despacho en la planta 18. Se pone en pie y mira a su alrededor. Está vacío. En el piso superior se oye un gran tiroteo. Cillian no sabe si esperar o salir del despacho. Entonces el cuerpo de Sam aparece balanceándose por la ventana y cayendo de espaldas sobre el despacho. Rápidamente se pone en pie y va hasta la puerta. La abre un poco y mira fuera.
   -Haz lo que yo te diga, muévete cuando yo te diga y ve lo más agachado que puedas. –Sin esperar una respuesta por parte de Cillian, Sam sale fuera del despacho y comienza a caminar por el pasillo lo más normal que puede. El final del pasillo da a una enorme sala con despachos portátiles. Sam mira a su alrededor intentando pensar cómo salir de allí. Ve que la explosión del piso superior ha dejado heridos y que los están evacuando entre varias personas.
Sam se vuelve y hace una señal para que Cillian salga del despacho. Al llegar este a su posición, Sam le propina un fuerte golpe en la cabeza, haciendo que pierda momentáneamente el conocimiento.
   -Perdona. –le susurra al oído mientras lo levanta en brazos.  –Ayuda, necesito ayuda, por favor. –grita Sam, mientras Cillian siente como están corriendo por el pasillo. Lo ve todo borroso, el sonido va y viene de un modo muy pausado. Siente como otro par de manos lo sujetan y mueven por la sala. La luz y el sonido comienzan a desaparecer. Poco a poco deja de sentir su cuerpo. Finalmente acaba perdiendo el conocimiento.

CHICAGO
La puerta de un despacho se abre, entrando por ella aparece Clive Owen. Pegado a una gran ventana panorámica hay un hombre de unos 50 años mirando las vistas de la ciudad. Clive se acerca a él. Pasan unos segundos sin decir nada.
   -¿Puedes solucionarlo? –pregunta el hombre.
   -Puedo. Sólo dame luz verde y acabaré con esto.
   -Esto… es todo culpa tuya. –dice el hombre volviéndose despacio. –Ya respondí una vez por ti. No volveré a hacerlo. –Clive asiente enfadado y sale del despacho. El hombre vuelve a girarse para mirar por la ventana.

NUEVA YORK
   -Delancey Street, repito, Delancey Street. Vamos directos al puente de Williamsburg, dirección Brooklyn… -grita Sam. –No, no, no. Te necesito en mitad del puente, en mitad del puente. Nosotros llegaremos a… –una explosión suena al otro lado de la calle. Cillian termina de abrir los ojos y comienza a entender que está pasando a su alrededor. Todo a su alrededor pasa a gran velocidad. Casas, coches, motos, camiones, furgonetas, personas… Está tumbado en el asiento de atrás de un coche en marcha. En marcha es un decir, va a toda velocidad por la calle. También oye disparos. Levanta un poco la cabeza para ver por la ventanilla trasera, pero no hay ventanilla, eso explica los cientos de pequeños pedazos de cristal que tiene encima. Les están disparando desde otros coches. Les están persiguiendo. Sam conduce a la vez que se comunica por radio. La voz de Jeremy suena por el altavoz del coche.
   -Sam, cabronazo, estaré en mitad del puente en 60 segundos. Se puntual, hijo de puta. –dice, y se corta la transmisión. Sam mira por el espejo retrovisor a Cillian.

   -Cillian –grita Sam. –Ahí tienes un arma cargada y lista. ¡Dispar…! –Sam se ve interrumpido al intentar evitar un coche que ha aparecido de un cruce. Se lleva por delante un buzón al subirse a la acera pero recupera el control y vuelve a la carretera. –Dios. Coge el arma y dispara. ¡Dispara! –Cillian mira a su alrededor y ve un M4 junto a la ventanilla.
Coge el arma y comienza a disparar. El coche más cercano responde al fuego, obligando a Cillian agacharse durante unos segundos. La situación le está sacando de quicio. No le dan tiempo ni a responder. No puede hacer nada. Le cuesta mantener el equilibrio en la parte de atrás con todos los vaivenes que da el coche. Se levanta lleno de ira y, gritando, responde al fuego. Acierta la mayor parte de las ráfagas dando en el coche enemigo. Este gira bruscamente, vuelca y se estrella con los dos que iban detrás. Una fuerte explosión sacude toda la calle. Sam mira por el retrovisor.
   -¿Estás bien? –Pregunta Sam. Cillian se vuelve para oír mejor a Sam, pero entonces una ráfaga le da directamente en el arma, arrancándole el índice y el pulgar, además de en el hombro de Sam. El coche gira bruscamente, pero recupera el control. Pasan la barrera del puente y siguen esquivando coches como pueden. Cillian  está tumbado en el asiento, como al principio, haciendo presión en su herida. –Cillian, ¿estás bien?, ¿estás bien?
   -Me han arrancado dos dedos. –grita mientras se sujeta la mano y muerde los dientes.
   -Búscalos, búscalos por el coche, te los podemos volver a poner. –responde Sam tranquilo mientras continua esquivando el caos automovilístico que se ha producido fuera. Cillian hace caso y mira por el suelo del coche. Enseguida encuentra el pulgar. Varios disparos más atraviesan el coche, pero ambos ocupantes los ignoran. Acaba encontrando también el índice, pero el coche frena bruscamente. – ¡Abajo, abajo, abajo! –grita Sam mientras coge el arma, baja del coche y dispara a sus perseguidores.
Cillian baja y corre por el puente haciendo presión en su mano con su brazo, mientras sujeta los dos dedos. Tanto la camisa como el traje están empapados de sangre. Sam corre detrás sin dejar de disparar cada vez que tiene ocasión. Los cristales de un coche cercano a Cillian explotan. Están abriendo fuego desde varios puntos, por lo que acaban cubriéndose detrás de un coche. A Sam se le acaba la munición y son incapaces de continuar avanzando. Se quedan sentados, apoyados en la misma posición esperando a que les cojan.  Cillian guarda los dos dedos en el bolsillo interior de su chaqueta. Entonces aparecen cuatro tipos vestidos de trajes, con gafas de sol y armas.  Se abalanzan sobre ellos y rodean apuntándoles fijamente. Ellos se llevan las manos a la cabeza mientras cierran los ojos. Pero en ese momento los hombres son tiroteados a bocajarro. Jeremy surge desde detrás de un coche con otro M4 y varios cinturones de tiempo. Remata a los atacantes en el suelo y arroja a Cillian y Sam los cinturones.
   -La ostia, porque poco, cojones. –dice Jeremy. Una vez que se abrochan los cinturones se reanudan los disparos.
   -Salgamos de aquí, ya. Danos la inyección, Jeremy. –grita Sam agachado tras un coche.
   -Hay un ligero problema, solo ligero. Tan solo quedaba una para vosotros… Tendréis que compartirla.
   -¿Qué? –Pregunta desesperado Sam – ¿Y cómo conseguimos que nos bombee la sangre lo suficiente?, ¿cómo?  –Cillian permanece agachado mientras mira a su alrededor. Hay una gran cantidad de coches detenidos a su alrededor, todos ellos con un gran número de agujeros de balas. También hay cadáveres, tanto dentro como fuera, por el fuego cruzado. Un niño pequeño mira desde la ventana del coche donde están apoyados. El niño mira a Cillian y este le devuelve la mirada. Entonces el pequeño señala con su dedo el rio. Cillian se vuelve y su expresión cambia.
   -No lo sé, no hay otra opción, joder… -responde Jeremy.
   -Saltemos. –grita Cillian.
   -¿Qué cojones has dicho, pelirrojo?
   -Saltemos los tres…. Nuestro ritmo cardiaco aumentará… con la fuerza que necesitamos para saltar en el espacio. Creedme… –grita Cillian. Los tres se miran y acaban afirmando con la cabeza. Todo ocurre a cámara lenta. Jeremy le da la inyección a Sam y se pone en pie para cubrirles. Avanzan lentamente hasta el borde del puente. Una vez en él se asoman. Cuarenta metros los separan del agua. Jeremy arroja su arma al suelo y descubre sus muñecas. Sam y Cillian agarran con su mano cada uno una de ellas. Respiran con fuerza, cuentan hasta tres, cierran los ojos y se arrojan al vacio.

LOS ÁNGELES
Max Records está sentando y despierto en la habitación donde le han encontrado. Junto a él hay dos muchachas jóvenes. Las dos están tumbadas en una cama grande en una esquina de la habitación. Rose está tumbada junta a ellas intentando tranquilizarlas. Jon y James siguen registrando otras habitaciones, y Rufus está sentado junto a él.
   -Sheriff, ¿qué ha pasado? –Rufus se piensa la respuesta unos segundos.
   -Verás Max. Tú, y todos nosotros, tenemos alguna vez pesadillas, ¿verdad? –pregunta Rufus sonriente a Max.
   -Verdad.
   -Bien… las pesadillas no son del todo malas. Nos preparan para posibles peligros que podríamos vivir… en el futuro. A veces algunas pesadillas se cumplen. Esto ha sido una de verdad. Pero ya ha acabado. Volvemos a casa, te lo garantizo.
   -¿Ya ha acabado?
   -Ya ha acabado. –En ese momento entra Jon y se acerca hasta ellos.
   -¿Y Chloe y Thomas? –El gesto de Rufus cambia por completo. – ¿Vuelven ellos también a casa?
   -Los estamos buscando, hijo. –responde Jon, ante la impotencia de su amigo. -Los estamos buscando. Pero por supuesto que volverán a casa.
   -Ellos no están aquí. –Vuelve a hacerse el silencio tras la frase de Max.
   -¿Cómo sabes eso? –pregunta Jon.
   -Porque se los llevaron ayer, a los dos. Escuché toda la conversación. –Rufus trata de tranquilizarse y mira fijamente al niño.
   -¿Sabes a dónde?

CERCA DEL LAGO SALVADOR, NUEVA ORLEANS
Es de noche. Jon está agazapado detrás de un árbol mirando con unos prismáticos de visión nocturna una mansión antigua de tres pisos a lo lejos, recién restaurada, junto al lago. Suelta los prismáticos y hace una señal a Rose, que está junto a él con un rifle, “Barret”, de francotirador. Rose transmite por radio la orden de empezar. Al otro lado hay una carretera, y cruzándola, tres todoterrenos aparcados. Los dos primeros arrancan y salen a la carretera. El tercero espera. Jon coge su arma del suelo y se prepara para ir hasta el coche.
   -Buena suerte, Jon. –dice Rose sin apartar la vista de su mira térmica.
   -Nos veremos en un rato. –ambos se miran apenas unos segundos.

Jon corre hasta el todoterreno que espera. En su interior está Sam al volante. Arrancan y pronto alcanzan a los otros dos. No llevan las luces encendidas. Van a una velocidad media, procurando hacer el menor ruido posible. La carretera es de campo, rodeando un bosque. No hay casas o edificios alrededor. Todo está cuesta abajo. Se desvían por un camino de tierra y lo siguen hasta la verja de la mansión que Jon y Rose observaban. Un gran muro rodea toda la casa. Los tres coches se detienen silenciosamente. Jeremy se baja del primero y se pierde entre los arbustos. De la casa sale una potente luz de algunas de las habitaciones. A pesar de la luz no hay señal alguna de vida. A los pocos segundos la luz se va y los tres coches arrancan tirando abajo la verja de la casa. Todos se bajan de los coches empuñando armas. Encienden los equipos de visión nocturna y salen corriendo en diferentes direcciones. Del primero bajan Tom y Cillian, dirigiéndose a la puerta principal (este último tiene todos los dedos de la mano intáctos); del segundo salen James y Rufus, que van a la parte de atrás; Sam y Jon corren hasta la puerta que da al sótano. Jeremy aparece por la entrada donde antes estaba la verja, y se cubre con los coches para dar fuego de cobertura a los demás. Un tipo con ametralladora aparece por una ventana del segundo piso, pero su cabeza vuela en varios pedazos por un tiro de Rose desde la ladera de la montaña por la que han bajado.
Rufus y James corren hasta la parte de atrás. No hay nadie. Derriban la puerta de una patada y entran. James va delante. Es la cocina. Despejada. En el piso superior se oye un ruido.
Tom abre la puerta principal de una patada y mira a su alrededor. Cillian va detrás. En frente de ellos hay una enorme escalera que conecta con la segunda y la tercera planta. Corren hasta ella pero empiezan a dispararles desde arriba. Se cubren como pueden detrás de varios muebles, los cuales comienzan a volar en pedazos. Tom coge una de sus granadas cegadoras y la lanza con todas sus fuerzas por las escaleras.
   -Cierra los ojos, tío. –tras la explosión, Cillian pierde la pista de Tom. Trata de ponerse en pie pero aún vuelas balas por encima de él. A los pocos segundos aparece Tom y le tira del chaleco. –Muévete, Cil. –Este se pone en pie y le sigue hasta las escaleras. Detrás de ellos aparecen Rufus y James. Los cuatro suben hasta la segunda planta. Parece despejada. Tom y Cillian prosiguen hasta la tercera.
Jon y Sam revientan con explosivos la puerta metálica que va hasta el sótano. Lanzan una granada cegadora, estalla y bajan. Hay una gran bodega junto a las antiguas columnas de madera que hacen de pilares de la mansión. Al fondo ven una puerta. Se dirigen hasta ella, la abren y entran. Un pasillo con más puertas.
Cillian y Tom llegan a la tercera planta. Un largo pasillo con puertas a ambos lados. Al fondo se abre una puerta y comienzan a dispararles. Tom carga un cañón del 203 en su M4 y dispara sobre la puerta. Esta estalla en mil pedazos (literalmente).
   -Vamos, tío, date prisa –grita Tom y corre hasta la puerta que acaba de reventar. Cillian por el contrario comienza a abrir de una patada y registrar cada una de las habitaciones. Lo hace nervioso y sin apuntar bien con su arma.
En el segundo piso, Rufus y James hacen lo mismo. El primero comienza a ponerse nervioso. No hay nadie. Pero en ese momento le suena el auricular que lleva en la oreja.
   -Rufus, tenemos luz verde, hemos dado con tu hija. Necesitaremos ayuda aquí abajo. –comunica Jon por la radio. –Rufus, fuera de sí, sale corriendo de la habitación y se dirige hasta el sótano. James sale detrás de él.
   -Rufus, espera  –grita James mientras corre tras el Sheriff.
   -Mierda, tío, nos quedamos sin cobertura en la segunda planta. –Dice Tom que ha escuchado la conversación. –Aquí no están. Tenemos que bajar. –Cillian se vuelve desesperado.
   -Tenemos que registrarlas todas... –grita enfadado.

Agazapada tras unos arbustos y sin perder detalle de lo que ocurre en la casa, Rose intensifica la señal de su mirilla térmica y ve que en el tercer piso, junto a Cillian y Tom, en una habitación, hay una persona.
   -Tom, presencia en vuestro piso. Uno, cambio –dice Rose.
   -Recibido –responde Tom. Cillian se vuelve hasta la habitación que tiene enfrente y abre la puerta de una patada. Se levanta una gran capa de polvo y no pueden ver que hay dentro. Tom aparta a Cillian de la puerta y esperan a que se disipe el polvo. De dentro surge la voz, casi apagada, de una mujer.
   -¿Cillian?

Al llegar al sótano Rufus se encuentra a varias chicas y niños sentados en el frio y sucio suelo del pasillo, apoyados contra la pared. James está con ellos mientras los examina.  Rufus busca con la mirada desesperado hasta que ve a Chloe entre ellos mirándole impasible. Rufus se arroja a ella y la abraza fuertemente. Ella no le devuelve el abrazo.
   -Les han inyectado “Coficorcomina”. No recuerdan nada. La mayoría están en estado de “Shock”. No te preocupes Rufus, se pondrá bien. Tenemos que empezar a subirlos a los coches, deprisa. –dice James. Rufus asiente y sale con su hija y otro niño más. Los tres salen de la casa mientras Jeremy los cubre. Hay un gran silencio alrededor de la casa. Rufus los sienta en la parte de atrás de uno de los todoterrenos.
   -Cariño, tengo que volver dentro, pero enseguida vuelvo. Te lo prometo. –Rufus se vuelve para ir hasta la casa.
   -¿Thomas? –dice Chloe a un nivel casi inaudible. Rufus se detiene y la mira.
   -¿Está abajo? –pregunta. La niña asiente con la cabeza. Rufus se aparta del coche y vuelve corriendo a la casa. Se cruza con Jon y Jeremy que llevan al tercer niño y a una de las muchachas.
   -Tom, necesitamos que bajéis, necesitamos ayuda abajo, rápido. –comunica Jon por el auricular.
   -Estamos en ello. Hemos encontrado a alguien aquí arriba.  –Responde Tom.

En el interior de la habitación Cillian está examinando a Rachel mientras ambos llorar. Por fin se han encontrado. Rachel está sobre un sucio colchón. Lleva un vestido blanco pero sucio y tiene moratones en la cara y el cuerpo.
   -Cil, tío, tenemos que bajarla ya. –dice Tom. Cillian se vuelve y asiente. Se inclina sobre Rachel.
   -Te he encontrado… mi amor. –le susurra. Rachel echa a llorar mientras asiente con una gran sonrisa. –Te voy a llevar abajo, ¿de acuerdo? Pero no me pienso separar de ti. Nunca más.

Aun escondida, Rose sigue observando lo que ocurre. Una potente luz aparece en mitad del cielo. Mueve su rifle y trata de averiguar de dónde viene.
   -Mierda.

Suena HOLD THE ICE por el minuto 4:00
Cillian levanta a Rachel y se dirige hasta la puerta de la habitación. Tom sigue esperando en ella mientras no pierde detalle del pasillo. Comienza a sonar un fuerte tiroteo en el exterior. Entonces una estruendosa explosión suena en el tejado. Media docena de cuerdas caen sobre la habitación que Tom reventó con el proyectil del 203. Fuera, el tiroteo se intensifica. Un helicóptero está sobrevolando el edificio. Varios tipos, vestidos con chalecos protectores negros y cascos se deslizan por las cuerdas. Tom dispara sobre la puerta de la habitación donde están aterrizando estos.
   -Joder, nos han descubierto. Corred. Corred. –grita Tom. Cillian sale con Rachel por la puerta y llega corriendo hasta la escalera. Allí se detiene y mira a Tom.
   -Vamos, Tom. Corre. –Este mira a su compañero y niega con la cabeza.
   -Necesitas que alguien te cubra hasta llegar abajo, tío. Iros sin mí, no os preocupéis. Iros.
   -No me jodas, tío. –grita Cillian. Tom sonríe y con un gesto obliga a Cillian a correr por la escalera. LLEGA AL MINUTO 4:38. SOLO ESCUCHAMOS EL TEMA. Cillian corre por las escaleras llevando a Rachel en los brazos. Las balas atraviesan las estrechas paredes y todo los muebles y cuadros a su alrededor se fragmentan y vuelan en pedazos. Tom continua apostado en la puerta y disparando. EL TEMA TERMINA mientras vemos como finalmente una bala alcanza a Tom en el pecho y en la cabeza, cayendo muerto.

Rufus vuelve al sótano y entra en el pasillo donde estaban todos los niños y las chicas. James está subiendo a la última chica.
   -¿Queda alguno? –pregunta Rufus.
   -No. Vamos, tenemos que irnos. –grita James. Rufus hace caso omiso y comienza a mirar una a una las habitaciones hasta que llega a una donde ve un pequeño cuerpo sobre el suelo. James grita algo que no entiende y sube por las escaleras. Rufus entra poco a poco en la oscura habitación. Hay un gran charco de sangre, y el cuerpo de un niño sobre este. Se acerca hasta él y le da la vuelta. No vemos quien es, pero Rufus sí. En la mano del niño hay una canica roja. Rufus la coge, besa la cabeza del niño y sale corriendo por el pasillo. Al llegar a la primera planta se cruza con Cillian que lleva a Rachel en los brazos. Ambos van hasta la puerta y la abren. Fuera, los demás están apoyados sobre los coches respondiendo al fuego que llega desde el tercer piso, el helicóptero que sobrevuela la casa y de detrás del muro que rodea la casa. Todos se meten en los coches, arrancan y se marchan del lugar.

En el primer coche van Jon y James junto a tres chicas. Estas lloran y gritan de miedo en la parte de atrás. James conduce mientras Jon responde al fuego que llega desde el helicóptero. En el segundo conduce Sam, junto a Rufus, Chloe y dos niños más. Nadie responde al fuego desde este. Rufus está sentado detrás junto a Chloe mientras la abraza, ignorando el fuerte tiroteo. En el tercer coche la situación no es muy distinta; Jeremy conduce mientras Cillian examina las heridas de Rachel. Esta sigue llorando abrazada al Doctor.
Cuando salen del camino de tierra y llegan a la carretera por la que habían venido abren fuego sobre ellos otros todoterrenos que los estaban esperando. Tanto Rufus como Cillian en sus respectivos coches se ven obligados a responder al fuego. Comienza una salvaje persecución junto a un violento tiroteo por la modesta carretera comarcal.
Al llegar a la posición de Rose el primer todoterreno se detiene a un lado de la carretera. Les harán frente desde el bosque. El segundo y tercer coche prosigue a toda velocidad. En el segundo Sam le lanza dos cinturones a Rufus.
   -Prepáralos, vamos a saltar a tu época ya. –grita Sam. Rufus comienza a abrocharse el cinturón mientras Sam continua conduciendo a toda velocidad.
En el tercer coche Jeremy hace lo mismo que Sam y le pasa dos cinturones a Cillian. Este empieza a prepararlo, pero una bala acierta sobre la cabeza de Jeremy y este cae sobre el volante. El coche gira bruscamente dando varias vueltas de campanas aunque sin salirse de la carretera.
Rose corre hasta el primer coche mientras dispara sobre el helicóptero que ya está llegando a su posición. Del todoterreno sale Jon corriendo hasta la primera línea de árboles. Se detiene y da fuego de cobertura a Rose y a James. Este último se queda en el coche intentando que las chicas corran hasta los árboles, pero estas no quieren salir del coche. Varios todoterrenos se detienen y disparan sobre el coche, mientras que otros continúan la persecución sobre los otros dos. En apenas unos segundos el fuego sobre el primer coche y sobre los árboles es tan intenso que ninguno puede asomarse para disparar. Lanzan varias granadas cegadoras sobre el coche y se abalanzan sobre este. Al menos una docena de tipo con chalecos negros y cascos cae sobre James y las tres chicas. Jon y Rose tratan de devolver el fuego, pero este es demasiado intenso y acaban huyendo por el bosque. Varios de los que han asaltado el vehículo corren tras ellos.
Dentro del tercer vehículo siniestrado y bocabajo están Cillian y Rachel. Jeremy está tendido sobre en el suelo, muerto. Cillian trata de soltarse. Lo consigue cayendo bruscamente sobre Jeremy. Se aparta con la mano los restos de cristal y suelta a Rachel, la cual no deja de temblar. Se asoma por una de las ventanas que ha estallado por la presión del golpe. Varios coches se están acercando hasta su posición. El helicóptero se está posando sobre el lugar del accidente. Cillian busca desesperado su M4, pero no está por ningún lado. Comienza a registrar el cuerpo de Jeremy y encuentra una pistola. Cuando consigue soltar el seguro, unas fuertes manos le agarran del cuello y tiran de él hacia fuera. Ya los han rodeado. Son al menos una veintena de hombres apuntándoles con armas. Se llevan a Rachel aparte. Cillian forcejea fuera de sí, pero el que lo sujeta es mucho más grande y fuerte que él. El helicóptero se posa junto a ellos y de él baja Clive Owen. Los hombres llevan a Rachel al helicóptero. Ella también forcejea como puede mientras mira como Clive, con una pistola en la mano, se acerca a Cillian de rodillas en el suelo. Cillian procura no perder la compostura. No deja de mirar ni un instante a Rachel. Esta le llama por su nombre, pero su voz se pierde a causa de las hélices del helicóptero. Trata de sonreír para ella. Es lo último que hace. El rostro de Rachel adopta una mueca de horror y rabia. El cuerpo sin vida de Cillian cae al suelo. Clive baja la mano donde tiene la pistola que acaba de ser disparada. Todos los hombres vuelven a los coches y se marchan del lugar.

En el interior del segundo coche los niños gritan de miedo mientras la ventana de atrás es destrozada por las balas de los dos coches que lo persiguen. El coche echa humo por tres sitios distintos. Rufus se pone la inyección roja. Después intenta ponérsela a Sam en el brazo, pero este no deja de dar volantazos por la persecución. Acaba cogiendo el mismo la jeringuilla e inyectándosela en la pierna. Da un giro brusco y se interna por el bosque hasta que el coche se estrella contra la raíz de un árbol. Sam baja del coche y abre la puerta de atrás de su lado. Coge a los dos niños del cuello y los atrae junto a él. Rufus hace lo mismo con Chloe. Los niños gritan de dolor. Rufus también lo siente. Chloe lo está abrazando fuertemente. Están a punto de saltar en el tiempo. Varias imágenes de Quiettown le vienen a la cabeza. Se concentra todo lo que puede. Sam está mirando fijamente una fotografía del pueblo. Los coches llegan hasta donde están ellos y comienzan a disparar. Sus cuerpos se elevan y contraen en una fracción de segundo, después todo queda a oscuras.

QUIETTOWN – 1906
SUENAN LOS PRIMEROS 80 SEGUNDOS DE “HOLD THE ICE”
Se hace el silencio salvo por la música. Una fuerte explosión azul y dorada estalla en mitad de la plaza. Rufus, Chloe, Sam y los otros dos niños caen al suelo. Varias personas se acercan corriendo y apuntándoles con armas. Al ver que son ellos las bajan y se acercan para ayudarles. Parecen que ya están acostumbrados. Rufus levanta la mirada y ve que hay una pequeña congregación en la plaza. Estaban esperándoles. Le ayudan a levantarse. Los niños miran a todos lados, aún asustados, buscando a sus padres. Sam se pone en pie y se dirige hasta Rufus. Vuelve el sonido.
   -Rufus, tenemos que volver. Los demás van a necesitar nuestra ayuda.  –dice Sam. Rufus le da la espalda, coge a su hija de los brazos y se marcha de la plaza. La muchedumbre le deja paso, están más preocupados en ver quiénes son los niños que han vuelto. Sam, perplejo ante la reacción de Rufus, sale corriendo tras él. Rufus se dirige hasta su casa con Sam detrás llamándole. Al llegar deja a su hija en la puerta. Ella la abre y entra. En su interior se oyen unos platos romperse contra el suelo y el grito de Cobie viéndola entrar. Rufus se da la vuelta y mira a Sam.
   -No puedo volver.
   -¿Qué estás diciendo?
   -Lo he arriesgado todo por esto. No puedo perder a mi familia volviendo allí…. No puedo volver ahora.
   -¿Cómo sales ahora con esas? –pregunta fuera de sí, Sam.  – ¿Y Cillian, y Jon, y todos los que aún están allí atrapados? Nosotros nos estamos arriesgando por ellos, ¿y tú qué?
   -Yo arriesgo algo más que la vida volviendo. Mi familia tiene prioridad para mi ahora… no puedo volver. Lo siento. –Sam mira perplejo a Rufus.  Saca un diminuto maletín dorado de uno de los bolsillos de su chaleco y lo arroja al suelo. Se aleja unos pasos y vuelve a saltar en el tiempo dejando tras de sí una explosión azul y dorada. Rufus entra en su casa y ve a Cobie abrazando a su hija mientras ambas lloran. Su hija besa a su madre y se vuelve hacia su padre. Su mirada es distinta a la que tenía hasta ese momento. Chloe corre hasta él y lo abraza. Cobie se acerca hasta ellos y también abraza a Rufus rompiendo a llorar. Rufus sonríe feliz. Los tres siguen abrazados durante un rato.

Pasan los días y ninguna nueva explosión tiene lugar en el pueblo ni en sus alrededores. Los habitantes permanecen callados, sin apenas moverse… esperando.
Rufus está sentado en el porche de su casa mirando la puesta de sol. Se lleva la mano a los bolsillos y parece encontrar algo. Saca la canica. La pequeña canica roja que encontró en la habitación. Empieza a recordar la conversación que tuvo con Jon.
   -… los recuperaremos a todos. No pararemos hasta que los traigamos a todos, ¿verdad? –preguntaba Rufus.
   -Por supuesto. –contestaba Jon.
Junto a su casa pasan un hombre y una mujer. Vienen de la plaza. La mujer llora, seguramente por no poder abrazar a un ser querido que ya no está con ellos. Rufus comienza a respirar intranquilo. Se da la vuelta y ve a Chloe sentada leyendo junto a Cobie en la cómoda. Esta levanta la mirada y sonríe a Rufus. Este se vuelve y mira hacia la calle. El anochecer en Quiettown. El silencio. La tranquilidad.
   -…la traeré de vuelta. Y volveremos a ser una familia... Te lo prometo. –recuerda Rufus.

   -A la mierda. – Se pone en pie, entra en la casa y sube las escaleras. Cobie se ha puesto en pie sin saber qué es lo que ocurre. A los pocos segundos Rufus baja otra vez al primer piso. Lleva el cinturón de tiempo puesto y dos jeringuillas vacías en la mano. Mira a Cobie y a Chloe sonriendo. –Os quiero. Pero hice una promesa… y he de regresar. Os juro que volveré con vosotras. Os lo juro. –Cobie abre la boca para decir algo que detenga a su marido, pero este es más rápido. Abre la puerta y sale corriendo. SUENA EL MINUTO 3:30. Rufus corre por la calle mientras que Cobie sale como puede de la casa y se sienta, temblando, pálida y con lágrimas en los ojos junto a la puerta. Chloe se asoma desde la ventana y con el reflejo de esta vemos como Rufus sigue corriendo hasta que desaparece tras una explosión azul. Cuando el tema deja de sonar hay un fundido en negro.
  


10 comentarios:

  1. Que Obra!.
    Una deliciosa mezcla de Ficción Futurista con un Drama Complejo.

    Gratos personajes, un ritmo fenomenal y muy entretenida . Por lo que veo creo que habra una segunda parte, ojala.

    Me imagino a Chritopher Nolan dirigiendo esta película, jejeje.

    Felicitaciones Sean !

    ResponderEliminar
  2. Una excelente nominada a Mejor Obra, Director, Musica y otros rubros más. Bauer, excelente obra, excelente ritmo, excelente combinación de géneros. Enhorabuena por esta obra!

    ResponderEliminar
  3. Extraordinaria Sean ;-) Te luciste!!! La complejidad, en todo sentido, de tu obra, me alucinó. Todo tiene un gran trabajo detrás y eso se nota, nada esta improvisado. La música esta muy pero muy bien. El reparto me encantó, tengo mis preferidos, eso sí ;-). El final es buenísimo, la forma como uno se imagina situaciones tan complejas que contienen muchos movimientos, muchos actores, es un lujo aparte que tiene la obra. Ya desde el comienzo, esa forma de mostrar los movimientos de todos en un lugar y sus entrecruces (cosa que también me gustó muchisimo en "Tonto" de Espinoza) es algo díficil de lograr, y encima después todo eso viene sumado a la acción ;-)
    Otra obra redonda, yo la nominaría seguro, FELICITACIONES SEAN!!!

    ResponderEliminar
  4. Pensaba que sería Centauros del desierto y ha acabado al estilo Regreso al futuro!

    Creo que has apuntado muy alto con esta obra:
    1. Mezclas muchos personajes, algo difícil. Aunque estemos reproduciendo películas, contra menos personajes tiene la obra más fácil es de leer y de escribir (para qué engañarnos...).
    2. Mezclas tiempos, situaciones, géneros, estilos... Quiettown es la obra más arriesgada, la más clásica, también la más marciana.

    Pero te soy sincero: me costó horrores llegar hasta el final. A ver si en una segunda lectura ato cabos.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  5. Quiettown nunca más será un pueblo tranquilo despues de la sensacional historia que Sean impregan en ella. Simplemente Magistral, una obra completa y dificil de llevar. Una música perfecta y unos personajes muy bien retratados, todo en general se une y nos da un bocado del talento creativo de Sean...

    Muchas felicidades! Seguro y tendrá varias nomnaciones.

    PD: Soy lo más sincero posible, pero esperaba un final feliz, jeje... es que me encariñé tanto con los personajes que pensaba q al final todo se arreglaba... jeje... Si hay una segunda parte, la estaré esperando expentante...

    ResponderEliminar
  6. Una verdadera sorpresa! muy buena acción y mezcla de tiempos y escenarios! La música está estupenda. Concuerdo no obstante que la gran cantidad de personajes me dificultó un poco la lectura pero por eso, porque es una lectura que su fuera en pantalla sería una gozada completa. El reparto excelentemente elegido!

    ResponderEliminar
  7. Bueno, muchísimas gracias a los seis por los comentarios y en especial a José por el trabajo que se dio publicando una obra con un exceso de historia y su correspondiente trabajo.
    Una segunda parte?, no creo. Desde siempre me ha gustado dejar a la gente con un final abierto, que cada uno interprete o imagine lo que quieran. El día que este corto de ideas pues seguramente le meta mano a una secuela, pero aún tengo muchas otras historias que podría contar!, tengo para varios Directed By, jejeje!
    La siguiente obra en un poco más corta que esta y es mcuho más simple, con menos personajes. Eso si, el montaje es algo caótico tipo "21 grams", pero aún así estoy seguro que os gustará!

    Nuevamente, gracias por leer la historia!

    ResponderEliminar
  8. El bloggbuster del festival. Siempre me he intentado imaginar como seria leer el guion de un bloggbuster como transformers. A ratos, hay que decirlo es insufrible de leer (Todo esto en imagenes mejora muchisimo) Pero logras una historia muy entretenida y notable.
    Eso si, tengo la sensacion de que has dejado todo demasiado abierto. A mi tambien me gustan los finales abiertos al estilo the dark knight (Es mas el final de mi obra es muy abierto) pero aqui parece que derepente cortas la historia, y me parece mentira que no tengas posibilidades de seguir. Si que veo posibilidades para una segunda parte.

    Saludos amigo, haber que tal es tu otra obra.

    ResponderEliminar
  9. Sorprendente combinación de ciencia ficción, thriller y acción, que comienza como un western clásico...Muy entretenida y lograda.

    ResponderEliminar
  10. "Quiettown" es una obra difícil, no solo de leer sino también de digerir... sin duda la más arriesgada, compleja y elaborada del certámen. No se si es mi favorita, pero seguramente estaría dentro de mis 5 nominadas. Sean, construiste una historia que no va a dejar indiferente a nadie, todo un ejercicio lógico que requiere máxima concentración. ¡¡Gracias por este magnífico Puzzle de ficción!! =)

    ResponderEliminar