viernes, 23 de abril de 2010

Directed by 4: FROZEN (Xavier Vidal de las Heras) - España

Nombre: FROZEN

Director: Xavier Vidal de las Heras

REPARTO:
MELISSA LEO como la mujer protagonista
HOLLY HUNTER como Holly
SAOIRSE RONAN como la hija de Holly
BRYCE DALLAS HOWARD como Bryce
ABIGAIL BRESLIN como la hija de Bryce
EVAN RACHEL WOOD como Evan
SISSY SPACEK como la madre
NEAL McDONOUGH como el mafioso (Cris)
MATT DILLON como el guardia

Tema musical:
Me tiene que doler (escena final y títulos de crédito) (Click)

Argumento: No sabemos su nombre. Tampoco hacia dónde se dirige. Aún menos sus intenciones. El helado pueblo de Inuvik será testigo de la historia de una familia de mujeres sin suerte...

Género: Western femenino, thriller dramático.

1.

La primera imagen nos lleva a un salón lúgubre. La luz de una lámpara de pie ilumina la cara de Holly (Holly Hunter), que se levanta del sofá, cierra la televisión y enciende un cigarro. Se queda quieta, sin hacer ruido. La quietud la rodea y eso la tranquiliza. Nerviosa, abre un cajón del que saca un pequeño neceser. Coge un cenicero y se sienta en una mesa de madera robusta. Sobre la mesa respira el teléfono móvil, que sostiene y marca sus números con extraña fruición. Oímos su conversación, pero no logramos escuchar las palabras del interlocutor ausente.
-         Lo ha vuelto a hacer…
-         Sí, sí, soy yo.
-         ¿Que qué quiero que hagas? Pero… ¿qué pregunta es esa?
Holly está al borde un ataque de nervios. Mientras habla, abre el neceser. La caja de tela esconde unas bolsitas y unos potes llenos de pastillas. Holly ingiere dos pastillas, abre una bolsita y, con la ayuda de una tarjeta de crédito, se prepara una raya de cocaína.
-         No, no sé donde está. No la quiero verla, díselo. No quiero…
-         Vale. Bueno, te dejo.
Holly cuelga directa y sin despedidas. Tira el teléfono al suelo y las capas de plástico se separan de la carcasa central. Preparada para esnifar la raya, Holly se desploma de golpe. Su cabeza reposa sobre la estructura de madera. Parece sentada, pero no respira. Se oyen pasos y la voz de una niña preocupada (Saoirse Ronan).
-         Mamá, mamá…
El cigarro se consume en su cenicero. Fundido en negro. Aparece una inscripción:

HOLLY, Lunes 19 de diciembre 15:30

Títulos de crédito

Mientras aparecen los títulos de crédito, vemos a una mujer (Melissa Leo) de unos cuarenta-cincuenta años: nuestra protagonista. Va sentada en un carro grande, entre paja y cajas con verduras. El carro, de aspecto medieval, lo conduce un hombre grande, desaguisado, con una camisa sucia y un palillo roído entre los labios. La mujer mira al frente sin hablar con el hombre, que siempre permanece a espaldas de la dama. Terminados los créditos, oímos la voz narradora, el susurro de una niña invisible:




Nadie sabía quién era, qué edad tenía ni de dónde venía. Siempre fue alta y reservada, tímida y solitaria. Nunca hablaba, quién sabe si con el fin de guardar un secreto inconfesable, una culpa a expiar. Era guapa, aunque no lo suficiente como  para destacar entre las mujeres del pueblo. Su presencia era tan secundaria como constante, un elemento más del paisaje, una figura tan esquiva como estimable. Decían que había matado a su marido, otros le atribuían un pasado turbio y peliculero, un grupo veía en los surcos de su rostro las marcas de un maltrato pretérito. Las malas lenguas hablaban de adicciones, heridas de guerra, relaciones homosexuales y robos a medianoche. Sus ademanes turbaban: podía ser inocente y a la vez culpable, buena y a la vez mala, víctima y a la vez verdugo. Quién sabe. La pregunta era la de siempre, sencilla y recurrente, invisible pero palpable: ¿quién era la mujer de la mochila azul? La quiero, pero ella no lo sabe. Quizás la naturaleza la ha hecho inmune al amor, proclive al dolor o aficionada al caos: nunca se lo pregunté. No tuve valor. Ahora, desde el cielo, lo sé todo. No encontré el momento: desapareció sin más, tal y como vino en su día. Ahora camina, quién sabe si huye de algo o se dirige hacia algún sitio. ¿Qué llevará en su bolsa?, ¿qué pasará por su cabeza?, ¿dónde nos llevarán sus pasos? Ella y sus misterios. Ella misteriosa. Ella, siempre ella.

El paisaje está nevado. Sentimos el frío y el hielo. La mujer viste un chándal de colores bastante feo y unas bambas ennegrecidas por el barro. Pese a todo, conserva un halo de belleza misteriosa. Pasa por delante de un polígono industrial: tristes chimeneas con sinuosas sombras de humo. Está a punto de entrar en la ciudad. Sin separarse de su mochila azul, vemos como la mujer salta del carro.
-         Me bajo aquí, señor.
El hombre asiente, la saluda moviendo su sombrero y prosigue su camino. Ante la mujer hay un letrero: INUVIK. No hay duda: estamos en Canadá.

La mujer sigue su camino. La cámara la espía, vemos sus pasos, oímos su respiración acelerada y vemos como resigue su nariz con un pañuelo de tela mohosa. Entra en el casco urbano del municipio; camina mirando al frente, ajena a las manzanas pasadas. Se para ante la puerta de un colegio. La mujer, levantada, espera durante tres horas observando la fachada del edificio. Tras la espera, encontramos una niña sola con su mochila, mirando de derecha a izquierda. Espera a alguien.
-         ¿Tú eres la hija de Holly?- dice la mujer a la niña
La nena (Saoirse Ronan)  asiente con la cabeza. Sin dudarlo, la mujer sostiene la capucha del anorak de la niña, la arrastra hasta la entrada, la coge de la mano y corre rápida. La niña se queja, intenta esquivar la mano de la mujer pero no puede. Entre sollozos, la niña empieza a pegar saltos, mordisquear la mano de la mujer y gritar ayuda entre las calles vacías. La mujer abre la mochila, coge una pistola y apunta a la niña por la espalda, sólo con la intención de callarla.
-         Llévame a tu casa. No te pasará nada, te lo prometo.
La mujer coge con sus dedos las lágrimas que caen por la cara blanca de la niña. Esta asiente la cabeza como antes.

Volvemos a ver el salón de la primera escena. Oímos una cerradura abrirse, el caminar de unos zapatos, el crack-crack del parquet y la voz de la mujer.
-         Siéntate- responde la mayor de forma severa.
La niña se sienta sobre el sofá de antes. La mujer vigila en todo momento a la pequeña mientras remueve armarios y cajones sin motivo aparente.
-         ¿Vas a robarnos?- siguió la niña con un tono inocente.
La mujer no responde ni gira su rostro. Ha abierto un cajón y ha encontrado un mapa. Contenta, la mujer abre el papel, lo vuelve a cerrar y lo esconde en su mochila. Al lado del mapa brilla un neceser blanco que la mujer abre curiosa. Sabe lo que contiene. Pensativa, abre el pote que antes habíamos visto, lo vacía y reemplaza las pastillas por otras que llevaba en el bolsillo. El espectador ata cabos: esas pastillas provocarán la muerte de Holly.
-         Adiós pequeña.
La mujer se va con asombrosa rapidez. La niña se queda extrañada. La mujer no ha dejado ningún rastro y el salón sigue con el mismo orden de antaño. Minutos después, Holly aparca su coche en el porche, abre la puerta y abraza a su hija. Está alterada, se siente culpable, está cansada…
-         Lo siento, cariño. Me he retrasado en el trabajo y no he podido irte a recogerte al col... ¿Y esa cara? ¿Ha pasado algo?
-         Ha venido alguien- dice la niña
-         ¿Quién?- pregunta Holly.
Sin dudarlo, Holly sale al exterior y ve en medio de la carretera a la mujer de antes, corriendo con su mochila azul. Holly encoge sus brazos: tiene frío y, aunque querría correr tras la mujer, no puede. Holly está nerviosa y vuelve al interior de la casa.
-         ¿La has visto? ¿Quién era?- sigue la pequeña, curiosa y anonadada.
-         Tu abuela, cariño. Era tu abuela- responde Holly mientras abre las cortinas y mira la calle vacía, ya sin la mujer. – Vete a tu cuarto.
-         No entiendo nada- acaba la niña mientras sube las escaleras de madera. Otra vez crack-crack.
-         Yo tampoco, cariño. Yo tampoco – suspira Holly. Sus ojos lagrimean.

Holly asiente y la niña cierra la puerta de su cuarto. La mujer se sienta en el sofá, respira fuerte, pone su mano sobre su frente y respira hondo. Se levanta, enciende un cigarro, abre el cajón, coge el neceser, rescata el teléfono y se sienta en la mesa de madera. La acción de antes se repite y, antes de que acabe, la pantalla vuelve con un fundido en negro.



 2.

Estamos en una celda. La ventana da a un patio exterior. En el cielo brillan nubes negras avecinando tormenta. La verja se abre y entra en pantalla una joven pelirroja. Sobre el catre, la joven observa una bolsa, la misma que sostenía la mujer de antes junto a su mochila. Lenta, la veinteañera abre la bolsa y saca con parsimonia una cuerda larga y gruesa. La chica vuelve a la entrada del cubículo y se asegura de que no haya nadie; coge una silla, pone sus pies sobre la estructura y liga la cuerda en lo alto, formado por unos hilos de hierro que anteceden al real techo. La cuerda pende dejando una O en equilibrio. La joven reposa su cuello en el agujero y retira la silla. Entre espasmos, las piernas de la chica caen. Unos centímetros separan sus pies del suelo. No hay duda: ha muerto. Con el fundido en negro aparece una inscripción:

BRYCE, Martes 20 de diciembre 18:30

Vemos a la mujer de antes (Melissa Leo) con su particular vestimenta. Sostiene el mapa que antes robó. Retira el papel de su vista. Ha llegado a su objetivo y ante ella aparece un edificio lúgubre, un castillo rodeado de nieve y vigilado por varios guardias. La mujer observa una fila de gente que hace cola en el extremo derecho de la casa. Se dirige hacia la gente y confirmamos cosas: está ante una prisión. La voz narradora de antes reaparece:

Mira miedosa. No era la primera vez que pisaba la cárcel, y las habladurías apuntaban que no sería la última. ¿Sentiría miedo o se crecería ante la adversidad?, ¿esperaría que las cosas pasaran o alteraría su devenir, dibujaría su propio futuro?, ¿aceptaba dócil el viaje o el viaje la aceptaba a ella?, ¿ella creaba el camino o el camino la creaba a ella?, ¿creería en el destino?
Se aferra a la mochila de forma malsana, masajea la tela y fuerza su puño hasta herirse. Ahora está entrando en la sala. ¿Habéis visto? Está sudando, se muerde los labios, traga saliva, frunce el ceño, agacha el cuello y se retoca el pelo. El guardia la mira de forma lasciva. Es un guarro, aunque no lo conozco. No sé su nombre. No sé donde estamos, a dónde querrá llevarnos. Ahora se sienta y no entiendo por qué. No la entiendo pero no puedo dejar de mirarla. La quiero, pero poco importa. Ella, heroína y villana, agoniza. Espera. No hay nada tras el cristal. Oigo voces. Debo esconderme.

El guardia lascivo (Matt Dillon) dirige a la mujer a una sala llena de pequeños cuadrados de metal en forma de locutorios. Al parar el guardia, la mujer se sienta en una silla incómoda y el guardia coge la mochila y la bolsa de cuero.
 – Es por seguridad- argumenta el guardia. La mujer, llorosa, acepta la orden.
Un pitido mecánico suena y, tras él, una puerta se abre. Aparece Bryce (Bryce Dallas Howard), la joven pelirroja de antes. Se sienta y mira a la mujer. Ambas están separadas por un vidrio fino pero resistente. De los atriles cuelgan dos teléfonos y la mujer coge el suyo dejando un ‘hola’ tímido. Bryce, aburrida e indignada, imita a la mujer con desgana.
-         ¿Qué te trae por aquí? ¿Cuánto hace que no vienes por Inuvik…: diez años?
-         Diez años, tres meses y catorce días- responde la mujer con inseguridad. Bryce asiente con la cabeza.
-         ¿Vienes a pedir perdón? Porque cualquier cosa que venga de ti no me interesa…
-         Sabes por qué me fui. No es justo lo que dices.
-         ¿Sabes lo que no es justo, mamá? Follarse a todo el mundo, beber por las noches, ir y venir, no trabajar y luego marcharte sin decir nada. Qué sabrás tú de justicia…
-         Bryce, él me pegaba…
-         ¿Quién?, ¿mi padre?, ¿el de Holly?... ni tú misma lo sabes, mamá. Das asco.
La mujer traga saliva.
-         Sólo yo sé lo que pasó. No intento justificarme… sé que no he sido una buena madre…
-         Por eso estoy aquí, mamá. Todo es por tu culpa. Y ahora vuelves… es indignante…
-         Voy a ver a la abuela. Seguro que te manda recuerdos. He traído lo que me pediste.
-         ¿Y por qué me has hecho caso? Sabes que lo haré. Sabes que soy capaz de…
-         Bryce,… ha muerto… Evan. Evan ha muerto, cariño.
Bryce mira a su madre sin poder reaccionar. Su voz no tiembla.
-         A eso has venido… eres una hija de puta. Te odio.
-         No quiero que me odies. Lo siento mucho… lo siento muchísimo.
-         Llegas diez años, tres meses y catorce días tarde. Vete.
Bryce cuelga el teléfono, hace señales a un guardia y se va. La mujer llora reposando su cabeza en la mesa de madera. El guardia de antes la anima, la levanta y la dirige hacia la salida.
-         Le llevaremos su mochila, señora… por eso no se preocupe- dice el guardia con tono conciliador
-         Gracias. Llévele solo la de cuero: la azul es mía. ¡Eh!, espere un segundo.

El guardia se para. La mujer abre la cremallera y saca una urna cilíndrica y hermética de la bolsa de cuero, hecha de mármol y metal.

-         Es todo lo que necesito- se excusa la mujer. El guardia sonríe y se va.

La conversación se corta y la mujer de la mochila escapa. Su camino desfila en paralelo al de Bryce, que vuelve a su celda y encuentra la mochila de cuero. El espectador intuye que está en la escena inicial de la segunda parte y antes de que Bryce se ahorque, la pantalla se torna negra.


3.


Suena un despertador y Evan (Evan Rachel Wood), que ya está vestida, apaga el trasto con un golpe seco. La chica respira hondo, mira la ventana y, mientras está tumbada en su cama, acaricia con mimo su barriga prominente. Volvemos a verla en un váter bastante caótico y sucio, seguido de una cocina igual de desordenada. Mientras se prepara un café, la joven enciende la radio.
-         ¡Mamá!- grita la joven desde la planta baja. No recibe respuesta.
Con la taza humeante en la mano, Evan sale al porche. La calle es estrecha y tranquila. Oímos ruidos de coches, semáforos y trajín lejano pero presente. Evan se sienta en la entrada del jardín tapándose con una manta fina de lana. En el horizonte vemos un coche destartalado que pasa por la calle y se para ante la casa. Evan, miope, achica sus ojos para ver mejor el hombre  que sale del coche disparado hacia ella. Cuando intuye el peligro, la joven tira la taza, corre hacia la entrada e intenta abrir la puerta de la casa. El mafioso la atrapa antes.
-         Buenos días, Evan. Espero que tengas un regalito para mí…
El mafioso ríe de forma malsana. Tiene agarrada a la joven por el cuello y la amenaza con una pequeña navaja. El perro que lo acompaña tiene cara violenta.
-         El dinero. O no te acuerdas qué día es hoy- lanzó el hombre visiblemente enfadado.
-         No… no sé de qué me hablas…- se defiende la joven con el poco aliento que le dejan las garras del macho.
-         Ooo… sí que lo sabes, Evan. Y has cometido un grave, gravísimo error. ¿Dónde está tu madre?, ¿dónde?- reitera el mafioso con tono desafiante.
-         No lo sé. Se fue a…
-         No intentes engañarme, puta.
El mafioso suelta a la joven, gira su mano y saca de su chaqueta una pistola. El arma apunta a la joven y ésta levanta las manos, llorando.
-         Tengo un mensaje para tu madre. Dile que no intente escapar. Mataremos a toda su familia hasta que no nos pague la deuda. Iremos a Inuvik si es preciso. ¿Has entendido, zorra?
Evan, que intenta liberarse, lanza un escupitajo de rabia que impacta en la cabeza del mafioso. Este recoge las babas con la mano, la sacude y, con ella, hace una extraña mímica. El perro que lo acompaña capta la orden y apuñala a Evan en medio de la barriga con sus dientes y patas. Tras el golpe, el mayor dispara a Evan y el cuerpo de la joven cae sin más. El mafioso hace un gesto con la cabeza y se prepara para marchar. Pero tras la puerta está nuestra protagonista (Melissa Leo), que grita desconsolada y atrae la atención del macho:
-         Has matado a tu propia hija. ¡Desgraciado!
El hombre sonríe de forma malsana y prosigue.
-         Abre la puerta, puta. Hoy hace quince años que te fuiste, me dejaste, me robaste. ¡Quiero el dinero! ¡Quiero MI dinero!
-         Tú me pegabas, Cris. ¿Qué más podía hacer? ¿Crees que fue fácil, eh? ¿Cómo nos has encontrado? ¿¡Cómo!?- grita la mujer desde el otro lado de la puerta. No se ven, pero ella, arrodillada en el suelo, haciendo presión para mantener la puerta cerrada, sostiene un chuchillo de cocina en la mano. Su bata blanca empieza a ennegrecerse.
-         Veo que no me vas a abrir, zorra. Escúchame bien. ¡Escúchame!
Entre los dos se produce un silencio tenso. La mujer abre los ojos. Cris respira, se muerde el labio, frunce el ceño, cierra su mano a modo de puño y habla:
-         Te doy tiempo hasta navidad. Hasta ese día te estaré vigilando. Y si no cumples, mataré a todas: a Holly y a Bryce. Ellas no son mis hijas.
-         Ni las toques. Ellas son mis niñas…
-         Esta familia está podrida. O la muerte, o el dinero. Todas me importáis una mierda.
-         Las mataré yo si hace falta. Es asunto mío. Tú ni las toques.
-         Quedas avisada. Feliz día, cariño- acaba Cris mientras se aleja riendo.

Al oír el motor del coche ya lejano, la mujer de antes, la eterna dama de la mochila, abre la puerta, se arrodilla y acaricia a la joven. No intenta reanimarla: la abraza sabiendo que está muerta. La mujer llora desconsolada y su bata empieza a mancharse de sangre granate.
-         O la muerte o el dinero, cariño. Perdóname: no tengo más opción que elegir a la muerte.
Las palabras caen como una losa. La cámara se aleja hasta retratar el cielo blanco, helado, de diciembre. La pantalla se funde en negro y aparece la inscripción:

EVAN, Martes 6 de diciembre 08: 50

Volvemos a la actualidad. La mujer protagonista camina, esta vez por una senda desnuda, lejos de la gran ciudad. A lo lejos vemos una explanada llena de caravanas. Mientras la mujer completa el recorrido, volvemos a oír la niña narradora, que resulta ser Evan:

Ahora estoy muerta, lo veo todo y lo entiendo todo. Y, aunque ella es la culpable de mi muerte, la quiero. Ha sufrido demasiado. Ha llegado a su destino. Todo se desvanece. Ahora la suerte dictará sentencia. Pronto tendré compañía.

La mujer ya ha llegado a su objetivo, golpea la puerta de una caravana y espera. De la estructura sale una mujer mayor. Tiene las manos mojadas y sostiene un trapo con una mano. Está sorprendida.
-         Hola mamá- dice la mujer. Las dos se funden en un abrazo.

Una vez dentro, la madre (Sissy Spacek)  prepara un té para su hija, que mira con desgana la imagen que se cuela por la ventana.
-         ¡Qué sorpresa, hija! Cuánto tiempo sin verte, ¡qué alegría! Tienes que conocer a la hija de  Bryce. Me la dejó cuando ella tuvo que ir a… la…
-         Sí, mamá. La cárcel, lo sé.
La madre asiente afligida. Con la mano, la mujer le indica silencio a su hija y le señala el fondo de la autocaravana: una niña (Abigail Broslin), la hija de Bryce, está durmiendo en una cama pequeña.
-         No puedo conocerla. No quiero conocerla. No tengo tiempo.
-         Hace poco llamó Holly. Dijo que habías ido a su casa- dice la madre mientras se sienta en una pequeña silla. Madre e hija se miran.
-         Bueno, más o menos. Ya me suponía que te llamaría en cuanto pudiese…
-         No la odies, cariño. Es buena chica. Y tiene una hija...
-         Tampoco quiero conocerla. Eres demasiado complaciente. Todo esto fue por tu culpa…- sigue la mujer severa.
-         Sabes que tu padre me pegaba. No eres justa: que tú te casaras con un hijo de puta narcotraficante y maltratador… yo… no tengo la culpa.
-         Tuve que huir, como en su día huiste tú. Esta familia está condenada a huir y ya no puedo más.
-         Nadie tiene la culpa…
-         Nadie y todos a la vez. Díselo a Evan, mamá. La mataron: por eso estoy aquí.- concluye la mujer mientras mira el mármol de la cocina, encima del cual brilla la urna que habíamos visto en la cárcel.
La madre acaricia a su hija y aunque ésta tiene ganas de llorar controla sus lágrimas y sigue fuerte.
-         Me quedaré a dormir esta noche. Al menos esta noche.
-         Bien, hija. Quédate el tiempo que quieras.
Nuestra protagonista se levanta, coge la urna, abre la puerta y se marcha dejando sus pisadas en la nieve. Con el portazo, la niña (Abigail Breslin) se despierta.
-         Ha venido tu abuela. Se quedará a cenar con nosotros- le informa la mujer a la niña, quien, preocupada por desperezarse, no parece haber entendido tanta información.

Vemos a nuestra protagonista caminar, correr. Oímos su respiración y, aunque hace frío, empieza a sudar. Llega a la orilla de un río que está congelado. La mujer surge de un bosque solitario y se acerca a la orilla. La mujer se quita el gorro, abre la urna y mira el interior.
-         Lo siento- dice la mujer mientras levanta el objeto al aire.
El polvo y las cenizas de Evan se esparcen por el paisaje y las aguas, entre sólidas y líquidas, transportan las partículas hasta una cascada cercana.

Ya ha anochecido. Las tres mujeres están en la caravana de antes esperando la cena. La protagonista se sienta mientras su madre sirve una sopa de color marrón. La hija de Bryce enciende un tocadiscos pero, al sonar las primeras notas, la mujer le ordena que lo apague y la niña responde dócil.
Una vez sentadas, la madre de nuestra protagonista acaricia el cabello de la niña.
-         Es igualita a ti de pequeña. Cómo me recuerda a Bryce…
-         Evan ha muerto, mamá. Ya nada me importa -. La confesión rompe la cena y la mujer mayor deja la cuchara en el plato. Está temblando. Nuestra protagonista sigue:
-         Él vino y la mató. Ahora os matará a vosotras. No puedo regresar-. La frialdad de la mujer contrasta con las lágrimas de la madre. – No me reproches nada: es tan culpa tuya como mía. No puedo volver. Ya no sé qué hacer.
-         Hija, quédate aquí el tiempo que quieras. Seguro que ese mal nacido se olvida de ti- dice la anciana con la voz entrecortada.
-         Volverá. No tengo escapatoria.
La niña es testigo de excepción del silencio incómodo que se ha creado durante la cena. Las tres siguen comiendo, cierran las luces e intentan dormir. La mujer está tumbada sobre una manta y oye las lágrimas de su madre en la cocina.

La protagonista se pasa toda la noche en vela y no es hasta los primeros rayos de sol que decide levantarse. Es invierno, pero ahora hace un calor de espanto. Se prepara una taza de leche caliente, se abriga y sale a tomar el aire. La escena recuerda a la de Evan y la maldición se cumple: en la entrada, la mujer descubre una nota. La coge y lee: “TE MATARÉ”. Sin firma ni presentación. Oscura y rotunda. La mujer vuelve a la caravana, recoge sus cosas y, sin hacer ruido, enciende el gas de la pequeña cocina. El butano se esparce por el ambiente. Su madre y su nieta siguen durmiendo ajenas a la escena. La mujer cierra la puerta y se va. El gas cubre la caravana…
Vemos el interior del lugar, los cuerpos de las dos mujeres que, sin saberlo, se debaten entre la vida y la muerte. De pronto, el teléfono suena. Ninguna de las dos responde al ruido incesante del aparato. Segundos después, salta el contestador automático y oímos una voz nítida, aunque robotizada:
“Buenos días. Llamaba a Sissy Vanger. Mire, le llamamos desde la prisión de Inuvik. Debe presentarse de inmediato; es muy importante. Es sobre Bryce Vanger...”

La llamada se corta y vemos la espalda de la protagonista mientras se aleja de la caravana. Oímos las primeras notas de la canción Me tiene que doler. Un travelling nos permite reseguir todos los rincones de la caravana a la vez que espiamos a la mujer.

. La mujer sigue con su mochila pero se topa con el mafioso, su antiguo marido, en medio de la nieve.
-         Tardabas en venir. Feliz navidad.- empieza la mujer.
-         ¿Traes el dinero?- responde seco el hombre. Sus palabras, por efecto del frío, se transforman en un extraño vaho.
La mujer abre la mochila, tira un montón de billetes al suelo helado y coge rápida una pistola. Cris responde con igual agilidad y los dos se apuntan con sus respectivas armas.

De pronto, un estruendo considerable altera la disputa. El golpe sacude al matrimonio, que se ven obligados a agacharse y taparse los oídos. Hay llamas en el horizonte, los restos de una caravana hecha pedazos. Cris aprovecha que la mujer está aturdida y coge todo el dinero, con el que llena los bolsillos y huecos de su forro polar. La mujer ya no obedece a nada y, desde el suelo, empieza a llorar.
-         Te dije que vendría a Inuvik si era preciso. Lo creíste. Sabías que mataría a tus hijas y que tu marido, yo, no tendría  ningún remordimiento en matar a su propia familia. Por eso tú te has adelantado, has acabado con todos a los que querías… Quizás nunca los quisiste. Como yo. Has pagado tus propios fallos. Me iré con el dinero que me pertoca. Me iré con el dinero y empezaré una nueva vida: quince años en este puto pueblo, siendo el drogadicto despechado. En otro lugar, lejos de todo…
-         Puede… pero esa es otra historia… Tú o yo, decide. Aprieta el gatillo.
La mujer tiembla, la pistola se calienta y la bala impacta en la mujer, que cae inerte en el suelo. El blanco de la nieve se mezcla con el rojo de la sangre. Silencio absoluto. El viento mece el paisaje.       

Cris se va con la mochila. Ahora le toca a él lidiar con la culpabilidad, el dolor, el peligro, las sorpresas de un nuevo viaje.

Ya no estoy sola, culmina la voz narradora de Evan. Vemos, a cámara lenta y en silencio el salón donde cayó Holly, la celda de Bryce, la caravana en ruinas y cenizas de Sissy, el cuerpo inerte de la mujer en la nieve.

La pantalla se funde en negro y aparece la última inscripción:

                                             NATHALIE, Miércoles, 21 de diciembre 08:30

Suena Me tiene que doler, que acompaña las letras finales.Títulos de crédito.


Nota al lector:

Frozen surgió con el fin de inventar nuevos mecanismos para contar historias. Me atraía explicar el devenir de una mujer de la que no sabemos nada y recurrir a un narrador que, más que aclarar, aún añade más misterio. ¿Y si matar fuera el acto de amor y redención definitivo, más puro? Quiero que el lector se estremezca en las primeras líneas y, cuando al fin sepa el por qué de todo, se identifique con el dolor del personaje sin juzgarlo. ¿Quién dijo que el western era cosa de hombres?”


18 comentarios:

  1. Excelente Historia Señor Vidal! llamativa y enganchante, aunque esas observaciones tipo "El espectador ata cabos: esas pastillas provocarán la muerte de Holly" no las creí tan necesarias. Aún así, no deja de ser una muy buena historia. Melissa Leo simplemente genial, creo que su nominación es ya segura. Saludos desde México

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  2. Increible, nada que decir.
    Me mantuvo espectante durante todas sus lineas y ese final es realmente espectacular.
    Melissa Leo esta fenomenal, ya la veo ganando el premio a Mejor Actriz.

    Solo decir Felicitaciones Xavier.

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  3. Muy buena historia!, desde el reparto y la mecánica de la narrativa. SI bien concuerdo con Neri en que no es quizá netamente necesario aclarar lo del espectador tampoco creo que malogre el relato.
    Nadie más que la Leo podría hacer un papel como este!! también creo que le daría una nominación. La canción pega rotunda con ese final que debo admitir no me lo esperaba en absoluto.
    Felicidades Xavi me ha encantado sinceramente!

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  4. Me encanta la estructura de la historia. Tal cual es y tal y como la has contado (recordándome a Memento), pero con el final al final, jeje.
    El final es lo único que no me ha cuadrado. La mujer paga finalmente... para que mata a las hijas, nietas... la madre; Dios, parecia una venganza gitana.

    Pero aún así, Xavier acaba de dar un soplo de aire brutal al Festival, bienvenido sea! ; )

    Yo aquí veo Mejor Actriz para Melissa Leo y Mejor Reparto!

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  5. Xavier: la obra es genial!!! te luciste ;-) Yo concuerdo con los demás comentarios. Todo hilando muy fino. El aclarar sobre el espectador no es tan necesario, pero no molesta, hasta nos acomoda un poco ;-)
    Lo que más me parece más acertado es lo que dice Sean sobre el final. Y agregaria que nunca sabemos porque Bryce esta en la cárcel.
    Y algo, me gustó por sobremanera: hay una nieta que queda viva. Asi que, quiero la segunda parteeeeeeee ;-)
    Buenísimo ir y venir en la historia, buenisimo el orden que le diste, buenisimo que se repitan las primeras partes de las conclusiones. Todo eso me pareció excelente. Y también destaco, como construiste lo misterioso de la protagonista, pero también de las demás. El reparto, un lujazoooooooo ;-) la dosificación de la información, también, asi como las descripciones. Muy bueno Xavier, felicitaciones por la obra!!!

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  6. A propósito: haz conseguido justamente eso que te propusiste en "nota al lector" ;-)

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  7. Excelente de principio a fin. Aunque (y sin afan de sonar jodon) creo que el final pudo haber sido un tanto mas largo. Pero el papel de Melissa Leo, soberbio. Ese misterio y pecado que expia. aunque parte ignoto, es derrumbador en toda la historia.

    Gran Obra, Suerte...

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  8. Creo que es la mejor obra por el momento. La historia es interesante y te atrapa. Siento que faltó exponer más las razones y el por qué, pero, el halo misterioso siempre estuvo presente en todo momento y permite que se difrute la obra por completo.

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  9. Ah, el reparto es excelente, un sueño de cualquier director, y el final, impactante.

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  10. Que pedazo de obra! jjajaj. Un juego narrativo espeluznante e impactante con soberbias interpretaciones. La mejor obra en lo que vamos de festival sin duda.

    En mi opinion esos pequeños detalles que no se explican enriquecen mas la obra, obligando al espectador a entrar en la historia con mas fuerza.

    Felicidades amigo!

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  11. Una interesante obra, llena de sentimientos intensos, y personajes femeninos muy fuertes...
    Una pregunta Xavier...¿Los dibujos en el póster los hiciste tú? Me gustaría saber...
    ¡Saludos!

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  12. Un drama soberbio y potente; se convierte en una de mis favoritas desde ya.
    Leo está impactante y todo el reparto en sí está brillante. Una narrativa totalmente acertada. Felicidades Xavier no has defraudado.

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  13. Buena obra Xavi! Mantiene espectante durante todo el recorrido de la misteriosa protagonista acompañada por ese estilo narrativo acertado que has elegido para contar la historia.

    Se puede intuir la fuerte influencia de films como "Frozen River" o "The lovely bones" para la creación de la trama, siendo el recurso del relato desde el cielo el que más rechazo me generó en toda la obra. Tampoco me agradó que todo esté tan explicado, incluso el diálogo del final, que personalmente no me agradó: pienso igual que Sean.

    De todos modos, es una de las mejores que leí en el Festival. Felicitaciones!

    PD: ¿Nadie notó la bondad en el personaje de Dillon? A mí me gustó. Lo consideraré para actor de reparto jeje

    Saludos!

    PM

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  14. Después de leer las primeras líneas, me ha enganchado y no he podido parar hasta terminar, y me sorprendió el final. No me lo esperaba. Me ha encantado. El personaje de Melissa Leo, magnífico, al igual que el conjunto del reparto (destacando, a mí parecer, Sissy Spacek).

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  15. Seee, un gran papel el que se le da a Melissa Leo, es bastante atrapante. Guns, drugs y gangs; creo que es imposible narrar una historia buena estos días sin alguno de los esos tres elementos. Aun así, es una propuesta diferente y concuerdo con la busqueda de la redención y la muestra de amor más extrema que pueda existir jamás.

    A mi también me recuerda a Memento, jeje. Bien hecho, no cae en lo predecible y por eso no me disgustó.

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  16. Cómo no... era de esperarse... Xavier nos vuelve a cautivar con una historia más. Con un elenco femenino de lujo. Destacando Leo, Spacek y Howard. Una obra muy fina, bien dirigida y sobre todo ese diseño argumental, es magnífico... lo único que no me cuadró es... Holly Hunter hija de Melissa Leo?...

    Saludos!

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  17. Jorge: se supone (al menos supuse yo) que Melissa Leo había tenido una vida muy difícil y se había quedado embarazada bastante joven. Ello explicaría que madre e hija puedan llevarse solo unos 15 años. De aquí también la sorpresa cuando ella dice 'es tu abuela' a la nieta Saoirse Ronan.

    Gracias por los comentarios recibidos.

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  18. Xavier, siempre terminás convenciéndome hacia el final de tus obras, todas con un desenlace de alto impacto emocional. La elegancia de tus tragedias siempre me dejan con ganas de más. Esta vez se te hará el premio a mejor dirección, ¡lo mereces! Felicidades!

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